El desafÃo de ser Hombre II | |||||||
2. El hombre y su esposa Cuando yo tenía 18 ó 19 años, recuerdo que mi mayor ilusión en la vida era encontrar “la princesa” para mí y casarme. Pero mi mayor problema era mi extrema timidez. ¡Especialmente timidez e inseguridad con el sexo opuesto! Era tan tímido que temía que una muchacha jamás iba a querer casarse conmigo. Sin embargo, seguía soñando con el día en que contraería matrimonio. Al contrario de mi actitud de joven, observo hoy en día que muchos jóvenes esperan muchísimos años, antes de casarse. Posiblemente es porque han visto demasiada infelicidad y divorcio, aun en el matrimonio de sus padres y por lo tanto, tienen cierto temor al compromiso del matrimonio y al fracaso. Nada de esto pasó por mi mente de joven. A pesar de que mis padres no tuvieron un matrimonio que pudiéramos llamar feliz, ¡yo quería casarme! Cuando conocí a Gloria y empecé a tratarla, me enamoré locamente y supe que quería casarme con ella, ¡lo antes posible! En aquel entonces, yo era militar, así que no pude prometerle una casa propia, mucho menos riquezas. Sin embargo, nuestro amor fue tan firme y también nuestro mutuo deseo de servir al Señor, que decidimos casarnos con la bendición de nuestras familias y vivir dentro de un presupuesto muy, pero muy limitado. A los 22 años, empecé lo que sería la aventura más grande de mi vida, después de la aventura de servir a Dios, ¡el matrimonio! Como cualquier matrimonio normal y sano, Gloria y yo hemos tenido desacuerdos, aun fuertes discusiones por tener diferencias de opinión, pero no hemos permitido que estos pleitos normales lleguen a una guerra fría. En conferencias para matrimonios, he dicho, en broma, que Gloria nunca ha pensado en el divorcio, ¡aunque sospecho que en ocasiones ha contemplado el homicidio! Vivid sabiamente con ella Por muy difícil que sea para los hombres estar de acuerdo sobre un tema, hay un asunto en que casi todos concuerdan y probablemente es la mayor fuente de las bromas entre hombres. Pregunta a cualquier hombre, ¿entiendes la manera en que piensan las mujeres?, casi siempre la respuesta es, nadie entiende a las mujeres, ni siquiera ellas mismas. Pedro nos exhorta en 1ª Pedro 3:7 diciendo: “...Vivid con ellas sabiamente...”. Si Dios nos manda vivir con nuestras esposas “sabiamente”, es porque podemos aprender muchas cosas de su naturaleza si sólo nos tomamos el tiempo. El Dr. Tim LaHaye dice en su libro “Cómo estar casados y felices”: “No me jacto de ser una autoridad sobre cosas femeninas, pero después de aconsejar a varios cientos de mujeres, he llegado a una conclusión básica: la mayoría de los hombres no saben cómo hacer feliz a una mujer. No es el dinero, ni los diamantes, casas, viajes u otras cosas lo que la hace feliz, sino es simplemente el amor. No el acto del amor, sino el trato que produce el acto del amor... ternura, comprensión, atenciones, aceptación y reconocimiento de parte de su marido de que él no es un ser completo sin ella”. Dios nos dice a nosotros, los hombres en Efesios 5:25, 28, 33: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo...”. ¿Cómo Cristo amó a la iglesia? ¡Con un amor genuino y no egoísta, entre otras cosas! El amor tiene que expresarse con palabras y acciones ¿Sabías que, encuestas revelan que, con el fin de suplir sus necesidades emocionales no cubiertas en casa, las mujeres se refugian en fantasías románticas por medio de novelas, películas e incluso relaciones “inofensivas” a través de alguna red social? ¿Qué diría tu esposa sobre el asunto? ¿Eres como el esposo “típico” que vemos en la televisión, que se levanta en la mañana con la mente en sus negocios y se despide de su esposa con un beso rápido? (si es que siquiera la besa). Después de un día muy cansado, llega a la casa de mal humor, se sienta a leer el periódico y ver la televisión. Cena casi sin comunicarse y vuelve a la televisión hasta que es hora de dormir. Una señora escribió a un consejero: “El problema número uno del matrimonio no es la lujuria, ni el adulterio, ¡es la televisión!”