UN MUNDO EN LLAMAS | |||||||
Hoy es tiempo de abrazar el fuego de Dios. ¡Ahora! En días de terrorismo, guerra, cambios climáticos, recesión económica y tanta incertidumbre.
La iglesia en su infancia tuvo que confrontar la persecución. Encabezada por el mismo Sanedrín (corte suprema) de su país y por el fanático fundamentalista Saulo de Tarso. Como si eso no fuera suficiente, Roma en poco tiempo también comenzó a añadir fuego a la persecución de los seguidores de Cristo. ¿Cómo confrontar tan formidables enemigos? ¡¡Abrazaron el fuego de Dios!! Los bomberos forestales saben que la mejor manera de parar un incendio en el bosque es con fuego. ¡Imagínate! ¡Fuego contra fuego! Es el fuego de Dios, el fuego de avivamiento, que necesitamos más que nunca. ¡Solo el fuego del poderoso Espíritu Santo nos llevará a la gran victoria y sobreabundante cosecha prometida en las Sagradas Escrituras!
Últimamente he estado en varias iglesias pentecostales que lamentablemente, tienen poco del Pentecostés. De hecho, más de la mitad de los miembros nunca han sido bautizados en el Espíritu Santo. Estuve en una iglesia en el estado de Chihuahua con ese problema. El pastor me invitó porque él y su esposa estaban hambrientos y desesperados por el fuego de Dios. Reconocen su necesidad. Dios me impresionó que debía enseñar sobre la necesidad de destapar pozos antiguos, así como Isaac tuvo que reabrir los pozos tapados por la basura que sus enemigos habían metido (Gén. 26:18). Hablé con los hermanos en Chihuahua de la necesidad de reabrir los pozos de verdades bíblicas que han sido enterradas a través de muchos años por las tradiciones de los hombres. Estas verdades trajeron nueva vida y avivameinto a la “iglesia dormida”en el pasado. Sin embargo, poco a poco se han descuidado estas preciosas y poderosas raíces.
Por ejemplo, existen denominaciones enteras en las cuales, la generación actual no sabe nada de sus ricas raíces en avivamiento y visitaciones del Espíritu Santo. Los pioneros de estas agrupaciones nacieron en el fuego del Espíritu en sus reuniones. Tristemente en algunos casos, no solo NO buscan ahora este mismo poder y fuego, sino que, de hecho existen “bomberos”, quienes activamente procuran apargar cualquier llama de avivamiento.
A la congregación que visité, le recordé de sus raíces en el avivamiento que comenzó en la calle Azuza en Los Ángeles, California, en los años 1906-1909, porque de este avivamiento nació su denominación. Charles Schmitt, en su libro Floods Upon the Dry Ground (Ríos Sobre Tierra Árida), escribe:
“Cientos, y luego miles, comenzaron a acudir a la calle Azusa, llenando trenes enteros, de todas partes de los Estados Unidos y Canadá y luego de alrededor del mundo. Conforme se iban acercando al edificio, las personas caían bajo el poder de Dios, todavía a varias cuadras de distancia. Se veían ángeles, y visiones de fuego consumiendo el edificio de la misma manera que la zarza ardía en Exodo. En las reuniones había total integración entre las razas: la línea divisoria de ‘color’ desapareció, lavada en la sangre de Cristo.« »Repentinamente, el Espíritu caía sobre la congregación. Dios mismo daba la invitación a que pasaran al frente, al altar. Hombres caían a través de todo el salón, como heridos en batalla, o corrían al altar, en masa, para buscar a Dios.« »Dios tomaba a hombres y a mujeres y los despedazaba, para luego Él mismo volver a unirlos para Su gloria. Fue un tremendo proceso de renovación y transformación. El orgullo, autoimportancia y autoestima no podían sobrevivir en ese lugar”.
