TESTIMONIO | |||||||
El grupo de mujeres que vamos a los hospitales cada semana, nos encontramos en esta ocasión con una hermosa niña de 2 meses de edad de nobre Victoria. Con ella, estaba su madre Jazmín Barraza, de tan solo 18 años de edad; quien nos comentó que la bebé nació con sus intestinos fuera de su lugar y sin vesícula y ahora, presentaba un cuadro de neumonía. Los médicos le dijeron que la niña requiere una cirugía muy delicada, pues los ácidos biliares le estaban quemando otros órganos, pero que primero había que controlar la infección en sus bronquios. Cuando le preguntamos; ¿sabes dónde pasarás la eternidad cuando mueras?, ella respondió que no sabía, pero que le gustaría que fuera en el cielo. Jazmín reconoció que estaba alejada de Dios, pero que desea acercarse a Él. Después de un tiempo de hablar con ella y compartir la verdad del Evangelio, oramos por ella y entregó su vida a Jesús y pidió perdón de sus pecados. También tuvimos oportunidad de orar por la bebé Victoria. Rogamos a Dios por misericordia y dirigimos a su madre a pedir perdón por los pecados cometidos por sus generaciones pasadas y declaramos un milagro de sanidad sobre la vida de la pequeña niña. Al despedirnos de Jazmín, le pedí su número de celular para estar en comunicación. Dos días después, el Espíritu Santo me inquietó a llamarle. Cuando marqué me sorprendí al escuchar del otro lado una voz masculina, el hombre dijo llamarse Eduardo y ser el papá de Victoria. Cuando le expliqué quien era yo, y que un grupo de mujeres habíamos estado orando por su esposa e hija unos días atrás; él se quebrantó y me dijo que justo en ese momento, él estaba pidiendo a Dios que le ayudara, pues les acababan de comunicar que al día siguiente en la mañana su hijita entraría a una cirugía de una duración aproximada entre 6 y 7 horas y con muy pocas posibilidades de éxito. El señor Eduardo, comentó ser católico y que sus padres eran creyentes de la Guadalupana. Hablamos por un tiempo, y le expliqué que sólo Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. También le expliqué el impacto espiritual que hay para él y su familia cuando uno rinde su vida y corazón a Jesús, pues sólo Él tiene el poder de sanar y salvar. Al fin, él reconoció a Jesús como su único Salvador y Señor, pidió perdón por el pecado de idolatría en su vida y en su familia, canceló todo ofrecimiento posible que él mismo o alguno de los abuelos hubieran hecho con Victoria y le aseguré que el grupo de mujeres estaríamos intercediendo por su familia. Terminamos haciendo esta oración juntos por teléfono: ¡Padre celestial… escucha nuestra oración y responde con milagros y prodigios en la vida de la pequeña Victoria y que sus padres testifiquen de tu gran poder… en el nombre de Jesús! Al día siguiente, Eduardo se comunicó conmigo muy consternado, diciendo que la condición de su hija era grave, la operación había sido exitosa pero sus pulmones se habían llenado de agua. En medio de su tristeza comentó que al menos algo bueno se vislumbraba en el horizonte. Me dijo; “recuerda que oramos pidiendo a Dios por un trabajo y en la oración usted mencionó que yo no tendría que buscar el trabajo, sino que el trabajo vendría a mí”. Emocionado el hombre, continuó diciendo; “¿y qué cree? ¡Exactamente así sucedió! Me hicieron una oferta de trabajo muy buena, gracias a Dios”. Simplemente me limité a decirle que Dios tiene su oído atento a nuestro clamor; así que sigamos pidiendo con fe por la sanidad de Victoria, ten ánimo. El grupo de mujeres de ‘Eternidad’, estuvimos orando e intercediendo por la pequeña de dos meses; declaramos la promesa de Jeremías 33:3 donde dice; “clama a mí y yo te responderé…”. Dos o tres días más tarde, justo el día 12 de diciembre, recibí una llamada de Jazmín. Ella estaba muy contenta porque su hija Victoria había empezado a responder favorablemente; la neumonía ha cedido y con ello la recuperación de la niña va en aumento. ¡Su vida ya está fuera de peligro! ¡A Dios sea toda la gloria y la honra por los siglos de los siglos! El que prometió es fiel para cumplir sus promesas. |