. Y como alguien dijo: “Lo único que es peor que el debilucho ratoncito, tal como se pinta al hombre en la pantalla, es aquél que se queda pegado a la pantalla”. Hace poco salió un reportaje interesante sobre el número creciente de mujeres que se están divorciando por una razón nueva; porque, según ellas, sus esposos son literalmente, ¡adictos a los deportes de la pantalla! Recordando los días especiales Casi desde el principio de nuestro matrimonio, me di cuenta que para Gloria, los detalles eran importantes: regalitos, tarjetas o chocolates inesperados, pero sobre todo, recordar su cumpleaños, nuestro aniversario, “el Día de la Amistad” y otras ocasiones especiales. Aún recuerdo la reacción de una vecina cuando vivíamos en la ciudad de Chihuahua, donde las flores eran muy económicas. Le pareció tan extraño que un hombre casado ya por unos nueve o diez años en aquel entonces, le llevara flores a su esposa de vez en cuando sin ningún motivo. Ella le insinuaba a Gloria que, ¡tal vez yo estaba tratando de ocultar algo terrible que había hecho! El tiempo es más importante que el dinero Aunque hay casos desafortunados en que por una verdadera necesidad, uno se ve obligado a trabajar 60 horas o más a la semana, otras veces el hombre prefiere “enterrarse” en su oficina o trabajo para no confrontar situaciones desagradables en su casa. Aun otros hombres son tan adictos a su profesión que casi se les olvidan las necesidades emocionales de su familia. El famoso rey de la música rock, Elvis Presley, aparentemente lo tenía todo... fama como pocas personas, riquezas increíbles y una bella esposa. Sin embargo, mientras Elvis viajaba constantemente ganando más fama y más dinero, su esposa Priscilla, rodeada de sus joyas, ropa fina y la mansión en que vivía, en su soledad, contrató a un entrenador de karate y se enamoró de él. ¡Un hombre que ganaba apenas $200 dólares por semana! Una miseria, en comparación a los millones de dólares que ganaba su marido, pero su instructor le dio lo que más necesitaba: ¡tiempo y atención! Elvis fue uno de los hombres más famosos y más ricos del mundo, sin embargo, se quedó sin lo mejor que tenía: su esposa, su ayuda idónea. En una de las últimas canciones que él escribió, cantaba: “Estoy solo, tan solo, que quisiera morir”. Y, ¡antes de cumplir los 45 años murió! Dios es pro-sexo Cualquier hombre que desea intimidad con su esposa tiene que reconocer que la intimidad no empieza por la noche en la recámara. Empieza por la mañana cuando él le da un beso en la mejilla y le dice cuánto le ama; empieza cuando él expresa su amor durante el día a través de pequeñas atenciones. ¡Hasta hay un libro cuyo título es “El amor comienza en la cocina”! Dios quiere que experimentemos el sexo al máximo, así que Él nos dio este bello don no sólo para procreación, sino también para placer. Cuando las relaciones sexuales son como deben de ser (placenteras para ambos) sirven como un cojín en la vida para “suavizar” los golpes, es decir, las ofensas que cometemos el uno contra el otro. Como cualquier otra cosa, una buena relación sexual requiere tiempo. Y entre más leo y más aconsejo a parejas, más me doy cuenta de que la vida acelerada que todos llevamos hoy día no se presta para cultivar una relación muy romántica. Un pastor y consejero escribió que él siempre pregunta a las parejas que vienen para consejería si tienen relaciones íntimas con regularidad y consistencia. Y una respuesta muy común entre parejas jóvenes es: “Pues, estamos muy ocupados pero tenemos relaciones tal vez una vez al mes”. Otros dicen: “ya han pasado dos o tres meses”. Los muchos compromisos y presiones en la vida están robando el tiempo y esfuerzo de estos matrimonios jóvenes y la primera cosa que sacrifican es su vida romántica e íntima. Hombre, ¡no permitas que te suceda! Toma la iniciativa para hablar de prioridades con tu esposa. Tu matrimonio debe ser número dos en la lista, inmediatamente después de tu compromiso y relación con Dios. Dejen a los hijos de vez en cuando (obviamente con alguien responsable) para