El Asombroso e Inagotable Amor de Dios II | |||||||
Somos su creación ¿Por qué nos ama Dios? ¿Cuál es la razón de su amor por nosotros? ¡Porque nos creó! Nosotros, los seres humanos, somos su obra maestra. Cuando Dios nos hizo, puso toda su inteligencia, toda su creatividad, para hacernos. David lo entendía cuando dijo: Salmo 139:13-14 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien”. ¡Somos lo máximo de su creación sobre la faz de la tierra! Ninguna computadora puede igualar la capacidad que tenemos en nuestros cerebros, nuestro sistema nervioso, nuestras cuerdas vocales. Cada vez que voy con el médico y me explica algo de mi cuerpo, me maravillo. Cuando me dieron ataques de vértigo hace algunos años, el médico me explicó algo de la función del oído interno, y cómo el laberinto es lo que establece tu equilibrio. Cuando hay una inflamación en el oído interno y no funciona el laberinto, tu cerebro automáticamente te provoca el vértigo para que te caigas y para que te veas forzado a acostarte, porque no sabe el cerebro qué hacer ya que el laberinto no le está mandando la señal adecuada. ¡Somos una máquina perfecta! He mencionado un solo aspecto de nuestra función, pero hay tanto en nuestro sistema, en la manera en que Dios nos creó, que habla del cuidado y la atención en cada detalle que Él tuvo al formarnos. ¡Somos la corona de la creación! A nadie más le dio Dios su imagen y semejanza, solo a los humanos, a ti y a mí. Los montes son majestuosos e impresionantes, pero no tienen la imagen y semejanza de Dios. Los árboles, flores y toda la naturaleza deleitan nuestra vis-ta, pero no tienen la imagen ni semejanza de Dios. Ni siquiera los animales, a pesar de la aparente inteligencia de algunos de ellos. ¡Solo nosotros! Piensa nada más: ¡Él ha puesto en nosotros algunas de las mismas cualidades que Él mismo tiene! La personalidad, el intelecto, la capacidad de relacionarnos con otros, el escuchar y poder reaccionar a lo que otras personas nos dicen… ¡Todo esto es un reflejo de lo que Él hace! Y eso no es todo; imagínate: ¡Dios nos dio la capacidad de dominar sobre toda la creación! Todas éstas son características de Dios mismo que Él puso en nosotros. ¿Crees que no te ama? Él creó al mundo para tu provecho Dios te ama tanto, que creó el mundo para tu deleite y provecho. Piensa en el planeta tierra y sus características: La belleza, la armonía y la perfección de todo. Se dice que si el planeta tierra zse saliera de su órbita por tan solo unos grados, habría un caos y cambiaría el planeta totalmente, al punto de que moriríamos la mayoría de nosotros. Dios lo hizo de una manera perfecta para que el Planeta Tierra esté adecuado para mantenernos con vida. Piensa en la maravilla que son las estaciones del año: Los procesos del clima, la lluvia, las nubes, las tormentas. Ninguna película de Hollywood, con todos sus efectos especiales, puede llegar a crear algo así. Pueden imitar, pero Dios en su sabiduría ha creado todo esto: El sol, la luna, las estrellas, un arco iris de peces en un arrecife. Cuando entras a la profundidad del mar, cuando contemplas el bosque, el desierto, los ríos, los árboles, las plantas, la gran variedad de animales, la variedad de sabores, de colores, ¿te has puesto a pensar que Dios ha hecho todo esto para ti? Piensa en lo que hace una madre, cuando está esperando a su bebé; dentro de sus recursos, ella prepara amorosa e ilusionadamente la habitación de ese hijito esperado: sonajas. Se enfoca en cada detalle buscando la comodidad, la salud, el bienestar y deleite de su bebé, y cuando finalmente llega, lo pone en este cuarto especialmente preparado para él o para ella. De la misma manera, Dios preparó este planeta con toda su belleza y su esplendor para un día ponerte a ti en él para que lo disfrutaras. Para que deleitaras tu vista con los múltiples colores de las flores y lo majestuoso de los montes. Para que deleitaras tu gusto y olfato y te mantuvieras sano, con los cientos de frutas, verduras y hierbas que sirven de condimento. Para que pudieras escuchar los cientos de diferentes cantos de las aves. ¡El