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Rompiendo Ataduras | |||||||
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El mundo de lo oculto La primera vez que le vi la cara me sentí como transportado a una de esas películas de monstruos horrorosos. La cara de Ana María era una costra amarillenta supurando pus y tan hinchada que sus ojos parecían rendijas tenebrosas. Además, un dolor agudo recorría constantemente su cuerpo. Ya antes me había tocado ver sufrimiento humano y aprendí a verlo con calma, durante los años que ejercí como dentista en unos pueblecillos olvidados en el estado de Chihuahua. Pero, lo que ahora estaba viendo era algo realmente impresionante. Aunque el médico había hecho todo lo posible, la infección de Ana María no respondía ni a los más modernos antibióticos. Esta muchacha de 20 años, sostenía que su problema se debía a un “mal” puesto por unos brujos. ¿Sería cierto? ¿Será posible que sucedan cosas así en pleno siglo XXI? ¿No será más bien una superstición? Contaba Ana María que todo había comenzado porque le daba pena que los muchachos vieran su cutis tan feo y que había usado toda clase de cremas para mejorarlo. Era una chica normal que soñaba con encontrar un día su príncipe azul. Un día pasó por su casa una curandera y al verle la cara prometió a Ana María un completo y pronto alivio mediante “limpias” y otras prácticas de hechicería. Ana María pensó que ésta podría ser la respuesta que tanto había pedido a Dios. Después de varias visitas y a pesar de que la curandera cobraba muy caro, Ana María no mejoraba para nada. Cuando le reclamó por el fracaso del tratamiento, fue tanto lo que se enfureció esta mujer que corrió a Ana María con maldiciones y amenazas. Casi de inmediato, la pobre muchacha enfermó; el cuerpo se le hinchó como globo, su cutis ya dañado empezó a supurar pus y un dolor agudo la mantenía en constante llanto y gritos de angustia. Sin saberlo, Ana María se había entregado a satanás al ponerse en manos de su agente, la curandera y satanás no la iban a dejar escapar tan fácilmente. El carácter del diablo es tal que, desde el momento en que Ana María buscó su ayuda, la consideraba en deuda con él y la haría sufrir y aun morir, si fuera necesario. Desesperada, Ana María acudió a personas capaces de entender su situación y de ayudarla. Yo estaba con estas personas cuando nos tocó orar juntos por Ana María y en el nombre de Jesús, el Hijo de Dios, ordenamos a satanás que la dejara libre y en paz. En seguida le enseñamos a renunciar a todo contacto con el ángel caído y que en voz alta expresara su fe en Jesucristo y en el poder sanador de su sangre. Lo hizo con mucho fervor pero no observamos cambio alguno de inmediato. Pasados ocho días Ana María vino a visitarnos y francamente no la reconocimos. Ya no había dolor, ni costra, ni hinchazón. Ante nosotros estaba una joven sonriente, liberada del poder satánico. Les relato este caso porque está de moda consultar la baraja o el tablerito mágico (ouija) para conocer el futuro; todo mundo quiere tomar un curso de control mental o ver qué le dice el horóscopo. Por todos lados hay veladas espiritistas y hay mucha gente que ambiciona poseer percepción extrasensorial. A nuestro mundo le ha pasado lo mismo que a Ana María; sin saberlo se ha entregado en manos de un satanás astuto, engañador y bien disfrazado. Al decir esto, parece que oigo a alguien protestar: ¿Por qué dice que estas son cosas de satanás? ¡No les veo nada de malo! Dos fuentes de poder Para comenzar, dejemos claro que sólo hay dos fuentes donde conseguir información, inspiración o poder sobrenatural. Por un lado está Yavé Dios con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. La otra fuente es el mismo satanás. El único medio para comunicarse con Yavé Dios es el Espíritu Santo. La sagrada Biblia testifica: Efesios 2:18 “...tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”. En cuanto a todos los otros espíritus, Dios los llama: Efesios 6:12 “...huestes espirituales de maldad...”. El enemigo se ha infiltrado en nuestras vidas por la grieta de la ignorancia de las claras enseñanzas bíblicas, a fin de esclavizarnos con sus artimañas sin que nos demos cuenta. Ya es tiempo de quitar la máscara a la serpiente antigua para que no siga engañándonos. Pongamos mucha atención a lo que la sagrada Biblia dice: Deuteronomio 18:10-12 “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego (práctica pagana de quemar niños en sacrificio a los ídolos), ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas...”. Dios declara que Él aborrece todas estas cosas y que son tan malas como echar niños al fuego. ¿Por qué? Porque estas prácticas constituyen infidelidad y adulterio espiritual. ¿Cómo es esto? Porque para estas prácticas se requiere la intervención de otros espíritus ajenos al Espíritu Santo, para conseguir información, experiencia o poder psíquico. Todas ellas son prácticas de fuente satánica. |
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Rompiendo Ataduras |