tener tiempo a solas como pareja. Sacrifica lo que sea necesario para que esto suceda. Ellos cosecharán el beneficio de unos papás felices y bien enamorados. ¡Sé un sabio y sensible varón y mantén viva “la llama”, la pasión (ya santificada) y el romance en tu matrimonio! Es posible estar enamorado para toda la vida... de una sola mujer... tu esposa. Requiere compromiso, integridad, tiempo y trabajo. Pero, ¡vale la pena! Cuidar las apariencias Quiero mencionar otro aspecto del amor, muchas veces descuidado, que es el de cuidar las apariencias, hacer algo inocentemente que pudiera traer falsas conclusiones y como resultado, lastimar a tu esposa. Recuerdo un incidente que sucedió un día en La Junta, Chihuahua, el pueblo de 10,000 habitantes metido en la Sierra Tarahumara donde mi familia y yo vivimos por doce años. Apenas teníamos unos meses de haber llegado cuando un día salí de mi casa, me subí en la camioneta y de repente, una mujer se lanzó adentro, al lado de los pasajeros. Vestida provocativamente, esta mujer empezó a llorar y decirme: “Llévame a mi casa”. Algo dentro de mí estaba diciendo: “Trampa! ¡Trampa! ¡Trampa!”. Apagué el motor inmediatamente, bajé de la camioneta y llamé a Gloria para que viniera a ver qué necesitaba esta mujer desconocida. Para hacer la historia corta, el jefe de policía de La Junta, quien quería hacerme daño, a fin de que yo saliera de su pueblo, la había despachado a mi casa, esperando que yo la llevara a su casa para que así él pudiera acusarme de estar con una prostituta. Cuento la historia sólo para decir que mi amor por mi esposa es tal que yo no haría nada en todo el mundo, estando dentro de mi capacidad, que la pudiera lastimar. ¡Nuestro matrimonio es demasiado importante para mí! ¡Ten cuidado en cualquier tipo de relación con las mujeres que no sean tu esposa! No entres en coqueterías con nadie, porque puedes destruir la autoestima de tu esposa. A la vez debemos ser siempre prudentes en cuanto el estar a solas con otra mujer, tomando en cuenta que Satanás quiere manchar nuestro testimonio. Alguien escribió: “El mantener un matrimonio sano no necesariamente elimina las tentaciones, pero sí reduce su impacto”. Hayas tenido o no un buen ejemplo de cómo debe ser un marido atento, puedes aprender y cambiar. Cuando me casé, decidí que mi matrimonio tenía que ser diferente al de mis padres. ¡Y ha sido diferente, gracias a Dios! Tú también puedes vencer patrones deficientes de tu pasado y tener felicidad con tu esposa. La siguiente vez, veremos cómo agradar a Dios en otras relaciones humanas, tanto como padres, amigos, etc. |
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El desafÃo de ser Hombre II |
2. El hombre y su esposa Cuando yo tenía 18 ó 19 años, recuerdo que mi mayor ilusión en la vida era encontrar “la princesa” para mí y casarme. Pero mi mayor problema era mi extrema timidez. ¡Especialmente timidez e inseguridad con el sexo opuesto! Era tan tímido que temía que una muchacha jamás iba a querer casarse conmigo. Sin embargo, seguía soñando con el día en que contraería matrimonio. Al contrario de mi actitud de joven, observo hoy en día que muchos jóvenes esperan muchísimos años, antes de casarse. Posiblemente es porque han visto demasiada infelicidad y divorcio, aun en el matrimonio de sus padres y por lo tanto, tienen cierto temor al compromiso del matrimonio y al fracaso. Nada de esto pasó por mi mente de joven. A pesar de que mis padres no tuvieron un matrimonio que pudiéramos llamar feliz, ¡yo quería casarme! Cuando conocí a Gloria y empecé a tratarla, me enamoré locamente y supe que quería casarme con ella, ¡lo antes posible! En aquel entonces, yo era militar, así que no pude prometerle una casa propia, mucho menos riquezas. Sin embargo, nuestro amor fue tan firme y también nuestro mutuo deseo de servir al Señor, que decidimos casarnos con la bendición de nuestras familias y vivir dentro de un presupuesto muy, pero muy limitado. A los 22 años, empecé lo que sería la aventura más grande de mi vida, después de la aventura de