¡Oh, Señor! ¡Házlo otra vez! Después de que pasamos un fin de semana con la congregación arriba mencionada, el pastor envió la siguiente carta:
Hermanos Richards, mi esposa y yo estamos muy contentos por lo que ha venido pasando a partir de su visita. ¡El asunto está tremendo! Por ejemplo: En cuanto al hermano de alabanza por quien oraron, que padecía hepatitis C, a tal grado que se mantenía enfermo, necesitando hospitalizarse y someterse a un tratamiento carísimo: Fue tocado por Dios y, ¡el médico suspendió el tratamiento debido a su notable recuperación! Mucha gente ha sido bautizada por el Espíritu Santo. Por primera vez en la historia de la iglesia, las manifestaciones del Espíritu ahora son algo normal en los servicios. Un hermano cuya trayectoria había sido bautista nos comentó lleno de gozo: ‘hermano, ¡me tiró el Señor! Nunca me había pasado. Es una experiencia tremenda, me sentí descansado y muy bien’. La iglesia está gozosa, contenta. La asistencia ha aumentado, las finanzas se han incrementado. Hay euforia y las noticias están corriendo, de que, ¡Dios está visitando a Su pueblo! La unción de Dios sobre mi esposa y sobre mí, está aumentando poderosamente. Es tanta que a veces reimos a carcajadas de felicidad, sintiéndonos desfallecer a causa del poder de Dios.
William Booth, un ministro ordenado por la Iglesia Metodista, la cual había nacido en un avivamiento poderoso bajo el liderazgo de Juan Wesley, con tristeza se vió forzado a abadonar ese púlpito en 1862 para convertirse en un predicador independiente. En 1878, se formó oficialmente el Ejército de Salvación, con el General Booth al frente: un fuerte “ejército de avivamiento”de Dios a través de toda Ingleterra, Europa y los Estados Unidos trajo un nuevo celo y fuego Wesleyano.
Booth escribió: “Lo que yo quería ver era una organización cuyo objetivo y ambición supremos fuera la salvación del mundo…”. Específicamente, en cuanto al “don de lenguas, los dones de sanidades y milagros”, Booth escribió: No se encuentra ni una sola palabra en la Biblia que compruebe que no los podamos tener en este tiempo presente… yo mismo los anhelo. Creo firmemente en su necesidad y creo que ya están entre nosotros. El pobre mundo infiel, debe poder ver todo lo de Dios que sea posile, a fin de que crean”.
Fue William Booth quien compuso el canto tan gráfico, Manda el fuego:
Oh Dios del fuego limpiador, ¡Manda el fuego!
Aquel poder consumidor ¡Manda el fuego hoy!
Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego hoy.
Dios de Elias, escuchanos, ¡manda el fuego! En vida o muerte yo me doy ¡Manda el fuego hoy!
Que quemes todo pecado en mí Que entren gloria y luz en mí ¡Manda el fuego hoy!
Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego hoy
¡Sí, Señor! ¡Manda tu fuego a este mundo en llamas!
Hace poco escuché un mensaje en cassette de Charles Crabtree que me bendijo, vicepresidente de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos, en que este respetado hombre de Dios está desafiando a un grupo de pastores de su denominación a no apartarse de sus raíces en el fuego y la plentud del Espíritu Santo. Les invitaba, aun exhortaba, a volver a buscar ese fuego y a regresar a sus raíces de lo sobrenatural. Con tristeza en su voz, observaba que en muchas de sus iglesias, por “no ofender”a la gente nueva, están minimizando la obra sobrenatural y una visitación del Espíritu Santo.
¿Y qué de mí? ¿Y qué de ti?
Mis colegas en el ministerio, si vamos a dejar lugar para lo genuino, tenemos que ser atrevidos, salir de nuestra zona de comodidad, y orar por los enfermos, oprimidos y endemoniados, lo sintamos o no. Tenemos que orar por los congregantes, para que sean poderosamente tocados por el Espíritu Santo, y que Él se manifieste en ellos. Y no nos desanimemos porque no todos se sanan o se liberan, ni todos son sacudidos por el Espíritu como quisieramos. Frecuentemente, durante la reunión dominical en Vino Nuevo, el Espíritu Santo nos dirige a orar por una necesidad específica, por ejemplo, problemas del corazón, de la espalda o columna. Aunque no todos se sanan, me regocijo con los que si sanan. Pero, si por temor al “¿qué dirán si nada ocurre?”, yo no tomo el paso de fe para orar por los enfermos, ¡jamás veríamos milagros en la iglesia!
Y si jamás oro para que venga el Santo Espíritu sobre nosotros con señales, prodigios y maravillas; o jamás pedimos el fuego de Dios, o dejo de imponer manos sobre los hambrientos, ¡jamás tendremos una visitación del Espíritu en la iglesia! Desesperadamente necesitamos abrazar el fuego de Dios para contrarrestar el fuego del maligno.
s¡Que Dios te bendida en tu búsqueda! |
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UN MUNDO EN LLAMAS |
Hoy es tiempo de abrazar el fuego de Dios. ¡Ahora! En días de terrorismo, guerra, cambios climáticos, recesión económica y tanta incertidumbre.
