Jesús: El Dador de Vida | |||||||
Jesús: El Dador de Vida Vamos a leer en Juan 3:35-36 35. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. 36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Sigamos en Juan 4:46-53 46. Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que bajara y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48. Entonces Jesús le dijo: Si no ven señales y prodigios, no creerán. 49. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Este milagro provocó que creyeran, ¿verdad? Hay personas que necesitan ver un milagro para creer. Ahora vamos a ver otra Escritura en Juan 5:5-7 5. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Cuando el Señor Jesucristo viene a nosotros, Él nos hace esta pregunta: ¿Quieres ser sano? ¿Qué le respondes a Él? Mira lo que el hombre le respondió, en el versículo 7: 7. Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. En otra versión dice; “Sí mi Señor, sí quiero ser sano, pero a pesar de mi esfuerzo, he tenido muchas limitaciones para alcanzar mi sanidad. Cuando paso al frente para que oren por mí, otros son sanados, pero yo no alcanzo a ser sanado”. ¿Quién te dijo que serías sanado por tu esfuerzo o por tus limitaciones? En el Salmo 14:10-11 leemos: 10. No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. 11. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia. Si tú le preguntaras, entonces; ¿por qué me sanarás Señor? Seguramente su respuesta sería: Porque “Yo Soy” bueno y para siempre es mi misericordia. Luego leemos en Juan 5:8-9: 8. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. ¿Queda claro por qué nos sana Él? ¡Por su misericordia! ¿Qué pasó luego? Sigamos en Juan 5:19-25 19. Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. 20. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Sigamos leyendo, Jesús está hablando 21. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23. para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida. 25. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. ¡Sí mi Señor, queremos oír tu palabra y creerla! Tiempo atrás, hubo una temporada de muchos milagros en nuestra iglesia una persona que fue levantada de los muertos. Fue cuando una joven que asistía a Vino Nuevo, iba con varios muchachos al mercado del centro de la ciudad cuando vio a mucha gente que estaba mirando a una persona tirada en la banqueta, en eso, sintió que alguien la empujó hacia la persona y se inclinó a su lado. Esta persona no estaba respirando, no tenía pulso. Entonces, se dio cuenta que estaba muerta y empezó a orar en lenguas. Mientras ella oraba, de repente, esa persona, ¡empezó a respirar volviendo a la vida! ¡Volvió a la vida! ¡Gloria Dios! Este milagro sucedió porque una chica creyó y obedeció al Señor. ¡Gracias, Señor! ¡Haz más milagros para que puedan creer! ¡Haz muchos milagros para que muchos puedan creer! Él está buscando hombres y mujeres humildes y compasivos en los cuales Él puede poner autoridad y poder. Sólo siendo humildes y compasivos daremos Gloria a Jesús. Él quiere darnos autoridad y poder para sanar enfermos en Su Nombre. Van a venir a ti personas con necesidad, con enfermedades, entonces, oraras en el Poderoso Nombre del Señor Jesucristo y, ¡van a sanar!, y cuando su familia se dé cuenta del milagro, entonces, ellos van a venir a los pies de Jesucristo, porque van a creer que Dios está con nosotros y que su amor está en nosotros. Mantente humilde cuando eso suceda, no permitas que entre en ti altivez, ni orgullo; para que Satanás no destruya la obra que Dios ponga en tus manos. Amados, ¡vamos a seguir a Jesús! ¡Sigamos Sus pasos, sigamos Su ejemplo! Busquemos ser como Jesús; y cada uno de nosotros debemos seguir a Jesús, para hacer las mismas obras que Él hizo y aún mayores. |