servir a Dios, ¡el matrimonio! Como cualquier matrimonio normal y sano, Gloria y yo hemos tenido desacuerdos, aun fuertes discusiones por tener diferencias de opinión, pero no hemos permitido que estos pleitos normales lleguen a una guerra fría. En conferencias para matrimonios, he dicho, en broma, que Gloria nunca ha pensado en el divorcio, ¡aunque sospecho que en ocasiones ha contemplado el homicidio! Vivid sabiamente con ella Por muy difícil que sea para los hombres estar de acuerdo sobre un tema, hay un asunto en que casi todos concuerdan y probablemente es la mayor fuente de las bromas entre hombres. Pregunta a cualquier hombre, ¿entiendes la manera en que piensan las mujeres?, casi siempre la respuesta es, nadie entiende a las mujeres, ni siquiera ellas mismas. Pedro nos exhorta en 1ª Pedro 3:7 diciendo: “...Vivid con ellas sabiamente...”. Si Dios nos manda vivir con nuestras esposas “sabiamente”, es porque podemos aprender muchas cosas de su naturaleza si sólo nos tomamos el tiempo. El Dr. Tim LaHaye dice en su libro “Cómo estar casados y felices”: “No me jacto de ser una autoridad sobre cosas femeninas, pero después de aconsejar a varios cientos de mujeres, he llegado a una conclusión básica: la mayoría de los hombres no saben cómo hacer feliz a una mujer. No es el dinero, ni los diamantes, casas, viajes u otras cosas lo que la hace feliz, sino es simplemente el amor. No el acto del amor, sino el trato que produce el acto del amor... ternura, comprensión, atenciones, aceptación y reconocimiento de parte de su marido de que él no es un ser completo sin ella”. Dios nos dice a nosotros, los hombres en Efesios 5:25, 28, 33: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo...”. ¿Cómo Cristo amó a la iglesia? ¡Con un amor genuino y no egoísta, entre otras cosas! El amor tiene que expresarse con palabras y acciones ¿Sabías que, encuestas revelan que, con el fin de suplir sus necesidades emocionales no cubiertas en casa, las mujeres se refugian en fantasías románticas por medio de novelas, películas e incluso relaciones “inofensivas” a través de alguna red social? ¿Qué diría tu esposa sobre el asunto? ¿Eres como el esposo “típico” que vemos en la televisión, que se levanta en la mañana con la mente en sus negocios y se despide de su esposa con un beso rápido? (si es que siquiera la besa). Después de un día muy cansado, llega a la casa de mal humor, se sienta a leer el periódico y ver la televisión. Cena casi sin comunicarse y vuelve a la televisión hasta que es hora de dormir. Una señora escribió a un consejero: “El problema número uno del matrimonio no es la lujuria, ni el adulterio, ¡es la televisión!”. Y como alguien dijo: “Lo único que es peor que el debilucho ratoncito, tal como se pinta al hombre en la pantalla, es aquél que se queda pegado a la pantalla”. Hace poco salió un reportaje interesante sobre el número creciente de mujeres que se están divorciando por una razón nueva; porque, según ellas, sus esposos son literalmente, ¡adictos a los deportes de la pantalla! Recordando los días especiales Casi desde el principio de nuestro matrimonio, me di cuenta que para Gloria, los detalles eran importantes: regalitos, tarjetas o chocolates inesperados, pero sobre todo, recordar su cumpleaños, nuestro aniversario, “el Día de la Amistad” y otras ocasiones especiales. Aún recuerdo la reacción de una vecina cuando vivíamos en la ciudad de Chihuahua, donde las flores eran muy económicas. Le pareció tan extraño que un hombre casado ya por unos nueve o diez años en aquel entonces, le llevara flores a su esposa de vez en cuando sin ningún motivo. Ella le insinuaba a Gloria que, ¡tal vez yo estaba tratando de ocultar algo terrible que había hecho! El tiempo es más importante que el dinero Aunque hay casos desafortunados en que por una verdadera necesidad, uno se ve obligado a trabajar 60 horas o más a la semana, otras veces el hombre prefiere “enterrarse” en su oficina o trabajo para no confrontar situaciones desagradables en su casa. Aun otros hombres son tan adictos a su profesión