La iglesia en su infancia tuvo que confrontar la persecución. Encabezada por el mismo Sanedrín (corte suprema) de su país y por el fanático fundamentalista Saulo de Tarso. Como si eso no fuera suficiente, Roma en poco tiempo también comenzó a añadir fuego a la persecución de los seguidores de Cristo. ¿Cómo confrontar tan formidables enemigos? ¡¡Abrazaron el fuego de Dios!! Los bomberos forestales saben que la mejor manera de parar un incendio en el bosque es con fuego. ¡Imagínate! ¡Fuego contra fuego! Es el fuego de Dios, el fuego de avivamiento, que necesitamos más que nunca. ¡Solo el fuego del poderoso Espíritu Santo nos llevará a la gran victoria y sobreabundante cosecha prometida en las Sagradas Escrituras!
Últimamente he estado en varias iglesias pentecostales que lamentablemente, tienen poco del Pentecostés. De hecho, más de la mitad de los miembros nunca han sido bautizados en el Espíritu Santo. Estuve en una iglesia en el estado de Chihuahua con ese problema. El pastor me invitó porque él y su esposa estaban hambrientos y desesperados por el fuego de Dios. Reconocen su necesidad. Dios me impresionó que debía enseñar sobre la necesidad de destapar pozos antiguos, así como Isaac tuvo que reabrir los pozos tapados por la basura que sus enemigos habían metido (Gén. 26:18). Hablé con los hermanos en Chihuahua de la necesidad de reabrir los pozos de verdades bíblicas que han sido enterradas a través de muchos años por las tradiciones de los hombres. Estas verdades trajeron nueva vida y avivameinto a la “iglesia dormida”en el pasado. Sin embargo, poco a poco se han descuidado estas preciosas y poderosas raíces.
Por ejemplo, existen denominaciones enteras en las cuales, la generación actual no sabe nada de sus ricas raíces en avivamiento y visitaciones del Espíritu Santo. Los pioneros de estas agrupaciones nacieron en el fuego del Espíritu en sus reuniones. Tristemente en algunos casos, no solo NO buscan ahora este mismo poder y fuego, sino que, de hecho existen “bomberos”, quienes activamente procuran apargar cualquier llama de avivamiento.
A la congregación que visité, le recordé de sus raíces en el avivamiento que comenzó en la calle Azuza en Los Ángeles, California, en los años 1906-1909, porque de este avivamiento nació su denominación. Charles Schmitt, en su libro Floods Upon the Dry Ground (Ríos Sobre Tierra Árida), escribe:
“Cientos, y luego miles, comenzaron a acudir a la calle Azusa, llenando trenes enteros, de todas partes de los Estados Unidos y Canadá y luego de alrededor del mundo. Conforme se iban acercando al edificio, las personas caían bajo el poder de Dios, todavía a varias cuadras de distancia. Se veían ángeles, y visiones de fuego consumiendo el edificio de la misma manera que la zarza ardía en Exodo. En las reuniones había total integración entre las razas: la línea divisoria de ‘color’ desapareció, lavada en la sangre de Cristo.« »Repentinamente, el Espíritu caía sobre la congregación. Dios mismo daba la invitación a que pasaran al frente, al altar. Hombres caían a través de todo el salón, como heridos en batalla, o corrían al altar, en masa, para buscar a Dios.« »Dios tomaba a hombres y a mujeres y los despedazaba, para luego Él mismo volver a unirlos para Su gloria. Fue un tremendo proceso de renovación y transformación. El orgullo, autoimportancia y autoestima no podían sobrevivir en ese lugar”.
