Tus Hijos, Barro en tus Manos II | |||||||
Cómo echar a perder a tus hijos Hace unos años, el Departamento de Policía en Houston, Texas, imprimió un folleto titulado: “Cómo echar a perder a tus hijos”. La efectividad del método está garantizada en 99%. Los puntos esenciales son los siguientes: 1. Desde pequeño, dale todo lo que quiere. 2. Cuando el niño diga malas palabras (o disparates), sólo ríete. 3. No le des orientación espiritual. Espera hasta que tenga 21 años, entonces que él decida lo que va a creer. 4. Evita el uso de la palabra “malo”, porque puede desarrollar en él un complejo de culpabilidad. 5. Recoge todo lo que deja tirado, así él aprenderá a dejarle la responsabilidad a otros. Palabras que edifican o palabras que hieren Proverbios 15:4 “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu”. Con nuestras palabras podemos animar y edificar a nuestros hijos o dañarlos para toda la vida. Debemos quitar de nuestro vocabulario expresiones tales como: “Siempre haces las cosas mal”, “¿por qué eres tan tonto?”, “nunca aprenderás”. Con estas exageraciones negativas, acusaciones y desprecios, los estamos hiriendo emocionalmente. Un niño listo no desarrollará toda su capacidad, si a menudo escucha “nunca aprenderás” y será un adulto con poca confianza en sí mismo. Generalmente, los niños reaccionan en una de dos maneras a esta clase de crítica: unos se sienten completamente sin valor, inútiles y aplastados. Se vuelven introvertidos. Otros, ponen una defensa exterior de dureza y hostilidad; gritan e insultan a otros niños y aun a sus padres. Cuando llegan a ser adultos, tratan a sus propios hijos con este mismo desprecio. ¿Has escuchado del niño que, hasta la edad de 5 años, pensaba que su nombre era “¡Quítate!” y que su hermanito se llamaba “¡Cállate!”, porque oyó estas dos palabras más que cualquier otra cosa? Hay ocasiones en que, como padres, nos frustramos y enojamos por el comportamiento de nuestros hijos, en vez de soltar la lengua llenos de ira, tengamos cuidado con nuestras palabras. Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua...”. La próxima vez que tu hijo tire el vaso de leche sobre la mesa, en vez de gritar; “¡Niño torpe y tonto!”, dile con calma, “ve a traer la toalla y limpia la mesa; y por favor, ten más cuidado”. Usa las palabras “por favor” muy seguido. Son palabras mágicas. “Por favor, cierra la puerta”, “por favor, guarda tus libros”. No digas frases que sabes que son mentira: “Si no te comes los frijolitos el lobo te va a agarrar”, “si no me obedeces, voy a llamar a la policía” o lo peor de todo: “Si no te portas bien, Diosito te va a castigar”. Esto no es únicamente una mentira y por lo tanto, un pecado, sino que también estás enseñando al niño, que fácilmente se impresiona, un concepto erróneo de Dios. El concepto de un Dios con garrote ha provocado que multitud de personas desconozcan la verdadera naturaleza de Dios y en consecuencia, son robados de las bendiciones que pudieron tener. Si el niño merece castigo, es responsabilidad de los padres aplicar la disciplina y no amenazarle con que Dios lo hará. Nuestros hijos deben oír con frecuencia: “Te amo”, “eres especial para mí”, “serás una bendición a otros”, “eres un niño inteligente y capaz”, “tú puedes”. Los mejores padres Una vez, una señora llegó hasta la oficina de su pastor, el cual tenía varios años de estudio en psicología infantil. Ella le dijo: “Pastor, he estado leyendo un buen libro sobre la crianza de niños y el autor dice que a causa de nuestro egoísmo, los padres podemos dañar emocionalmente a los hijos. Temo haber dañado ya a mis tres hijos. ¿Me puede aconsejar para ser una mejor madre?”. La siguiente lista es una condensación de las respuestas de este pastor: 1. Los niños a cualquier edad, son personas con sentimientos. Por naturaleza, desean agradar a sus padres, por eso es tan importante que sientan su aprobación. Si los padres muestran respeto por los sentimientos de sus hijos, les están brindando la autoestimación que todo niño necesita. Cuando a un niño no le importa lo que piensan sus padres, es porque se ha dado cuenta que es imposible agradarles, entonces, se vuelve rebelde. 