que casi se les olvidan las necesidades emocionales de su familia. El famoso rey de la música rock, Elvis Presley, aparentemente lo tenía todo... fama como pocas personas, riquezas increíbles y una bella esposa. Sin embargo, mientras Elvis viajaba constantemente ganando más fama y más dinero, su esposa Priscilla, rodeada de sus joyas, ropa fina y la mansión en que vivía, en su soledad, contrató a un entrenador de karate y se enamoró de él. ¡Un hombre que ganaba apenas $200 dólares por semana! Una miseria, en comparación a los millones de dólares que ganaba su marido, pero su instructor le dio lo que más necesitaba: ¡tiempo y atención! Elvis fue uno de los hombres más famosos y más ricos del mundo, sin embargo, se quedó sin lo mejor que tenía: su esposa, su ayuda idónea. En una de las últimas canciones que él escribió, cantaba: “Estoy solo, tan solo, que quisiera morir”. Y, ¡antes de cumplir los 45 años murió! Dios es pro-sexo Cualquier hombre que desea intimidad con su esposa tiene que reconocer que la intimidad no empieza por la noche en la recámara. Empieza por la mañana cuando él le da un beso en la mejilla y le dice cuánto le ama; empieza cuando él expresa su amor durante el día a través de pequeñas atenciones. ¡Hasta hay un libro cuyo título es “El amor comienza en la cocina”! Dios quiere que experimentemos el sexo al máximo, así que Él nos dio este bello don no sólo para procreación, sino también para placer. Cuando las relaciones sexuales son como deben de ser (placenteras para ambos) sirven como un cojín en la vida para “suavizar” los golpes, es decir, las ofensas que cometemos el uno contra el otro. Como cualquier otra cosa, una buena relación sexual requiere tiempo. Y entre más leo y más aconsejo a parejas, más me doy cuenta de que la vida acelerada que todos llevamos hoy día no se presta para cultivar una relación muy romántica. Un pastor y consejero escribió que él siempre pregunta a las parejas que vienen para consejería si tienen relaciones íntimas con regularidad y consistencia. Y una respuesta muy común entre parejas jóvenes es: “Pues, estamos muy ocupados pero tenemos relaciones tal vez una vez al mes”. Otros dicen: “ya han pasado dos o tres meses”. Los muchos compromisos y presiones en la vida están robando el tiempo y esfuerzo de estos matrimonios jóvenes y la primera cosa que sacrifican es su vida romántica e íntima. Hombre, ¡no permitas que te suceda! Toma la iniciativa para hablar de prioridades con tu esposa. Tu matrimonio debe ser número dos en la lista, inmediatamente después de tu compromiso y relación con Dios. Dejen a los hijos de vez en cuando (obviamente con alguien responsable) para tener tiempo a solas como pareja. Sacrifica lo que sea necesario para que esto suceda. Ellos cosecharán el beneficio de unos papás felices y bien enamorados. ¡Sé un sabio y sensible varón y mantén viva “la llama”, la pasión (ya santificada) y el romance en tu matrimonio! Es posible estar enamorado para toda la vida... de una sola mujer... tu esposa. Requiere compromiso, integridad, tiempo y trabajo. Pero, ¡vale la pena! Cuidar las apariencias Quiero mencionar otro aspecto del amor, muchas veces descuidado, que es el de cuidar las apariencias, hacer algo inocentemente que pudiera traer falsas conclusiones y como resultado, lastimar a tu esposa. Recuerdo un incidente que sucedió un día en La Junta, Chihuahua, el pueblo de 10,000 habitantes metido en la Sierra Tarahumara donde mi familia y yo vivimos por doce años. Apenas teníamos unos meses de haber llegado cuando un día salí de mi casa, me subí en la camioneta y de repente, una mujer se lanzó adentro, al lado de los pasajeros. Vestida provocativamente, esta mujer empezó a llorar y decirme: “Llévame a mi casa”. Algo dentro de mí estaba diciendo: “Trampa! ¡Trampa! ¡Trampa!”