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Cómo Romper la Maldición de la Pobreza II | |||||||
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Si quieres tener algo en tu cuenta de ahorros o de cheques, hay que depositar algo; el pobre joven nunca había depositado nada en su cuenta celestial y el Señor quería que él tuviera algo depositado allí. Y cuando Jesús le dijo que diera; él se fue afligido y triste porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos en Marcos 10:23 “...¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!”. Él no dijo “imposible”, sino “difícilmente”. Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús volvió a decirles, “... ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Versículo 24). Esta es la clave, ese joven tenía su confianza en las riquezas. El confiar en las riquezas sí es un peligro. Hablemos un momento de esto. Hay un peligro en manejar un automóvil. Muy seguido veo las luces de las ambulancias, de la grúa y del tránsito porque ha habido otro accidente. A veces las personas mueren en accidentes automovilísticos; pero yo no voy a dejar de manejar por eso. Manejaré con cuidado. Hay riesgo en cruzar la calle, en abordar un avión; pero yo no dejo de hacer estas cosas sólo porque hay peligro.
EL PROPÓSITO DE LOS BIENES Deuteronomio 8:18 “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas...”. ¿Dios nos da el poder para hacer las riquezas? Si esto es cierto, entonces las riquezas no pueden ser malas. El versículo 18 continúa: “...a fin de confirmar su pacto...”. Entonces, el propósito de las riquezas que Él me da, ¡no es para que yo las tenga amontonadas en una cueva! ¡Ni para que esté viviendo con lujos excesivos, sólo pensando en mí mismo! ¡Claro que no! El propósito de las riquezas es que sea confirmado Su pacto. Lo que me guarda de la maldición de amar al dinero es que yo tengo el amor de Dios y su pacto en mi corazón. Cuando los bienes me lleguen, pensaré primero en diezmar y luego en gastar. Este es el secreto. El Señor quiere prosperarnos con cantidades increíbles para que puedan fluir hacia el Evangelio y que Su Palabra sea predicada en todo el mundo. Yo creo que vivimos en tiempos especiales en los que Dios desea poner grandes cantidades de dinero en las manos de algunos hombres y mujeres de Dios para que puedan fluir hacia la necesidad del mundo. El evangelismo cuesta mucho. Los programas cristianos de radio y de televisión son costosos. Las campañas evangelísticas también cuestan mucho. Imprimir libros, comprar Biblias, todo esto requiere invertir fuertes cantidades de dinero. ¿De dónde vendrán estas cantidades? Vendrán a través del pueblo de Dios que tiene la mentalidad y la fe de creer que recibirá abundancia de bienes. Jesús nos mandó que fuéramos a todo el mundo a predicar el evangelio a toda criatura. Vamos a hacerlo aun cuando cuesta mucho, porque amamos al Señor y al pecador perdido. Por eso Él nos da el poder para hacer las riquezas. Claro que vamos a vivir de lo que ganamos. La Biblia enseña que cuando el buey esté trillando el grano no se le ponga bozal porque está trabajando. Si aun el animal tiene el derecho de comer y comer bien, entonces, Dios no nos hace esclavos; Él va a permitir que vivamos en nuestra abundancia, pero con el pacto en nuestro corazón; porque esto nos guarda del engaño de las riquezas. En vez de destruirnos, las riquezas son una bendición.
SÍNTOMAS DE LA MALDICIÓN Quiero comprobar que la escasez es una maldición. Veamos otra vez. Deuteronomio 28:15 y 20: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido...”. Anteriormente leímos de la bendición sobre los obedientes; ahora estamos viendo la maldición sobre los desobedientes. Si uno vive todo el tiempo en escasez y nunca tiene lo suficiente, puede ser por desobediencia. Uno puede clamar a Dios y decirle; “Dios mío, ¿por qué no me prosperas?”, y el Señor dirá: “porque no puedo, hijo, tu propia desobediencia está tapando el canal de bendición”. Deuteronomio 28:33, 39 y 40: “El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo lo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días. Plantarás viñas y labrarás; pero no beberás vino, ni recogerás uvas; porque el gusano se las comerá. Tendrás olivos en todo tu territorio, mas no te ungirás con el aceite, porque tu aceituna se caerá”. Esta sí es maldición. Uno trabaja pero no le rinde; todo el tiempo está viviendo en escasez, sin progresar. Todos estos versículos hablan de la maldición, pero yo tengo buenas nuevas: la Sagrada Escritura dice en Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley...”. ¡Ya no tenemos que vivir bajo esta maldición! Sin embargo, hay muchos cristianos que están viviendo exactamente en estas condiciones: en pobreza, miseria, escasez; sin tener lo suficiente. Hay otros que tienen dinero pero aún están bajo una maldición de pobreza. Entonces, ¿cuáles son los síntomas de esta clase de maldición?