¡Oh, Señor! ¡Házlo otra vez! Después de que pasamos un fin de semana con la congregación arriba mencionada, el pastor envió la siguiente carta:
Hermanos Richards, mi esposa y yo estamos muy contentos por lo que ha venido pasando a partir de su visita. ¡El asunto está tremendo! Por ejemplo: En cuanto al hermano de alabanza por quien oraron, que padecía hepatitis C, a tal grado que se mantenía enfermo, necesitando hospitalizarse y someterse a un tratamiento carísimo: Fue tocado por Dios y, ¡el médico suspendió el tratamiento debido a su notable recuperación! Mucha gente ha sido bautizada por el Espíritu Santo. Por primera vez en la historia de la iglesia, las manifestaciones del Espíritu ahora son algo normal en los servicios. Un hermano cuya trayectoria había sido bautista nos comentó lleno de gozo: ‘hermano, ¡me tiró el Señor! Nunca me había pasado. Es una experiencia tremenda, me sentí descansado y muy bien’. La iglesia está gozosa, contenta. La asistencia ha aumentado, las finanzas se han incrementado. Hay euforia y las noticias están corriendo, de que, ¡Dios está visitando a Su pueblo! La unción de Dios sobre mi esposa y sobre mí, está aumentando poderosamente. Es tanta que a veces reimos a carcajadas de felicidad, sintiéndonos desfallecer a causa del poder de Dios.
William Booth, un ministro ordenado por la Iglesia Metodista, la cual había nacido en un avivamiento poderoso bajo el liderazgo de Juan Wesley, con tristeza se vió forzado a abadonar ese púlpito en 1862 para convertirse en un predicador independiente. En 1878, se formó oficialmente el Ejército de Salvación, con el General Booth al frente: un fuerte “ejército de avivamiento”de Dios a través de toda Ingleterra, Europa y los Estados Unidos trajo un nuevo celo y fuego Wesleyano.
Booth escribió: “Lo que yo quería ver era una organización cuyo objetivo y ambición supremos fuera la salvación del mundo…”. Específicamente, en cuanto al “don de lenguas, los dones de sanidades y milagros”, Booth escribió: No se encuentra ni una sola palabra en la Biblia que compruebe que no los podamos tener en este tiempo presente… yo mismo los anhelo. Creo firmemente en su necesidad y creo que ya están entre nosotros. El pobre mundo infiel, debe poder ver todo lo de Dios que sea posile, a fin de que crean”.
Fue William Booth quien compuso el canto tan gráfico, Manda el fuego:
Oh Dios del fuego limpiador, ¡Manda el fuego!
Aquel poder consumidor ¡Manda el fuego hoy!
Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego hoy.
Dios de Elias, escuchanos, ¡manda el fuego! En vida o muerte yo me doy ¡Manda el fuego hoy!
Que quemes todo pecado en mí Que entren gloria y luz en mí ¡Manda el fuego hoy!
Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego hoy
¡Sí, Señor! ¡Manda tu fuego a este mundo en llamas!
Hace poco escuché un mensaje en cassette de Charles Crabtree que me bendijo, vicepresidente de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos, en que este respetado hombre de Dios está desafiando a un grupo de pastores de su denominación a no apartarse de sus raíces en el fuego y la plentud del Espíritu Santo. Les invitaba, aun exhortaba, a volver a buscar ese fuego y a regresar a sus raíces de lo sobrenatural. Con tristeza en su voz, observaba que en muchas de sus iglesias, por “no ofender”a la gente nueva, están minimizando la obra sobrenatural y una visitación del Espíritu Santo.
¿Y qué de mí? ¿Y qué de ti?
Mis colegas en el ministerio, si vamos a dejar lugar para lo genuino, tenemos que ser atrevidos, salir de nuestra zona de comodidad, y orar por los enfermos, oprimidos y endemoniados, lo sintamos o no. Tenemos que orar por los congregantes, para que sean poderosamente tocados por el Espíritu Santo, y que Él se manifieste en ellos. Y no nos desanimemos porque no todos se sanan o se liberan, ni todos son sacudidos por el Espíritu como quisieramos. Frecuentemente, durante la reunión dominical en Vino Nuevo, el Espíritu Santo nos dirige a orar por una necesidad específica, por ejemplo, problemas del corazón, de la espalda o columna. Aunque no todos se sanan, me regocijo con los que si sanan. Pero, si por temor al “¿qué dirán si nada ocurre?”, yo no tomo el paso de fe para orar por los enfermos, ¡jamás veríamos milagros en la iglesia!
Y si jamás oro para que venga el Santo Espíritu sobre nosotros con señales, prodigios y maravillas; o jamás pedimos el fuego de Dios, o dejo de imponer manos sobre los hambrientos, ¡jamás tendremos una visitación del Espíritu en la iglesia! Desesperadamente necesitamos abrazar el fuego de Dios para contrarrestar el fuego del maligno.
s¡Que Dios te bendida en tu búsqueda! |
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UN MUNDO EN LLAMAS |
Hoy es tiempo de abrazar el fuego de Dios. ¡Ahora! En días de terrorismo, guerra, cambios climáticos, recesión económica y tanta incertidumbre.