huerto incomparable, que es el planeta tierra, fue hecho especialmente para ti! Y, ¿qué de los animales? Sabemos que muchos sirven para apoyarnos en el trabajo, pero… ¿Sabías que los médicos han comprobado que acariciar una mascota u observar una pecera llena de peces, hace maravillas a tu salud, y hasta puede prolongar tu vida? ¿Todavía crees que Él no te ama? Cualquiera que tiene el concepto de que Dios es como un viejito amargado que no quiere que disfrutemos la vida, ¡solo tiene que contemplar la creación! La Biblia nos ofrece retratos de cuánto nos ama Dios. Por ejemplo, Él dice que nosotros: Somos su tesoro especial. Éxodo 19:5 “...vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”. Somos como la niña de sus ojos. Salmo 17:8 “Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas”. Él nos tiene esculpidos en su mano. Isaías 49:16 “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”. Dice que Él se deleita tanto en nosotros, que, ¡hasta canta sobre nosotros! Sofonías 3:17 “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. ¿Todavía necesito convencerte de Su amor? Tan grande es el amor de Dios por ti, que cada cabello de tu cabeza está contado. Por supuesto, ¡con algunos batalla un poco menos para contarlos! Cuando Jesús quiso que sus discípulos captaran el gran amor que Dios tenía por ellos, les dijo: Mateo 6:25-26, 28-30 (NVI) “Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?”. Si Dios viste la hierba del campo que hoy es y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ti, que eres la corona de la creación? Si Él viste de esplendor a los lirios del campo, ¿no hará más por ti que te creó de una manera especial? Y si Dios alimenta las aves del cielo que no siembran ni siegan, y no recogen en los graneros, ¿no hará más por ti? Hace poco yo estaba en el patio de mi casa y vi una paloma volando; estaba algo desorientada, finalmente se pegó contra un muro y cayó al suelo. Estiró sus patas por un momento, y luego, delante de mí, mientras yo la veía, se murió. No pude evitar pensar en ese versículo que dice que Dios está consciente de cada pájaro que cae y muere (Mateo 10:29) y pensé: “Si Él se da cuenta de cada una de estas cosas, que realmente son insignificantes, entonces, ¡qué tan importante soy para Él!”. “Yo te amo aun cuando te equivocas” Recuerdo cierto incidente años atrás, del que ahora me río un poco al acordarme, pero cuando ocurrió, ¡me sentí terrible! En ese momento experimenté de manera muy especial ese amor de mi Padre. Ocurrió durante un Congreso Internacional en Vino Nuevo, cuando yo todavía era uno de los dirigentes de alabanza. Durante una de las plenarias, mi pastor, el hermano Víctor, pidió que cantáramos el himno “Santo, Santo, Santo”. Lo empecé a cantar con todo mi grupo, pero con un ritmo “taaaan” lento, que parecía funeral. En eso, el hermano Víctor indicó que le aceleráramos el ritmo. Me puse muy nervioso, después de todo, había mucha gente de todas partes de México y de otros lugares, y sí aceleré el ritmo, pero a tal grado, que este himno tan majestuoso ¡ahora lo estábamos cantando como cumbia! Entonces, el hermano Víctor, nada contento, me hizo señas de que cortara… bueno, no sé si él quería que cortara la canción, ¡o mi cabeza! Pero abruptamente la dejamos de cantar. ¡Yo sentía tanta vergüenza! ¿Cómo pude haber fallado así? En mis adentros, me reprochaba una y otra vez: ¿Por qué lo canté tan rápido? Recuerdo que estaba agachado, pero luego volteé para arriba y en mi espíritu yo vi al Padre. Y, ¡Estaba sonriendo! Y con su sonrisa amorosa, me decía: “Yo te amo aunque estés metiendo la pata, cuando cantas mal, cuando la riegas, cuando te equivocas”. (Debo agregar que yo sé que el hermano Víctor también me amaba, a pesar de que yo había metido la pata). |
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El Asombroso e Inagotable Amor de Dios II |