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Jesús: El Dador de Vida Vamos a leer en Juan 3:35-36 35. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. 36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Sigamos en Juan 4:46-53 46. Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que bajara y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48. Entonces Jesús le dijo: Si no ven señales y prodigios, no creerán. 49. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Este milagro provocó que creyeran, ¿verdad? Hay personas que necesitan ver un milagro para creer. Ahora vamos a ver otra Escritura en Juan 5:5-7 5. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Cuando el Señor Jesucristo viene a nosotros, Él nos hace esta pregunta: ¿Quieres ser sano? ¿Qué le respondes a Él? Mira lo que el hombre le respondió, en el versículo 7: 7. Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. En otra versión dice; “Sí mi Señor, sí quiero ser sano, pero a pesar de mi esfuerzo, he tenido muchas limitaciones para alcanzar mi sanidad. Cuando paso al frente para que oren por mí, otros son sanados, pero yo no alcanzo a ser sanado”. ¿Quién te dijo que serías sanado por tu esfuerzo o por tus limitaciones? En el Salmo 14:10-11 leemos: 10. No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. 11. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia. Si tú le preguntaras, entonces; ¿por qué me sanarás Señor? Seguramente su respuesta sería: Porque “Yo Soy” bueno y para siempre es mi misericordia. Luego leemos en Juan 5:8-9: 8. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. ¿Queda claro por qué nos sana Él? ¡Por su misericordia! ¿Qué pasó luego? Sigamos en Juan 5:19-25 19. Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. 20. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Sigamos leyendo, Jesús está hablando 21. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23. para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida. 25. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. ¡Sí mi Señor, queremos oír tu palabra y creerla! Tiempo atrás, hubo una temporada de muchos milagros en nuestra iglesia una persona que fue levantada de los muertos. Fue cuando una joven que asistía a Vino Nuevo, iba con varios muchachos al mercado del centro de la ciudad cuando vio a mucha gente que estaba mirando a una persona tirada en la banqueta, en eso, sintió que alguien la empujó hacia la persona y se inclinó a su lado. Esta persona no estaba respirando, no tenía pulso. Entonces, se dio cuenta que estaba muerta y empezó a orar en lenguas. Mientras ella oraba, de repente, esa persona, ¡empezó a respirar volviendo a la vida! ¡Volvió a la vida! ¡Gloria Dios! Este milagro sucedió porque una chica creyó y obedeció al Señor. ¡Gracias, Señor! ¡Haz más milagros para que puedan creer! ¡Haz muchos milagros para que muchos puedan creer! Él está buscando hombres y mujeres humildes y compasivos en los cuales Él puede poner autoridad y poder. Sólo siendo humildes y compasivos daremos Gloria a Jesús. Él quiere darnos autoridad y poder para sanar enfermos en Su Nombre. Van a venir a ti personas con necesidad, con enfermedades, entonces, oraras en el Poderoso Nombre del Señor Jesucristo y, ¡van a sanar!, y cuando su familia se dé cuenta del milagro, entonces, ellos van a venir a los pies de Jesucristo, porque van a creer que Dios está con nosotros y que su amor está en nosotros. Mantente humilde cuando eso suceda, no permitas que entre en ti altivez, ni orgullo; para que Satanás no destruya la obra que Dios ponga en tus manos. Amados, ¡vamos a seguir a Jesús! ¡Sigamos Sus pasos, sigamos Su ejemplo! Busquemos ser como Jesús; y cada uno de nosotros debemos seguir a Jesús, para hacer las mismas obras que Él hizo y aún mayores. |
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Jesús: El Dador de Vida |
Jesús: El Dador de Vida Vamos a leer en Juan 3:35-36 35. El Padre ama al Hijo, y todas las cosas ha entregado en su mano. 36. El que cree en el Hijo tiene vida eterna; pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Sigamos en Juan 4:46-53 46. Vino, pues, Jesús otra vez a Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino. Y había en Capernaum un oficial del rey, cuyo hijo estaba enfermo. 47. Este, cuando oyó que Jesús había llegado de Judea a Galilea, vino a él y le rogó que bajara y sanase a su hijo, que estaba a punto de morir. 48. Entonces Jesús le dijo: Si no ven señales y prodigios, no creerán. 49. El oficial del rey le dijo: Señor, desciende antes que mi hijo muera. 50. Jesús le dijo: Ve, tu hijo vive. Y el hombre creyó la palabra que Jesús le dijo, y se fue. 51. Cuando ya él descendía, sus siervos salieron a recibirle, y le dieron nuevas, diciendo: Tu hijo vive. 52. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado a estar mejor. Y le dijeron: Ayer a las siete le dejó la fiebre. 