1. EL TEMOR DE QUEDARSE EN LA RUINA Esto no es sólo para la gente que no tiene; hay personas que tienen mucho y viven con el temor de quedarse en la ruina. Están controlados por el temor. Es un síntoma de la maldición de la pobreza.
2. EL AFÁN DE GANAR SIEMPRE MÁS, PERO SIN DISFRUTARLO Has conocido a personas así, ¿verdad? O tal vez tú mismo tengas el afán de ganar más y más; pero no lo disfrutas. Puede ser que seas muy tacaño y no das; o si das, no disfrutas al dar. Leemos en la Biblia que Dios ama al dador alegre y si tú no comprendes cómo uno puede dar con alegría, ese es otro síntoma de la maldición de la pobreza.
3. SENTIR CULPA AL GASTAR DINERO, AUN CUANDO SEA ALGO NECESARIO Hay muchas personas que se sienten culpables al gastar el dinero. Generalmente es porque experimentaron escasez cuando niños o porque piensan mal en cuanto al dinero.
4. EL DINERO NO RINDE, AUN CUANDO HAY SUFICIENTE Algunos dicen: “Yo no sé qué me pasa, gano dos o tres veces más que mi vecino y parece que ellos tienen todo lo que necesitan; pero a mí no me rinde el dinero”. Este es otro síntoma de la maldición de la pobreza. ¡Tu puedes ser libre de la maldición de la pobreza! En la siguiente oportunidad hablaremos de eso. Recuerda que Dios quiere prosperarte, Él quiere que te vaya bien y que tengas en abundancia para que ayudes a otros y sobre todo, ayudes en la extensión de Su reino aquí en la tierra. La pobreza es una maldición y por lo tanto hay que romperla, y hay que hacerlo de la manera que Dios nos lo indica en Su Palabra. |
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Por: Hno. Victor Richards
Cómo Romper la Maldición de la Pobreza II |
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Si quieres tener algo en tu cuenta de ahorros o de cheques, hay que depositar algo; el pobre joven nunca había depositado nada en su cuenta celestial y el Señor quería que él tuviera algo depositado allí. Y cuando Jesús le dijo que diera; él se fue afligido y triste porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos en Marcos 10:23 “...¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!”. Él no dijo “imposible”, sino “difícilmente”. Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús volvió a decirles, “... ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Versículo 24). Esta es la clave, ese joven tenía su confianza en las riquezas. El confiar en las riquezas sí es un peligro. Hablemos un momento de esto. Hay un peligro en manejar un automóvil. Muy seguido veo las luces de las ambulancias, de la grúa y del tránsito porque ha habido otro accidente. A veces las personas mueren en accidentes automovilísticos; pero yo no voy a dejar de manejar por eso. Manejaré con cuidado. Hay riesgo en cruzar la calle, en abordar un avión; pero yo no dejo de hacer estas cosas sólo porque hay peligro.