Somos su creación ¿Por qué nos ama Dios? ¿Cuál es la razón de su amor por nosotros? ¡Porque nos creó! Nosotros, los seres humanos, somos su obra maestra. Cuando Dios nos hizo, puso toda su inteligencia, toda su creatividad, para hacernos. David lo entendía cuando dijo: Salmo 139:13-14 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien”. ¡Somos lo máximo de su creación sobre la faz de la tierra! Ninguna computadora puede igualar la capacidad que tenemos en nuestros cerebros, nuestro sistema nervioso, nuestras cuerdas vocales. Cada vez que voy con el médico y me explica algo de mi cuerpo, me maravillo. Cuando me dieron ataques de vértigo hace algunos años, el médico me explicó algo de la función del oído interno, y cómo el laberinto es lo que establece tu equilibrio. Cuando hay una inflamación en el oído interno y no funciona el laberinto, tu cerebro automáticamente te provoca el vértigo para que te caigas y para que te veas forzado a acostarte, porque no sabe el cerebro qué hacer ya que el laberinto no le está mandando la señal adecuada. ¡Somos una máquina perfecta! He mencionado un solo aspecto de nuestra función, pero hay tanto en nuestro sistema, en la manera en que Dios nos creó, que habla del cuidado y la atención en cada detalle que Él tuvo al formarnos. ¡Somos la corona de la creación! A nadie más le dio Dios su imagen y semejanza, solo a los humanos, a ti y a mí. Los montes son majestuosos e impresionantes, pero no tienen la imagen y semejanza de Dios. Los árboles, flores y toda la naturaleza deleitan nuestra vis-ta, pero no tienen la imagen ni semejanza de Dios. Ni siquiera los animales, a pesar de la aparente inteligencia de algunos de ellos. ¡Solo nosotros! Piensa nada más: ¡Él ha puesto en nosotros algunas de las mismas cualidades que Él mismo tiene! La personalidad, el intelecto, la capacidad de relacionarnos con otros, el escuchar y poder reaccionar a lo que otras personas nos dicen… ¡Todo esto es un reflejo de lo que Él hace! Y eso no es todo; imagínate: ¡Dios nos dio la capacidad de dominar sobre toda la creación! Todas éstas son características de Dios mismo que Él puso en nosotros. ¿Crees que no te ama? Él creó al mundo para tu provecho Dios te ama tanto, que creó el mundo para tu deleite y provecho. Piensa en el planeta tierra y sus características: La belleza, la armonía y la perfección de todo. Se dice que si el planeta tierra zse saliera de su órbita por tan solo unos grados, habría un caos y cambiaría el planeta totalmente, al punto de que moriríamos la mayoría de nosotros. Dios lo hizo de una manera perfecta para que el Planeta Tierra esté adecuado para mantenernos con vida. Piensa en la maravilla que son las estaciones del año: Los procesos del clima, la lluvia, las nubes, las tormentas. Ninguna película de Hollywood, con todos sus efectos especiales, puede llegar a crear algo así. Pueden imitar, pero Dios en su sabiduría ha creado todo esto: El sol, la luna, las estrellas, un arco iris de peces en un arrecife. Cuando entras a la profundidad del mar, cuando contemplas el bosque, el desierto, los ríos, los árboles, las plantas, la gran variedad de animales, la variedad de sabores, de colores, ¿te has puesto a pensar que Dios ha hecho todo esto para ti? Piensa en lo que hace una madre, cuando está esperando a su bebé; dentro de sus recursos, ella prepara amorosa e ilusionadamente la habitación de ese hijito esperado: sonajas. Se enfoca en cada detalle buscando la comodidad, la salud, el bienestar y deleite de su bebé, y cuando finalmente llega, lo pone en este cuarto especialmente preparado para él o para ella. De la misma manera, Dios preparó este planeta con toda su belleza y su esplendor para un día ponerte a ti en él para que lo disfrutaras. Para que deleitaras tu vista con los múltiples colores de las flores y lo majestuoso de los montes. Para que deleitaras tu gusto y olfato y te mantuvieras sano, con los cientos de frutas, verduras y hierbas que sirven de condimento. Para que pudieras escuchar los cientos de diferentes cantos de las aves. ¡El huerto incomparable, que es el planeta tierra, fue hecho especialmente para ti! Y, ¿qué de los animales? Sabemos que muchos sirven para apoyarnos en el trabajo, pero… ¿Sabías que los médicos han comprobado que acariciar una mascota u observar una pecera llena de peces, hace