53. El padre entonces entendió que aquella era la hora en que Jesús le había dicho: Tu hijo vive; y creyó él con toda su casa. Este milagro provocó que creyeran, ¿verdad? Hay personas que necesitan ver un milagro para creer. Ahora vamos a ver otra Escritura en Juan 5:5-7 5. Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6. Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? Cuando el Señor Jesucristo viene a nosotros, Él nos hace esta pregunta: ¿Quieres ser sano? ¿Qué le respondes a Él? Mira lo que el hombre le respondió, en el versículo 7: 7. Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. En otra versión dice; “Sí mi Señor, sí quiero ser sano, pero a pesar de mi esfuerzo, he tenido muchas limitaciones para alcanzar mi sanidad. Cuando paso al frente para que oren por mí, otros son sanados, pero yo no alcanzo a ser sanado”. ¿Quién te dijo que serías sanado por tu esfuerzo o por tus limitaciones? En el Salmo 14:10-11 leemos: 10. No se deleita en la fuerza del caballo, ni se complace en la agilidad del hombre. 11. Se complace Jehová en los que le temen, y en los que esperan en su misericordia. Si tú le preguntaras, entonces; ¿por qué me sanarás Señor? Seguramente su respuesta sería: Porque “Yo Soy” bueno y para siempre es mi misericordia. Luego leemos en Juan 5:8-9: 8. Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda. 9. Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. ¿Queda claro por qué nos sana Él? ¡Por su misericordia! ¿Qué pasó luego? Sigamos en Juan 5:19-25 19. Respondió entonces Jesús, y les dijo: De cierto, de cierto os digo: No puede el Hijo hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre; porque todo lo que el Padre hace, también lo hace el Hijo igualmente. 20. Porque el Padre ama al Hijo, y le muestra todas las cosas que él hace; y mayores obras que estas le mostrará, de modo que vosotros os maravilléis. Sigamos leyendo, Jesús está hablando 21. Porque como el Padre levanta a los muertos, y les da vida, así también el Hijo a los que quiere da vida. 22. Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo, 23. para que todos honren al Hijo como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que le envió. 24. De cierto, de cierto os digo: El que oye mi palabra, y cree al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, más ha pasado de muerte a vida. 25. De cierto, de cierto os digo: Viene la hora, y ahora es, cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que la oyeren vivirán. ¡Sí mi Señor, queremos oír tu palabra y creerla! Tiempo atrás, hubo una temporada de muchos milagros en nuestra iglesia una persona que fue levantada de los muertos. Fue cuando una joven que asistía a Vino Nuevo, iba con varios muchachos al mercado del centro de la ciudad cuando vio a mucha gente que estaba mirando a una persona tirada en la banqueta, en eso, sintió que alguien la empujó hacia la persona y se inclinó a su lado. Esta persona no estaba respirando, no tenía pulso. Entonces, se dio cuenta que estaba muerta y empezó a orar en lenguas. Mientras ella oraba, de repente, esa persona, ¡empezó a respirar volviendo a la vida! ¡Volvió a la vida! ¡Gloria Dios! Este milagro sucedió porque una chica creyó y obedeció al Señor. ¡Gracias, Señor! ¡Haz más milagros para que puedan creer! ¡Haz muchos milagros para que muchos puedan creer! Él está buscando hombres y mujeres humildes y compasivos en los cuales Él puede poner autoridad y poder. Sólo siendo humildes y compasivos daremos Gloria a Jesús. Él quiere darnos autoridad y poder para sanar enfermos en Su Nombre. Van a venir a ti personas con necesidad, con enfermedades, entonces, oraras en el Poderoso Nombre del Señor Jesucristo y, ¡van a sanar!, y cuando su familia se dé cuenta del milagro, entonces, ellos van a venir a los pies de Jesucristo, porque van a creer que Dios está con nosotros y que su amor está en nosotros. Mantente humilde cuando eso suceda, no permitas que entre en ti altivez, ni orgullo; para que Satanás no destruya la obra que Dios ponga en tus manos. Amados, ¡vamos a seguir a Jesús! ¡Sigamos Sus pasos, sigamos Su ejemplo! Busquemos ser como Jesús; y cada uno de nosotros debemos seguir a Jesús, para hacer las mismas obras que Él hizo y aún mayores. |
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