EL PROPÓSITO DE LOS BIENES Deuteronomio 8:18 “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas...”. ¿Dios nos da el poder para hacer las riquezas? Si esto es cierto, entonces las riquezas no pueden ser malas. El versículo 18 continúa: “...a fin de confirmar su pacto...”. Entonces, el propósito de las riquezas que Él me da, ¡no es para que yo las tenga amontonadas en una cueva! ¡Ni para que esté viviendo con lujos excesivos, sólo pensando en mí mismo! ¡Claro que no! El propósito de las riquezas es que sea confirmado Su pacto. Lo que me guarda de la maldición de amar al dinero es que yo tengo el amor de Dios y su pacto en mi corazón. Cuando los bienes me lleguen, pensaré primero en diezmar y luego en gastar. Este es el secreto. El Señor quiere prosperarnos con cantidades increíbles para que puedan fluir hacia el Evangelio y que Su Palabra sea predicada en todo el mundo. Yo creo que vivimos en tiempos especiales en los que Dios desea poner grandes cantidades de dinero en las manos de algunos hombres y mujeres de Dios para que puedan fluir hacia la necesidad del mundo. El evangelismo cuesta mucho. Los programas cristianos de radio y de televisión son costosos. Las campañas evangelísticas también cuestan mucho. Imprimir libros, comprar Biblias, todo esto requiere invertir fuertes cantidades de dinero. ¿De dónde vendrán estas cantidades? Vendrán a través del pueblo de Dios que tiene la mentalidad y la fe de creer que recibirá abundancia de bienes. Jesús nos mandó que fuéramos a todo el mundo a predicar el evangelio a toda criatura. Vamos a hacerlo aun cuando cuesta mucho, porque amamos al Señor y al pecador perdido. Por eso Él nos da el poder para hacer las riquezas. Claro que vamos a vivir de lo que ganamos. La Biblia enseña que cuando el buey esté trillando el grano no se le ponga bozal porque está trabajando. Si aun el animal tiene el derecho de comer y comer bien, entonces, Dios no nos hace esclavos; Él va a permitir que vivamos en nuestra abundancia, pero con el pacto en nuestro corazón; porque esto nos guarda del engaño de las riquezas. En vez de destruirnos, las riquezas son una bendición.
SÍNTOMAS DE LA MALDICIÓN Quiero comprobar que la escasez es una maldición. Veamos otra vez. Deuteronomio 28:15 y 20: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido...”. Anteriormente leímos de la bendición sobre los obedientes; ahora estamos viendo la maldición sobre los desobedientes. Si uno vive todo el tiempo en escasez y nunca tiene lo suficiente, puede ser por desobediencia. Uno puede clamar a Dios y decirle; “Dios mío, ¿por qué no me prosperas?”, y el Señor dirá: “porque no puedo, hijo, tu propia desobediencia está tapando el canal de bendición”. Deuteronomio 28:33, 39 y 40: “El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo lo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días. Plantarás viñas y labrarás; pero no beberás vino, ni recogerás uvas; porque el gusano se las comerá. Tendrás olivos en todo tu territorio, mas no te ungirás con el aceite, porque tu aceituna se caerá”. Esta sí es maldición. Uno trabaja pero no le rinde; todo el tiempo está viviendo en escasez, sin progresar. Todos estos versículos hablan de la maldición, pero yo tengo buenas nuevas: la Sagrada Escritura dice en Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley...”. ¡Ya no tenemos que vivir bajo esta maldición! Sin embargo, hay muchos cristianos que están viviendo exactamente en estas condiciones: en pobreza, miseria, escasez; sin tener lo suficiente. Hay otros que tienen dinero pero aún están bajo una maldición de pobreza. Entonces, ¿cuáles son los síntomas de esta clase de maldición?
1. EL TEMOR DE QUEDARSE EN LA RUINA Esto no es sólo para la gente que no tiene; hay personas que tienen mucho y viven con el temor de quedarse en la ruina. Están controlados por el temor. Es un síntoma de la maldición de la pobreza.
2. EL AFÁN DE GANAR SIEMPRE MÁS, PERO SIN DISFRUTARLO Has conocido a personas así, ¿verdad? O tal vez tú mismo tengas el afán de ganar más y más; pero no lo disfrutas. Puede ser que seas muy tacaño y no das; o si das, no disfrutas al dar. Leemos en la Biblia que Dios ama al dador alegre y si tú no comprendes cómo uno puede dar con alegría, ese es otro síntoma de la maldición de la pobreza.