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El grupo de mujeres que vamos a los hospitales cada semana, nos encontramos en esta ocasión con una hermosa niña de 2 meses de edad de nobre Victoria. Con ella, estaba su madre Jazmín Barraza, de tan solo 18 años de edad; quien nos comentó que la bebé nació con sus intestinos fuera de su lugar y sin vesícula y ahora, presentaba un cuadro de neumonía. Los médicos le dijeron que la niña requiere una cirugía muy delicada, pues los ácidos biliares le estaban quemando otros órganos, pero que primero había que controlar la infección en sus bronquios. Cuando le preguntamos; ¿sabes dónde pasarás la eternidad cuando mueras?, ella respondió que no sabía, pero que le gustaría que fuera en el cielo. Jazmín reconoció que estaba alejada de Dios, pero que desea acercarse a Él. Después de un tiempo de hablar con ella y compartir la verdad del Evangelio, oramos por ella y entregó su vida a Jesús y pidió perdón de sus pecados. También tuvimos oportunidad de orar por la bebé Victoria. Rogamos a Dios por misericordia y dirigimos a su madre a pedir perdón por los pecados cometidos por sus generaciones pasadas y declaramos un milagro de sanidad sobre la vida de la pequeña niña. Al despedirnos de Jazmín, le pedí su número de celular para estar en comunicación. Dos días después, el Espíritu Santo me inquietó a llamarle. Cuando marqué me sorprendí al escuchar del otro lado una voz masculina, el hombre dijo llamarse Eduardo y ser el papá de Victoria. Cuando le expliqué quien era yo, y que un grupo de mujeres habíamos estado orando por su esposa e hija unos días atrás; él se quebrantó y me dijo que justo en ese momento, él estaba pidiendo a Dios que le ayudara, pues les acababan de comunicar que al día siguiente en la mañana su hijita entraría a una cirugía de una duración aproximada entre 6 y 7 horas y con muy pocas posibilidades de éxito. El señor Eduardo, comentó ser católico y que sus padres eran creyentes de la Guadalupana. Hablamos por un tiempo, y le expliqué que sólo Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. También le expliqué el impacto espiritual que hay para él y su familia cuando uno rinde su vida y corazón a Jesús, pues sólo Él tiene el poder de sanar y salvar. Al fin, él reconoció a Jesús como su único Salvador y Señor, pidió perdón por el pecado de idolatría en su vida y en su familia, canceló todo ofrecimiento posible que él mismo o alguno de los abuelos hubieran hecho con Victoria y le aseguré que el grupo de mujeres estaríamos intercediendo por su familia. Terminamos haciendo esta oración juntos por teléfono: ¡Padre celestial… escucha nuestra oración y responde con milagros y prodigios en la vida de la pequeña Victoria y que sus padres testifiquen de tu gran poder… en el nombre de Jesús! Al día siguiente, Eduardo se comunicó conmigo muy consternado, diciendo que la condición de su hija era grave, la operación había sido exitosa pero sus pulmones se habían llenado de agua. En medio de su tristeza comentó que al menos algo bueno se vislumbraba en el horizonte. Me dijo; “recuerda que oramos pidiendo a Dios por un trabajo y en la oración usted mencionó que yo no tendría que buscar el trabajo, sino que el trabajo vendría a mí”. Emocionado el hombre, continuó diciendo; “¿y qué cree? ¡Exactamente así sucedió! Me hicieron una oferta de trabajo muy buena, gracias a Dios”. Simplemente me limité a decirle que Dios tiene su oído atento a nuestro clamor; así que sigamos pidiendo con fe por la sanidad de Victoria, ten ánimo. El grupo de mujeres de ‘Eternidad’, estuvimos orando e intercediendo por la pequeña de dos meses; declaramos la promesa de Jeremías 33:3 donde dice; “clama a mí y yo te responderé…”. Dos o tres días más tarde, justo el día 12 de diciembre, recibí una llamada de Jazmín. Ella estaba muy contenta porque su hija Victoria había empezado a responder favorablemente; la neumonía ha cedido y con ello la recuperación de la niña va en aumento. ¡Su vida ya está fuera de peligro! ¡A Dios sea toda la gloria y la honra por los siglos de los siglos! El que prometió es fiel para cumplir sus promesas. |