maravillas a tu salud, y hasta puede prolongar tu vida? ¿Todavía crees que Él no te ama? Cualquiera que tiene el concepto de que Dios es como un viejito amargado que no quiere que disfrutemos la vida, ¡solo tiene que contemplar la creación! La Biblia nos ofrece retratos de cuánto nos ama Dios. Por ejemplo, Él dice que nosotros: Somos su tesoro especial. Éxodo 19:5 “...vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”. Somos como la niña de sus ojos. Salmo 17:8 “Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas”. Él nos tiene esculpidos en su mano. Isaías 49:16 “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”. Dice que Él se deleita tanto en nosotros, que, ¡hasta canta sobre nosotros! Sofonías 3:17 “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. ¿Todavía necesito convencerte de Su amor? Tan grande es el amor de Dios por ti, que cada cabello de tu cabeza está contado. Por supuesto, ¡con algunos batalla un poco menos para contarlos! Cuando Jesús quiso que sus discípulos captaran el gran amor que Dios tenía por ellos, les dijo: Mateo 6:25-26, 28-30 (NVI) “Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?”. Si Dios viste la hierba del campo que hoy es y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ti, que eres la corona de la creación? Si Él viste de esplendor a los lirios del campo, ¿no hará más por ti que te creó de una manera especial? Y si Dios alimenta las aves del cielo que no siembran ni siegan, y no recogen en los graneros, ¿no hará más por ti? Hace poco yo estaba en el patio de mi casa y vi una paloma volando; estaba algo desorientada, finalmente se pegó contra un muro y cayó al suelo. Estiró sus patas por un momento, y luego, delante de mí, mientras yo la veía, se murió. No pude evitar pensar en ese versículo que dice que Dios está consciente de cada pájaro que cae y muere (Mateo 10:29) y pensé: “Si Él se da cuenta de cada una de estas cosas, que realmente son insignificantes, entonces, ¡qué tan importante soy para Él!”. “Yo te amo aun cuando te equivocas” Recuerdo cierto incidente años atrás, del que ahora me río un poco al acordarme, pero cuando ocurrió, ¡me sentí terrible! En ese momento experimenté de manera muy especial ese amor de mi Padre. Ocurrió durante un Congreso Internacional en Vino Nuevo, cuando yo todavía era uno de los dirigentes de alabanza. Durante una de las plenarias, mi pastor, el hermano Víctor, pidió que cantáramos el himno “Santo, Santo, Santo”. Lo empecé a cantar con todo mi grupo, pero con un ritmo “taaaan” lento, que parecía funeral. En eso, el hermano Víctor indicó que le aceleráramos el ritmo. Me puse muy nervioso, después de todo, había mucha gente de todas partes de México y de otros lugares, y sí aceleré el ritmo, pero a tal grado, que este himno tan majestuoso ¡ahora lo estábamos cantando como cumbia! Entonces, el hermano Víctor, nada contento, me hizo señas de que cortara… bueno, no sé si él quería que cortara la canción, ¡o mi cabeza! Pero abruptamente la dejamos de cantar. ¡Yo sentía tanta vergüenza! ¿Cómo pude haber fallado así? En mis adentros, me reprochaba una y otra vez: ¿Por qué lo canté tan rápido? Recuerdo que estaba agachado, pero luego volteé para arriba y en mi espíritu yo vi al Padre. Y, ¡Estaba sonriendo! Y con su sonrisa amorosa, me decía: “Yo te amo aunque estés metiendo la pata, cuando cantas mal, cuando la riegas, cuando te equivocas”. (Debo agregar que yo sé que el hermano Víctor también me amaba, a pesar de que yo había metido la pata). |
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El Asombroso e Inagotable Amor de Dios II |