. Apagué el motor inmediatamente, bajé de la camioneta y llamé a Gloria para que viniera a ver qué necesitaba esta mujer desconocida. Para hacer la historia corta, el jefe de policía de La Junta, quien quería hacerme daño, a fin de que yo saliera de su pueblo, la había despachado a mi casa, esperando que yo la llevara a su casa para que así él pudiera acusarme de estar con una prostituta. Cuento la historia sólo para decir que mi amor por mi esposa es tal que yo no haría nada en todo el mundo, estando dentro de mi capacidad, que la pudiera lastimar. ¡Nuestro matrimonio es demasiado importante para mí! ¡Ten cuidado en cualquier tipo de relación con las mujeres que no sean tu esposa! No entres en coqueterías con nadie, porque puedes destruir la autoestima de tu esposa. A la vez debemos ser siempre prudentes en cuanto el estar a solas con otra mujer, tomando en cuenta que Satanás quiere manchar nuestro testimonio. Alguien escribió: “El mantener un matrimonio sano no necesariamente elimina las tentaciones, pero sí reduce su impacto”. Hayas tenido o no un buen ejemplo de cómo debe ser un marido atento, puedes aprender y cambiar. Cuando me casé, decidí que mi matrimonio tenía que ser diferente al de mis padres. ¡Y ha sido diferente, gracias a Dios! Tú también puedes vencer patrones deficientes de tu pasado y tener felicidad con tu esposa. La siguiente vez, veremos cómo agradar a Dios en otras relaciones humanas, tanto como padres, amigos, etc. |
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El desafÃo de ser Hombre II |
2. El hombre y su esposa Cuando yo tenía 18 ó 19 años, recuerdo que mi mayor ilusión en la vida era encontrar “la princesa” para mí y casarme. Pero mi mayor problema era mi extrema timidez. ¡Especialmente timidez e inseguridad con el sexo opuesto! Era tan tímido que temía que una muchacha jamás iba a querer casarse conmigo. Sin embargo, seguía soñando con el día en que contraería matrimonio. Al contrario de mi actitud de joven, observo hoy en día que muchos jóvenes esperan muchísimos años, antes de casarse. Posiblemente es porque han visto demasiada infelicidad y divorcio, aun en el matrimonio de sus padres y por lo tanto, tienen cierto temor al compromiso del matrimonio y al fracaso. Nada de esto pasó por mi mente de joven. A pesar de que mis padres no tuvieron un matrimonio que pudiéramos llamar feliz, ¡yo quería casarme! Cuando conocí a Gloria y empecé a tratarla, me enamoré locamente y supe que quería casarme con ella, ¡lo antes posible! En aquel entonces, yo era militar, así que no pude prometerle una casa propia, mucho menos riquezas. Sin embargo, nuestro amor fue tan firme y también nuestro mutuo deseo de servir al Señor, que decidimos casarnos con la bendición de nuestras familias y vivir dentro de un presupuesto muy, pero muy limitado. A los 22 años, empecé lo que sería la aventura más grande de mi vida, después de la aventura de servir a Dios, ¡el matrimonio! Como cualquier matrimonio normal y sano, Gloria y yo hemos tenido desacuerdos, aun fuertes discusiones por tener diferencias de opinión, pero no hemos permitido que estos pleitos normales lleguen a una guerra fría. En conferencias para matrimonios, he dicho, en broma, que Gloria nunca ha pensado en el divorcio, ¡aunque sospecho que en ocasiones ha contemplado el homicidio! Vivid sabiamente con ella Por muy difícil que sea para los hombres estar de acuerdo sobre un tema, hay un asunto en que casi todos concuerdan y probablemente es la mayor fuente de las bromas entre hombres. Pregunta a cualquier hombre, ¿entiendes la manera en que piensan las mujeres?, casi siempre la respuesta es, nadie entiende a las mujeres, ni siquiera ellas mismas. Pedro nos exhorta en 1ª Pedro 3:7 diciendo: “...Vivid con ellas sabiamente...”. Si Dios nos manda vivir con nuestras esposas “sabiamente”, es porque podemos aprender muchas cosas de su naturaleza si sólo nos tomamos el tiempo. El Dr. Tim LaHaye dice en su libro “Cómo estar casados y felices”: “No me jacto de ser una autoridad sobre cosas femeninas, pero después de aconsejar a varios cientos de mujeres, he llegado a una conclusión básica: la mayoría de los hombres no saben cómo hacer feliz a una mujer. No es el dinero, ni los diamantes, casas, viajes u otras cosas lo que la hace feliz, sino es simplemente el amor. No el acto del amor, sino el trato que produce el acto del amor... ternura, comprensión, atenciones, aceptación y reconocimiento de parte de su marido de que él no es un ser completo sin ella”. Dios nos dice a nosotros, los hombres en Efesios 5:25, 28, 33: “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella. Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer, a sí mismo se ama. Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo...”. ¿Cómo Cristo amó a la iglesia? ¡Con un amor genuino y no egoísta, entre otras cosas! El amor tiene que expresarse con palabras y acciones ¿Sabías que, encuestas revelan que, con el fin de suplir sus necesidades emocionales no cubiertas en casa, las mujeres se refugian en fantasías románticas por medio de novelas, películas e incluso relaciones “inofensivas” a través de alguna red social? ¿Qué diría tu esposa sobre el asunto? ¿Eres como el esposo “típico” que vemos en la televisión, que se levanta en la mañana con la mente en sus negocios y se despide de su esposa con un beso rápido? (si es que siquiera la besa). Después de un día muy cansado, llega a la casa de mal humor, se sienta a leer el periódico y ver la televisión. Cena casi sin comunicarse y vuelve a la televisión hasta que es hora de dormir. Una señora escribió a un consejero: “El problema número uno del matrimonio no es la lujuria, ni el adulterio, ¡es la televisión!”. Y como alguien dijo: “Lo único que es peor que el debilucho ratoncito, tal como se pinta al hombre en la pantalla, es aquél que se queda pegado a la pantalla”. Hace poco salió un reportaje interesante sobre el número creciente de mujeres que se están divorciando por una razón nueva; porque, según ellas, sus esposos son literalmente, ¡adictos a los deportes de la pantalla! Recordando los días especiales Casi desde el principio de nuestro matrimonio, me di cuenta que para Gloria, los detalles eran importantes: regalitos, tarjetas o chocolates inesperados, pero sobre todo, recordar su cumpleaños, nuestro aniversario, “el Día de la Amistad” y otras ocasiones especiales. Aún recuerdo la reacción de una vecina cuando vivíamos en la ciudad de Chihuahua, donde las flores eran muy económicas. Le pareció tan extraño que un hombre casado ya por unos nueve o diez años en aquel entonces, le llevara flores a su esposa de vez en cuando sin ningún motivo. Ella le insinuaba a Gloria que, ¡tal vez yo estaba tratando de ocultar algo terrible que había hecho! El tiempo es más importante que el dinero Aunque hay casos desafortunados en que por una verdadera necesidad, uno se ve obligado a trabajar 60 horas o más a la semana, otras veces el hombre prefiere “enterrarse” en su oficina o trabajo para no confrontar situaciones desagradables en su casa. Aun otros hombres son tan adictos a su profesión que casi se les olvidan las necesidades emocionales de su familia. El famoso rey de la música rock, Elvis Presley, aparentemente lo tenía todo... fama como pocas personas, riquezas increíbles y una bella esposa. Sin embargo, mientras Elvis viajaba constantemente ganando más fama y más dinero, su esposa Priscilla, rodeada de sus joyas, ropa fina y la mansión en que vivía, en su soledad, contrató a un entrenador de karate y se enamoró de él. ¡Un hombre que ganaba apenas $200 dólares por semana! Una miseria, en comparación a los millones de dólares que ganaba su marido, pero su instructor le dio lo que más necesitaba: ¡tiempo y atención! Elvis fue uno de los hombres más famosos y más ricos del mundo, sin embargo, se quedó sin lo mejor que tenía: su esposa, su ayuda idónea. En una de las últimas canciones que él escribió, cantaba: “Estoy solo, tan solo, que quisiera morir”. Y, ¡antes de cumplir los 45 años murió! Dios es pro-sexo Cualquier hombre que desea intimidad con su esposa tiene que reconocer que la intimidad no empieza por la noche en la recámara. Empieza por la mañana cuando él le da un beso en la mejilla y le dice cuánto le ama; empieza cuando él expresa su amor durante el día a través de pequeñas atenciones. ¡Hasta hay un libro cuyo