La iglesia en su infancia tuvo que confrontar la persecución. Encabezada por el mismo Sanedrín (corte suprema) de su país y por el fanático fundamentalista Saulo de Tarso. Como si eso no fuera suficiente, Roma en poco tiempo también comenzó a añadir fuego a la persecución de los seguidores de Cristo. ¿Cómo confrontar tan formidables enemigos? ¡¡Abrazaron el fuego de Dios!! Los bomberos forestales saben que la mejor manera de parar un incendio en el bosque es con fuego. ¡Imagínate! ¡Fuego contra fuego! Es el fuego de Dios, el fuego de avivamiento, que necesitamos más que nunca. ¡Solo el fuego del poderoso Espíritu Santo nos llevará a la gran victoria y sobreabundante cosecha prometida en las Sagradas Escrituras!
Últimamente he estado en varias iglesias pentecostales que lamentablemente, tienen poco del Pentecostés. De hecho, más de la mitad de los miembros nunca han sido bautizados en el Espíritu Santo. Estuve en una iglesia en el estado de Chihuahua con ese problema. El pastor me invitó porque él y su esposa estaban hambrientos y desesperados por el fuego de Dios. Reconocen su necesidad. Dios me impresionó que debía enseñar sobre la necesidad de destapar pozos antiguos, así como Isaac tuvo que reabrir los pozos tapados por la basura que sus enemigos habían metido (Gén. 26:18). Hablé con los hermanos en Chihuahua de la necesidad de reabrir los pozos de verdades bíblicas que han sido enterradas a través de muchos años por las tradiciones de los hombres. Estas verdades trajeron nueva vida y avivameinto a la “iglesia dormida”en el pasado. Sin embargo, poco a poco se han descuidado estas preciosas y poderosas raíces.
Por ejemplo, existen denominaciones enteras en las cuales, la generación actual no sabe nada de sus ricas raíces en avivamiento y visitaciones del Espíritu Santo. Los pioneros de estas agrupaciones nacieron en el fuego del Espíritu en sus reuniones. Tristemente en algunos casos, no solo NO buscan ahora este mismo poder y fuego, sino que, de hecho existen “bomberos”, quienes activamente procuran apargar cualquier llama de avivamiento.
A la congregación que visité, le recordé de sus raíces en el avivamiento que comenzó en la calle Azuza en Los Ángeles, California, en los años 1906-1909, porque de este avivamiento nació su denominación. Charles Schmitt, en su libro Floods Upon the Dry Ground (Ríos Sobre Tierra Árida), escribe:
“Cientos, y luego miles, comenzaron a acudir a la calle Azusa, llenando trenes enteros, de todas partes de los Estados Unidos y Canadá y luego de alrededor del mundo. Conforme se iban acercando al edificio, las personas caían bajo el poder de Dios, todavía a varias cuadras de distancia. Se veían ángeles, y visiones de fuego consumiendo el edificio de la misma manera que la zarza ardía en Exodo. En las reuniones había total integración entre las razas: la línea divisoria de ‘color’ desapareció, lavada en la sangre de Cristo.« »Repentinamente, el Espíritu caía sobre la congregación. Dios mismo daba la invitación a que pasaran al frente, al altar. Hombres caían a través de todo el salón, como heridos en batalla, o corrían al altar, en masa, para buscar a Dios.« »Dios tomaba a hombres y a mujeres y los despedazaba, para luego Él mismo volver a unirlos para Su gloria. Fue un tremendo proceso de renovación y transformación. El orgullo, autoimportancia y autoestima no podían sobrevivir en ese lugar”.