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El mundo de lo oculto La primera vez que le vi la cara me sentí como transportado a una de esas películas de monstruos horrorosos. La cara de Ana María era una costra amarillenta supurando pus y tan hinchada que sus ojos parecían rendijas tenebrosas. Además, un dolor agudo recorría constantemente su cuerpo. Ya antes me había tocado ver sufrimiento humano y aprendí a verlo con calma, durante los años que ejercí como dentista en unos pueblecillos olvidados en el estado de Chihuahua. Pero, lo que ahora estaba viendo era algo realmente impresionante. Aunque el médico había hecho todo lo posible, la infección de Ana María no respondía ni a los más modernos antibióticos. Esta muchacha de 20 años, sostenía que su problema se debía a un “mal” puesto por unos brujos. ¿Sería cierto? ¿Será posible que sucedan cosas así en pleno siglo XXI? ¿No será más bien una superstición? Contaba Ana María que todo había comenzado porque le daba pena que los muchachos vieran su cutis tan feo y que había usado toda clase de cremas para mejorarlo. Era una chica normal que soñaba con encontrar un día su príncipe azul. Un día pasó por su casa una curandera y al verle la cara prometió a Ana María un completo y pronto alivio mediante “limpias” y otras prácticas de hechicería. Ana María pensó que ésta podría ser la respuesta que tanto había pedido a Dios. Después de varias visitas y a pesar de que la curandera cobraba muy caro, Ana María no mejoraba para nada. Cuando le reclamó por el fracaso del tratamiento, fue tanto lo que se enfureció esta mujer que corrió a Ana María con maldiciones y amenazas. Casi de inmediato, la pobre muchacha enfermó; el cuerpo se le hinchó como globo, su cutis ya dañado empezó a supurar pus y un dolor agudo la mantenía en constante llanto y gritos de angustia. Sin saberlo, Ana María se había entregado a satanás al ponerse en manos de su agente, la curandera y satanás no la iban a dejar escapar tan fácilmente. El carácter del diablo es tal que, desde el momento en que Ana María buscó su ayuda, la consideraba en deuda con él y la haría sufrir y aun morir, si fuera necesario. Desesperada, Ana María acudió a personas capaces de entender su situación y de ayudarla. Yo estaba con estas personas cuando nos tocó orar juntos por Ana María y en el nombre de Jesús, el Hijo de Dios, ordenamos a satanás que la dejara libre y en paz. En seguida le enseñamos a renunciar a todo contacto con el ángel caído y que en voz alta expresara su fe en Jesucristo y en el poder sanador de su sangre. Lo hizo con mucho fervor pero no observamos cambio alguno de inmediato. Pasados ocho días Ana María vino a visitarnos y francamente no la reconocimos. Ya no había dolor, ni costra, ni hinchazón. Ante nosotros estaba una joven sonriente, liberada del poder satánico. Les relato este caso porque está de moda consultar la baraja o el tablerito mágico (ouija) para conocer el futuro; todo mundo quiere tomar un curso de control mental o ver qué le dice el horóscopo. Por todos lados hay veladas espiritistas y hay mucha gente que ambiciona poseer percepción extrasensorial. A nuestro mundo le ha pasado lo mismo que a Ana María; sin saberlo se ha entregado en manos de un satanás astuto, engañador y bien disfrazado. Al decir esto, parece que oigo a alguien protestar: ¿Por qué dice que estas son cosas de satanás? ¡No les veo nada de malo! Dos fuentes de poder Para comenzar, dejemos claro que sólo hay dos fuentes donde conseguir información, inspiración o poder sobrenatural. Por un lado está Yavé Dios con su Hijo Jesucristo y el Espíritu Santo. La otra fuente es el mismo satanás. El único medio para comunicarse con Yavé Dios es el Espíritu Santo. La sagrada Biblia testifica: Efesios 2:18 “...tenemos entrada por un mismo Espíritu al Padre”. En cuanto a todos los otros espíritus, Dios los llama: Efesios 6:12 “...huestes espirituales de maldad...”. El enemigo se ha infiltrado en nuestras vidas por la grieta de la ignorancia de las claras enseñanzas bíblicas, a fin de esclavizarnos con sus artimañas sin que nos demos cuenta. Ya es tiempo de quitar la máscara a la serpiente antigua para que no siga engañándonos. Pongamos mucha atención a lo que la sagrada Biblia dice: Deuteronomio 18:10-12 “No sea hallado en ti quien haga pasar a su hijo o a su hija por el fuego (práctica pagana de quemar niños en sacrificio a los ídolos), ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es abominación para con Jehová cualquiera que hace estas cosas...”. Dios declara que Él aborrece todas estas cosas y que son tan malas como echar niños al fuego. ¿Por qué? Porque estas prácticas constituyen infidelidad y adulterio espiritual. ¿Cómo es esto? Porque para estas prácticas se requiere la intervención de otros espíritus ajenos al Espíritu Santo, para conseguir información, experiencia o poder psíquico. Todas ellas son prácticas de fuente satánica. |
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