3. SENTIR CULPA AL GASTAR DINERO, AUN CUANDO SEA ALGO NECESARIO Hay muchas personas que se sienten culpables al gastar el dinero. Generalmente es porque experimentaron escasez cuando niños o porque piensan mal en cuanto al dinero.
4. EL DINERO NO RINDE, AUN CUANDO HAY SUFICIENTE Algunos dicen: “Yo no sé qué me pasa, gano dos o tres veces más que mi vecino y parece que ellos tienen todo lo que necesitan; pero a mí no me rinde el dinero”. Este es otro síntoma de la maldición de la pobreza. ¡Tu puedes ser libre de la maldición de la pobreza! En la siguiente oportunidad hablaremos de eso. Recuerda que Dios quiere prosperarte, Él quiere que te vaya bien y que tengas en abundancia para que ayudes a otros y sobre todo, ayudes en la extensión de Su reino aquí en la tierra. La pobreza es una maldición y por lo tanto hay que romperla, y hay que hacerlo de la manera que Dios nos lo indica en Su Palabra. |
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Si quieres tener algo en tu cuenta de ahorros o de cheques, hay que depositar algo; el pobre joven nunca había depositado nada en su cuenta celestial y el Señor quería que él tuviera algo depositado allí. Y cuando Jesús le dijo que diera; él se fue afligido y triste porque tenía muchas posesiones. Entonces Jesús, mirando a su alrededor, dijo a sus discípulos en Marcos 10:23 “...¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas!”. Él no dijo “imposible”, sino “difícilmente”. Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús volvió a decirles, “... ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!” (Versículo 24). Esta es la clave, ese joven tenía su confianza en las riquezas. El confiar en las riquezas sí es un peligro. Hablemos un momento de esto. Hay un peligro en manejar un automóvil. Muy seguido veo las luces de las ambulancias, de la grúa y del tránsito porque ha habido otro accidente. A veces las personas mueren en accidentes automovilísticos; pero yo no voy a dejar de manejar por eso. Manejaré con cuidado. Hay riesgo en cruzar la calle, en abordar un avión; pero yo no dejo de hacer estas cosas sólo porque hay peligro.
EL PROPÓSITO DE LOS BIENES Deuteronomio 8:18 “Sino acuérdate de Jehová tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas...”. ¿Dios nos da el poder para hacer las riquezas? Si esto es cierto, entonces las riquezas no pueden ser malas. El versículo 18 continúa: “...a fin de confirmar su pacto...”. Entonces, el propósito de las riquezas que Él me da, ¡no es para que yo las tenga amontonadas en una cueva! ¡Ni para que esté viviendo con lujos excesivos, sólo pensando en mí mismo! ¡Claro que no! El propósito de las riquezas es que sea confirmado Su pacto. Lo que me guarda de la maldición de amar al dinero es que yo tengo el amor de Dios y su pacto en mi corazón. Cuando los bienes me lleguen, pensaré primero en diezmar y luego en gastar. Este es el secreto. El Señor quiere prosperarnos con cantidades increíbles para que puedan fluir hacia el Evangelio y que Su Palabra sea predicada en todo el mundo. Yo creo que vivimos en tiempos especiales en los que Dios desea poner grandes cantidades de dinero en las manos de algunos hombres y mujeres de Dios para que puedan fluir hacia la necesidad del mundo. El evangelismo cuesta mucho. Los programas cristianos de radio y de televisión son costosos. Las campañas evangelísticas también cuestan mucho. Imprimir libros, comprar Biblias, todo esto requiere invertir fuertes cantidades de dinero. ¿De dónde vendrán estas cantidades? Vendrán a través del pueblo de Dios que tiene la mentalidad y la fe de creer que recibirá abundancia de bienes. Jesús nos mandó que fuéramos a todo el mundo a predicar el evangelio a toda criatura. Vamos a hacerlo aun cuando cuesta mucho, porque amamos al Señor y al pecador perdido. Por eso Él nos da el poder para hacer las riquezas. Claro que vamos a vivir de lo que ganamos. La Biblia enseña que cuando el buey esté trillando el grano no se le ponga bozal porque está trabajando. Si aun el animal tiene el derecho de comer y comer bien, entonces, Dios no nos hace esclavos; Él va a permitir que vivamos en nuestra abundancia, pero con el pacto en nuestro corazón; porque esto nos guarda del engaño de las riquezas. En vez de destruirnos, las riquezas son una bendición.