¡Oh, Señor! ¡Házlo otra vez! Después de que pasamos un fin de semana con la congregación arriba mencionada, el pastor envió la siguiente carta:
Hermanos Richards, mi esposa y yo estamos muy contentos por lo que ha venido pasando a partir de su visita. ¡El asunto está tremendo! Por ejemplo: En cuanto al hermano de alabanza por quien oraron, que padecía hepatitis C, a tal grado que se mantenía enfermo, necesitando hospitalizarse y someterse a un tratamiento carísimo: Fue tocado por Dios y, ¡el médico suspendió el tratamiento debido a su notable recuperación! Mucha gente ha sido bautizada por el Espíritu Santo. Por primera vez en la historia de la iglesia, las manifestaciones del Espíritu ahora son algo normal en los servicios. Un hermano cuya trayectoria había sido bautista nos comentó lleno de gozo: ‘hermano, ¡me tiró el Señor! Nunca me había pasado. Es una experiencia tremenda, me sentí descansado y muy bien’. La iglesia está gozosa, contenta. La asistencia ha aumentado, las finanzas se han incrementado. Hay euforia y las noticias están corriendo, de que, ¡Dios está visitando a Su pueblo! La unción de Dios sobre mi esposa y sobre mí, está aumentando poderosamente. Es tanta que a veces reimos a carcajadas de felicidad, sintiéndonos desfallecer a causa del poder de Dios.
William Booth, un ministro ordenado por la Iglesia Metodista, la cual había nacido en un avivamiento poderoso bajo el liderazgo de Juan Wesley, con tristeza se vió forzado a abadonar ese púlpito en 1862 para convertirse en un predicador independiente. En 1878, se formó oficialmente el Ejército de Salvación, con el General Booth al frente: un fuerte “ejército de avivamiento”de Dios a través de toda Ingleterra, Europa y los Estados Unidos trajo un nuevo celo y fuego Wesleyano.
Booth escribió: “Lo que yo quería ver era una organización cuyo objetivo y ambición supremos fuera la salvación del mundo…”. Específicamente, en cuanto al “don de lenguas, los dones de sanidades y milagros”, Booth escribió: No se encuentra ni una sola palabra en la Biblia que compruebe que no los podamos tener en este tiempo presente… yo mismo los anhelo. Creo firmemente en su necesidad y creo que ya están entre nosotros. El pobre mundo infiel, debe poder ver todo lo de Dios que sea posile, a fin de que crean”.
Fue William Booth quien compuso el canto tan gráfico, Manda el fuego:
Oh Dios del fuego limpiador, ¡Manda el fuego!
Aquel poder consumidor ¡Manda el fuego hoy!
Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego hoy.
Dios de Elias, escuchanos, ¡manda el fuego! En vida o muerte yo me doy ¡Manda el fuego hoy!
Que quemes todo pecado en mí Que entren gloria y luz en mí ¡Manda el fuego hoy!
Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego Manda el fuego hoy
¡Sí, Señor! ¡Manda tu fuego a este mundo en llamas!
Hace poco escuché un mensaje en cassette de Charles Crabtree que me bendijo, vicepresidente de las Asambleas de Dios en los Estados Unidos, en que este respetado hombre de Dios está desafiando a un grupo de pastores de su denominación a no apartarse de sus raíces en el fuego y la plentud del Espíritu Santo. Les invitaba, aun exhortaba, a volver a buscar ese fuego y a regresar a sus raíces de lo sobrenatural. Con tristeza en su voz, observaba que en muchas de sus iglesias, por “no ofender”a la gente nueva, están minimizando la obra sobrenatural y una visitación del Espíritu Santo.
¿Y qué de mí? ¿Y qué de ti?
Mis colegas en el ministerio, si vamos a dejar lugar para lo genuino, tenemos que ser atrevidos, salir de nuestra zona de comodidad, y orar por los enfermos, oprimidos y endemoniados, lo sintamos o no. Tenemos que orar por los congregantes, para que sean poderosamente tocados por el Espíritu Santo, y que Él se manifieste en ellos. Y no nos desanimemos porque no todos se sanan o se liberan, ni todos son sacudidos por el Espíritu como quisieramos. Frecuentemente, durante la reunión dominical en Vino Nuevo, el Espíritu Santo nos dirige a orar por una necesidad específica, por ejemplo, problemas del corazón, de la espalda o columna. Aunque no todos se sanan, me regocijo con los que si sanan. Pero, si por temor al “¿qué dirán si nada ocurre?”, yo no tomo el paso de fe para orar por los enfermos, ¡jamás veríamos milagros en la iglesia!
Y si jamás oro para que venga el Santo Espíritu sobre nosotros con señales, prodigios y maravillas; o jamás pedimos el fuego de Dios, o dejo de imponer manos sobre los hambrientos, ¡jamás tendremos una visitación del Espíritu en la iglesia! Desesperadamente necesitamos abrazar el fuego de Dios para contrarrestar el fuego del maligno.
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