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El grupo de mujeres que vamos a los hospitales cada semana, nos encontramos en esta ocasión con una hermosa niña de 2 meses de edad de nobre Victoria. Con ella, estaba su madre Jazmín Barraza, de tan solo 18 años de edad; quien nos comentó que la bebé nació con sus intestinos fuera de su lugar y sin vesícula y ahora, presentaba un cuadro de neumonía. Los médicos le dijeron que la niña requiere una cirugía muy delicada, pues los ácidos biliares le estaban quemando otros órganos, pero que primero había que controlar la infección en sus bronquios. Cuando le preguntamos; ¿sabes dónde pasarás la eternidad cuando mueras?, ella respondió que no sabía, pero que le gustaría que fuera en el cielo. Jazmín reconoció que estaba alejada de Dios, pero que desea acercarse a Él. Después de un tiempo de hablar con ella y compartir la verdad del Evangelio, oramos por ella y entregó su vida a Jesús y pidió perdón de sus pecados. También tuvimos oportunidad de orar por la bebé Victoria. Rogamos a Dios por misericordia y dirigimos a su madre a pedir perdón por los pecados cometidos por sus generaciones pasadas y declaramos un milagro de sanidad sobre la vida de la pequeña niña. Al despedirnos de Jazmín, le pedí su número de celular para estar en comunicación. Dos días después, el Espíritu Santo me inquietó a llamarle. Cuando marqué me sorprendí al escuchar del otro lado una voz masculina, el hombre dijo llamarse Eduardo y ser el papá de Victoria. Cuando le expliqué quien era yo, y que un grupo de mujeres habíamos estado orando por su esposa e hija unos días atrás; él se quebrantó y me dijo que justo en ese momento, él estaba pidiendo a Dios que le ayudara, pues les acababan de comunicar que al día siguiente en la mañana su hijita entraría a una cirugía de una duración aproximada entre 6 y 7 horas y con muy pocas posibilidades de éxito. El señor Eduardo, comentó ser católico y que sus padres eran creyentes de la Guadalupana. Hablamos por un tiempo, y le expliqué que sólo Jesucristo es el único mediador entre Dios y el hombre. También le expliqué el impacto espiritual que hay para él y su familia cuando uno rinde su vida y corazón a Jesús, pues sólo Él tiene el poder de sanar y salvar. Al fin, él reconoció a Jesús como su único Salvador y Señor, pidió perdón por el pecado de idolatría en su vida y en su familia, canceló todo ofrecimiento posible que él mismo o alguno de los abuelos hubieran hecho con Victoria y le aseguré que el grupo de mujeres estaríamos intercediendo por su familia. Terminamos haciendo esta oración juntos por teléfono: ¡Padre celestial… escucha nuestra oración y responde con milagros y prodigios en la vida de la pequeña Victoria y que sus padres testifiquen de tu gran poder… en el nombre de Jesús! Al día siguiente, Eduardo se comunicó conmigo muy consternado, diciendo que la condición de su hija era grave, la operación había sido exitosa pero sus pulmones se habían llenado de agua. En medio de su tristeza comentó que al menos algo bueno se vislumbraba en el horizonte. Me dijo; “recuerda que oramos pidiendo a Dios por un trabajo y en la oración usted mencionó que yo no tendría que buscar el trabajo, sino que el trabajo vendría a mí”. Emocionado el hombre, continuó diciendo; “¿y qué cree? ¡Exactamente así sucedió! Me hicieron una oferta de trabajo muy buena, gracias a Dios”. Simplemente me limité a decirle que Dios tiene su oído atento a nuestro clamor; así que sigamos pidiendo con fe por la sanidad de Victoria, ten ánimo. El grupo de mujeres de ‘Eternidad’, estuvimos orando e intercediendo por la pequeña de dos meses; declaramos la promesa de Jeremías 33:3 donde dice; “clama a mí y yo te responderé…”. Dos o tres días más tarde, justo el día 12 de diciembre, recibí una llamada de Jazmín. Ella estaba muy contenta porque su hija Victoria había empezado a responder favorablemente; la neumonía ha cedido y con ello la recuperación de la niña va en aumento. ¡Su vida ya está fuera de peligro! ¡A Dios sea toda la gloria y la honra por los siglos de los siglos! El que prometió es fiel para cumplir sus promesas. |
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