2. Un niño que es castigado más allá de lo que es justo porque sus padres están furiosos, no va a ser corregido ni ayudado, al contrario, se sentirá rechazado. El propósito del castigo es enseñar. 3. Una vez que castigaste al niño por algo, olvídalo y hazle saber que ya lo has perdonado. En el futuro, eso le ayudará a apreciar el perdón de Dios. 4. Un niño no debe sentirse culpable por una reacción emocional natural. Eso causa muchos complejos. Por ejemplo; si tiene temor, ayúdale a vencerlo, pero no lo hagas sentir culpable. No le llames cobarde, miedoso o bebé. 5. El enojo es una reacción natural contra la injusticia o cuando uno se siente frustrado. Ayuda a tu hijo a controlar sus reacciones negativas, para que él pueda entender mejor su problema. Si lo avergüenzas, sólo lo confundirás. Ten siempre presente que el cansancio, la soledad, la vergüenza y el dolor son reacciones naturales que los padres deben aceptar como genuinas. Un padre demuestra su amor al hijo cuando es comprensivo. 6. El niño necesita sentirse amado. El amor siempre respeta al individuo, es decir, no es posesivo ni dominante. Ayuda a tu hijo para que tenga confianza en sí mismo y en sus decisiones. Esto le ayudará en su vida de adulto. |
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Cómo echar a perder a tus hijos Hace unos años, el Departamento de Policía en Houston, Texas, imprimió un folleto titulado: “Cómo echar a perder a tus hijos”. La efectividad del método está garantizada en 99%. Los puntos esenciales son los siguientes: 1. Desde pequeño, dale todo lo que quiere. 2. Cuando el niño diga malas palabras (o disparates), sólo ríete. 3. No le des orientación espiritual. Espera hasta que tenga 21 años, entonces que él decida lo que va a creer. 4. Evita el uso de la palabra “malo”, porque puede desarrollar en él un complejo de culpabilidad. 5. Recoge todo lo que deja tirado, así él aprenderá a dejarle la responsabilidad a otros. Palabras que edifican o palabras que hieren Proverbios 15:4 “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu”. Con nuestras palabras podemos animar y edificar a nuestros hijos o dañarlos para toda la vida. Debemos quitar de nuestro vocabulario expresiones tales como: “Siempre haces las cosas mal”, “¿por qué eres tan tonto?”, “nunca aprenderás”. Con estas exageraciones negativas, acusaciones y desprecios, los estamos hiriendo emocionalmente. Un niño listo no desarrollará toda su capacidad, si a menudo escucha “nunca aprenderás” y será un adulto con poca confianza en sí mismo. Generalmente, los niños reaccionan en una de dos maneras a esta clase de crítica: unos se sienten completamente sin valor, inútiles y aplastados. Se vuelven introvertidos. Otros, ponen una defensa exterior de dureza y hostilidad; gritan e insultan a otros niños y aun a sus padres. Cuando llegan a ser adultos, tratan a sus propios hijos con este mismo desprecio. ¿Has escuchado del niño que, hasta la edad de 5 años, pensaba que su nombre era “¡Quítate!” y que su hermanito se llamaba “¡Cállate!”, porque oyó estas dos palabras más que cualquier otra cosa? Hay ocasiones en que, como padres, nos frustramos y enojamos por el comportamiento de nuestros hijos, en vez de soltar la lengua llenos de ira, tengamos cuidado con nuestras palabras. Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua...”. La próxima vez que tu hijo tire el vaso de leche sobre la mesa, en vez de gritar; “¡Niño torpe y tonto!”, dile con calma, “ve a traer la toalla y limpia la mesa; y por favor, ten más cuidado”. Usa las palabras “por favor” muy seguido. Son palabras mágicas. “Por favor, cierra la puerta”, “por favor, guarda tus libros”. No digas frases que sabes que son mentira: “Si no te comes los frijolitos el lobo te va a agarrar”, “si no me obedeces, voy a llamar a la policía” o lo peor de todo: “Si no te portas bien, Diosito te va a castigar”. Esto no es únicamente una mentira y por lo tanto, un pecado, sino que