Somos su creación ¿Por qué nos ama Dios? ¿Cuál es la razón de su amor por nosotros? ¡Porque nos creó! Nosotros, los seres humanos, somos su obra maestra. Cuando Dios nos hizo, puso toda su inteligencia, toda su creatividad, para hacernos. David lo entendía cuando dijo: Salmo 139:13-14 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; estoy maravillado, y mi alma lo sabe muy bien”. ¡Somos lo máximo de su creación sobre la faz de la tierra! Ninguna computadora puede igualar la capacidad que tenemos en nuestros cerebros, nuestro sistema nervioso, nuestras cuerdas vocales. Cada vez que voy con el médico y me explica algo de mi cuerpo, me maravillo. Cuando me dieron ataques de vértigo hace algunos años, el médico me explicó algo de la función del oído interno, y cómo el laberinto es lo que establece tu equilibrio. Cuando hay una inflamación en el oído interno y no funciona el laberinto, tu cerebro automáticamente te provoca el vértigo para que te caigas y para que te veas forzado a acostarte, porque no sabe el cerebro qué hacer ya que el laberinto no le está mandando la señal adecuada. ¡Somos una máquina perfecta! He mencionado un solo aspecto de nuestra función, pero hay tanto en nuestro sistema, en la manera en que Dios nos creó, que habla del cuidado y la atención en cada detalle que Él tuvo al formarnos. ¡Somos la corona de la creación! A nadie más le dio Dios su imagen y semejanza, solo a los humanos, a ti y a mí. Los montes son majestuosos e impresionantes, pero no tienen la imagen y semejanza de Dios. Los árboles, flores y toda la naturaleza deleitan nuestra vis-ta, pero no tienen la imagen ni semejanza de Dios. Ni siquiera los animales, a pesar de la aparente inteligencia de algunos de ellos. ¡Solo nosotros! Piensa nada más: ¡Él ha puesto en nosotros algunas de las mismas cualidades que Él mismo tiene! La personalidad, el intelecto, la capacidad de relacionarnos con otros, el escuchar y poder reaccionar a lo que otras personas nos dicen… ¡Todo esto es un reflejo de lo que Él hace! Y eso no es todo; imagínate: ¡Dios nos dio la capacidad de dominar sobre toda la creación! Todas éstas son características de Dios mismo que Él puso en nosotros. ¿Crees que no te ama? Él creó al mundo para tu provecho Dios te ama tanto, que creó el mundo para tu deleite y provecho. Piensa en el planeta tierra y sus características: La belleza, la armonía y la perfección de todo. Se dice que si el planeta tierra zse saliera de su órbita por tan solo unos grados, habría un caos y cambiaría el planeta totalmente, al punto de que moriríamos la mayoría de nosotros. Dios lo hizo de una manera perfecta para que el Planeta Tierra esté adecuado para mantenernos con vida. Piensa en la maravilla que son las estaciones del año: Los procesos del clima, la lluvia, las nubes, las tormentas. Ninguna película de Hollywood, con todos sus efectos especiales, puede llegar a crear algo así. Pueden imitar, pero Dios en su sabiduría ha creado todo esto: El sol, la luna, las estrellas, un arco iris de peces en un arrecife. Cuando entras a la profundidad del mar, cuando contemplas el bosque, el desierto, los ríos, los árboles, las plantas, la gran variedad de animales, la variedad de sabores, de colores, ¿te has puesto a pensar que Dios ha hecho todo esto para ti? Piensa en lo que hace una madre, cuando está esperando a su bebé; dentro de sus recursos, ella prepara amorosa e ilusionadamente la habitación de ese hijito esperado: sonajas. Se enfoca en cada detalle buscando la comodidad, la salud, el bienestar y deleite de su bebé, y cuando finalmente llega, lo pone en este cuarto especialmente preparado para él o para ella. De la misma manera, Dios preparó este planeta con toda su belleza y su esplendor para un día ponerte a ti en él para que lo disfrutaras. Para que deleitaras tu vista con los múltiples colores de las flores y lo majestuoso de los montes. Para que deleitaras tu gusto y olfato y te mantuvieras sano, con los cientos de frutas, verduras y hierbas que sirven de condimento. Para que pudieras escuchar los cientos de diferentes cantos de las aves. ¡El huerto incomparable, que es el planeta tierra, fue hecho especialmente para ti! Y, ¿qué de los animales? Sabemos que muchos sirven para apoyarnos en el trabajo, pero… ¿Sabías que los médicos han comprobado que acariciar una mascota u observar una pecera llena de peces, hace maravillas a tu salud, y hasta puede prolongar tu vida? ¿Todavía crees que Él no te ama? Cualquiera que tiene el concepto de que Dios es como un viejito amargado que no quiere que disfrutemos la vida, ¡solo tiene que contemplar