SÍNTOMAS DE LA MALDICIÓN Quiero comprobar que la escasez es una maldición. Veamos otra vez. Deuteronomio 28:15 y 20: “Pero acontecerá, si no oyeres la voz de Jehová tu Dios, para procurar cumplir todos sus mandamientos y sus estatutos que yo te intimo hoy, que vendrán sobre ti todas estas maldiciones, y te alcanzarán. Y Jehová enviará contra ti la maldición, quebranto y asombro en todo cuanto pusieres mano e hicieres, hasta que seas destruido...”. Anteriormente leímos de la bendición sobre los obedientes; ahora estamos viendo la maldición sobre los desobedientes. Si uno vive todo el tiempo en escasez y nunca tiene lo suficiente, puede ser por desobediencia. Uno puede clamar a Dios y decirle; “Dios mío, ¿por qué no me prosperas?”, y el Señor dirá: “porque no puedo, hijo, tu propia desobediencia está tapando el canal de bendición”. Deuteronomio 28:33, 39 y 40: “El fruto de tu tierra y de todo tu trabajo lo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino oprimido y quebrantado todos los días. Plantarás viñas y labrarás; pero no beberás vino, ni recogerás uvas; porque el gusano se las comerá. Tendrás olivos en todo tu territorio, mas no te ungirás con el aceite, porque tu aceituna se caerá”. Esta sí es maldición. Uno trabaja pero no le rinde; todo el tiempo está viviendo en escasez, sin progresar. Todos estos versículos hablan de la maldición, pero yo tengo buenas nuevas: la Sagrada Escritura dice en Gálatas 3:13: “Cristo nos redimió de la maldición de la ley...”. ¡Ya no tenemos que vivir bajo esta maldición! Sin embargo, hay muchos cristianos que están viviendo exactamente en estas condiciones: en pobreza, miseria, escasez; sin tener lo suficiente. Hay otros que tienen dinero pero aún están bajo una maldición de pobreza. Entonces, ¿cuáles son los síntomas de esta clase de maldición?
1. EL TEMOR DE QUEDARSE EN LA RUINA Esto no es sólo para la gente que no tiene; hay personas que tienen mucho y viven con el temor de quedarse en la ruina. Están controlados por el temor. Es un síntoma de la maldición de la pobreza.
2. EL AFÁN DE GANAR SIEMPRE MÁS, PERO SIN DISFRUTARLO Has conocido a personas así, ¿verdad? O tal vez tú mismo tengas el afán de ganar más y más; pero no lo disfrutas. Puede ser que seas muy tacaño y no das; o si das, no disfrutas al dar. Leemos en la Biblia que Dios ama al dador alegre y si tú no comprendes cómo uno puede dar con alegría, ese es otro síntoma de la maldición de la pobreza.
3. SENTIR CULPA AL GASTAR DINERO, AUN CUANDO SEA ALGO NECESARIO Hay muchas personas que se sienten culpables al gastar el dinero. Generalmente es porque experimentaron escasez cuando niños o porque piensan mal en cuanto al dinero.
4. EL DINERO NO RINDE, AUN CUANDO HAY SUFICIENTE Algunos dicen: “Yo no sé qué me pasa, gano dos o tres veces más que mi vecino y parece que ellos tienen todo lo que necesitan; pero a mí no me rinde el dinero”. Este es otro síntoma de la maldición de la pobreza. ¡Tu puedes ser libre de la maldición de la pobreza! En la siguiente oportunidad hablaremos de eso. Recuerda que Dios quiere prosperarte, Él quiere que te vaya bien y que tengas en abundancia para que ayudes a otros y sobre todo, ayudes en la extensión de Su reino aquí en la tierra. La pobreza es una maldición y por lo tanto hay que romperla, y hay que hacerlo de la manera que Dios nos lo indica en Su Palabra. |
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