título es “El amor comienza en la cocina”! Dios quiere que experimentemos el sexo al máximo, así que Él nos dio este bello don no sólo para procreación, sino también para placer. Cuando las relaciones sexuales son como deben de ser (placenteras para ambos) sirven como un cojín en la vida para “suavizar” los golpes, es decir, las ofensas que cometemos el uno contra el otro. Como cualquier otra cosa, una buena relación sexual requiere tiempo. Y entre más leo y más aconsejo a parejas, más me doy cuenta de que la vida acelerada que todos llevamos hoy día no se presta para cultivar una relación muy romántica. Un pastor y consejero escribió que él siempre pregunta a las parejas que vienen para consejería si tienen relaciones íntimas con regularidad y consistencia. Y una respuesta muy común entre parejas jóvenes es: “Pues, estamos muy ocupados pero tenemos relaciones tal vez una vez al mes”. Otros dicen: “ya han pasado dos o tres meses”. Los muchos compromisos y presiones en la vida están robando el tiempo y esfuerzo de estos matrimonios jóvenes y la primera cosa que sacrifican es su vida romántica e íntima. Hombre, ¡no permitas que te suceda! Toma la iniciativa para hablar de prioridades con tu esposa. Tu matrimonio debe ser número dos en la lista, inmediatamente después de tu compromiso y relación con Dios. Dejen a los hijos de vez en cuando (obviamente con alguien responsable) para tener tiempo a solas como pareja. Sacrifica lo que sea necesario para que esto suceda. Ellos cosecharán el beneficio de unos papás felices y bien enamorados. ¡Sé un sabio y sensible varón y mantén viva “la llama”, la pasión (ya santificada) y el romance en tu matrimonio! Es posible estar enamorado para toda la vida... de una sola mujer... tu esposa. Requiere compromiso, integridad, tiempo y trabajo. Pero, ¡vale la pena! Cuidar las apariencias Quiero mencionar otro aspecto del amor, muchas veces descuidado, que es el de cuidar las apariencias, hacer algo inocentemente que pudiera traer falsas conclusiones y como resultado, lastimar a tu esposa. Recuerdo un incidente que sucedió un día en La Junta, Chihuahua, el pueblo de 10,000 habitantes metido en la Sierra Tarahumara donde mi familia y yo vivimos por doce años. Apenas teníamos unos meses de haber llegado cuando un día salí de mi casa, me subí en la camioneta y de repente, una mujer se lanzó adentro, al lado de los pasajeros. Vestida provocativamente, esta mujer empezó a llorar y decirme: “Llévame a mi casa”. Algo dentro de mí estaba diciendo: “Trampa! ¡Trampa! ¡Trampa!”. Apagué el motor inmediatamente, bajé de la camioneta y llamé a Gloria para que viniera a ver qué necesitaba esta mujer desconocida. Para hacer la historia corta, el jefe de policía de La Junta, quien quería hacerme daño, a fin de que yo saliera de su pueblo, la había despachado a mi casa, esperando que yo la llevara a su casa para que así él pudiera acusarme de estar con una prostituta. Cuento la historia sólo para decir que mi amor por mi esposa es tal que yo no haría nada en todo el mundo, estando dentro de mi capacidad, que la pudiera lastimar. ¡Nuestro matrimonio es demasiado importante para mí! ¡Ten cuidado en cualquier tipo de relación con las mujeres que no sean tu esposa! No entres en coqueterías con nadie, porque puedes destruir la autoestima de tu esposa. A la vez debemos ser siempre prudentes en cuanto el estar a solas con otra mujer, tomando en cuenta que Satanás quiere manchar nuestro testimonio. Alguien escribió: “El mantener un matrimonio sano no necesariamente elimina las tentaciones, pero sí reduce su impacto”. Hayas tenido o no un buen ejemplo de cómo debe ser un marido atento, puedes aprender y cambiar. Cuando me casé, decidí que mi matrimonio tenía que ser diferente al de mis padres. ¡Y ha sido diferente, gracias a Dios! Tú también puedes vencer patrones deficientes de tu pasado y tener felicidad con tu esposa. La siguiente vez, veremos cómo agradar a Dios en otras relaciones humanas, tanto como padres, amigos, etc. |
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