la creación! La Biblia nos ofrece retratos de cuánto nos ama Dios. Por ejemplo, Él dice que nosotros: Somos su tesoro especial. Éxodo 19:5 “...vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra”. Somos como la niña de sus ojos. Salmo 17:8 “Guárdame como a la niña de tus ojos; escóndeme bajo la sombra de tus alas”. Él nos tiene esculpidos en su mano. Isaías 49:16 “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida; delante de mí están siempre tus muros”. Dice que Él se deleita tanto en nosotros, que, ¡hasta canta sobre nosotros! Sofonías 3:17 “Jehová está en medio de ti, poderoso, él salvará; se gozará sobre ti con alegría, callará de amor, se regocijará sobre ti con cánticos”. ¿Todavía necesito convencerte de Su amor? Tan grande es el amor de Dios por ti, que cada cabello de tu cabeza está contado. Por supuesto, ¡con algunos batalla un poco menos para contarlos! Cuando Jesús quiso que sus discípulos captaran el gran amor que Dios tenía por ellos, les dijo: Mateo 6:25-26, 28-30 (NVI) “Por eso les digo: No se preocupen por su vida, qué comerán o beberán; ni por su cuerpo, cómo se vestirán. ¿No tiene la vida más valor que la comida, y el cuerpo más que la ropa? Fíjense en las aves del cielo: no siembran ni cosechan ni almacenan en graneros; sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No valen ustedes mucho más que ellas? ¿Y por qué se preocupan por la ropa? Observen cómo crecen los lirios del campo. No trabajan ni hilan; sin embargo, les digo que ni siquiera Salomón, con todo su esplendor, se vestía como uno de ellos. Si así viste Dios a la hierba que hoy está en el campo y mañana es arrojada al horno, ¿no hará mucho más por ustedes, gente de poca fe?”. Si Dios viste la hierba del campo que hoy es y mañana se echa en el horno, ¿no hará mucho más por ti, que eres la corona de la creación? Si Él viste de esplendor a los lirios del campo, ¿no hará más por ti que te creó de una manera especial? Y si Dios alimenta las aves del cielo que no siembran ni siegan, y no recogen en los graneros, ¿no hará más por ti? Hace poco yo estaba en el patio de mi casa y vi una paloma volando; estaba algo desorientada, finalmente se pegó contra un muro y cayó al suelo. Estiró sus patas por un momento, y luego, delante de mí, mientras yo la veía, se murió. No pude evitar pensar en ese versículo que dice que Dios está consciente de cada pájaro que cae y muere (Mateo 10:29) y pensé: “Si Él se da cuenta de cada una de estas cosas, que realmente son insignificantes, entonces, ¡qué tan importante soy para Él!”. “Yo te amo aun cuando te equivocas” Recuerdo cierto incidente años atrás, del que ahora me río un poco al acordarme, pero cuando ocurrió, ¡me sentí terrible! En ese momento experimenté de manera muy especial ese amor de mi Padre. Ocurrió durante un Congreso Internacional en Vino Nuevo, cuando yo todavía era uno de los dirigentes de alabanza. Durante una de las plenarias, mi pastor, el hermano Víctor, pidió que cantáramos el himno “Santo, Santo, Santo”. Lo empecé a cantar con todo mi grupo, pero con un ritmo “taaaan” lento, que parecía funeral. En eso, el hermano Víctor indicó que le aceleráramos el ritmo. Me puse muy nervioso, después de todo, había mucha gente de todas partes de México y de otros lugares, y sí aceleré el ritmo, pero a tal grado, que este himno tan majestuoso ¡ahora lo estábamos cantando como cumbia! Entonces, el hermano Víctor, nada contento, me hizo señas de que cortara… bueno, no sé si él quería que cortara la canción, ¡o mi cabeza! Pero abruptamente la dejamos de cantar. ¡Yo sentía tanta vergüenza! ¿Cómo pude haber fallado así? En mis adentros, me reprochaba una y otra vez: ¿Por qué lo canté tan rápido? Recuerdo que estaba agachado, pero luego volteé para arriba y en mi espíritu yo vi al Padre. Y, ¡Estaba sonriendo! Y con su sonrisa amorosa, me decía: “Yo te amo aunque estés metiendo la pata, cuando cantas mal, cuando la riegas, cuando te equivocas”. (Debo agregar que yo sé que el hermano Víctor también me amaba, a pesar de que yo había metido la pata). |
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