también estás enseñando al niño, que fácilmente se impresiona, un concepto erróneo de Dios. El concepto de un Dios con garrote ha provocado que multitud de personas desconozcan la verdadera naturaleza de Dios y en consecuencia, son robados de las bendiciones que pudieron tener. Si el niño merece castigo, es responsabilidad de los padres aplicar la disciplina y no amenazarle con que Dios lo hará. Nuestros hijos deben oír con frecuencia: “Te amo”, “eres especial para mí”, “serás una bendición a otros”, “eres un niño inteligente y capaz”, “tú puedes”. Los mejores padres Una vez, una señora llegó hasta la oficina de su pastor, el cual tenía varios años de estudio en psicología infantil. Ella le dijo: “Pastor, he estado leyendo un buen libro sobre la crianza de niños y el autor dice que a causa de nuestro egoísmo, los padres podemos dañar emocionalmente a los hijos. Temo haber dañado ya a mis tres hijos. ¿Me puede aconsejar para ser una mejor madre?”. La siguiente lista es una condensación de las respuestas de este pastor: 1. Los niños a cualquier edad, son personas con sentimientos. Por naturaleza, desean agradar a sus padres, por eso es tan importante que sientan su aprobación. Si los padres muestran respeto por los sentimientos de sus hijos, les están brindando la autoestimación que todo niño necesita. Cuando a un niño no le importa lo que piensan sus padres, es porque se ha dado cuenta que es imposible agradarles, entonces, se vuelve rebelde. 2. Un niño que es castigado más allá de lo que es justo porque sus padres están furiosos, no va a ser corregido ni ayudado, al contrario, se sentirá rechazado. El propósito del castigo es enseñar. 3. Una vez que castigaste al niño por algo, olvídalo y hazle saber que ya lo has perdonado. En el futuro, eso le ayudará a apreciar el perdón de Dios. 4. Un niño no debe sentirse culpable por una reacción emocional natural. Eso causa muchos complejos. Por ejemplo; si tiene temor, ayúdale a vencerlo, pero no lo hagas sentir culpable. No le llames cobarde, miedoso o bebé. 5. El enojo es una reacción natural contra la injusticia o cuando uno se siente frustrado. Ayuda a tu hijo a controlar sus reacciones negativas, para que él pueda entender mejor su problema. Si lo avergüenzas, sólo lo confundirás. Ten siempre presente que el cansancio, la soledad, la vergüenza y el dolor son reacciones naturales que los padres deben aceptar como genuinas. Un padre demuestra su amor al hijo cuando es comprensivo. 6. El niño necesita sentirse amado. El amor siempre respeta al individuo, es decir, no es posesivo ni dominante. Ayuda a tu hijo para que tenga confianza en sí mismo y en sus decisiones. Esto le ayudará en su vida de adulto. |
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Cómo echar a perder a tus hijos Hace unos años, el Departamento de Policía en Houston, Texas, imprimió un folleto titulado: “Cómo echar a perder a tus hijos”. La efectividad del método está garantizada en 99%. Los puntos esenciales son los siguientes: 1. Desde pequeño, dale todo lo que quiere. 2. Cuando el niño diga malas palabras (o disparates), sólo ríete. 3. No le des orientación espiritual. Espera hasta que tenga 21 años, entonces que él decida lo que va a creer. 4. Evita el uso de la palabra “malo”, porque puede desarrollar en él un complejo de culpabilidad. 5. Recoge todo lo que deja tirado, así él aprenderá a dejarle la responsabilidad a otros. Palabras que edifican o palabras que hieren Proverbios 15:4 “La lengua apacible es árbol de vida; mas la perversidad de ella es quebrantamiento de espíritu”. Con nuestras palabras podemos animar y edificar a nuestros hijos o dañarlos para toda la vida. Debemos quitar de nuestro vocabulario expresiones tales como: “Siempre haces las cosas mal”, “¿por qué eres tan tonto?”, “nunca aprenderás”. Con estas exageraciones negativas, acusaciones y desprecios, los estamos hiriendo emocionalmente. Un niño listo no desarrollará toda su capacidad, si a menudo escucha “nunca aprenderás” y será un adulto con poca confianza en sí mismo. Generalmente, los niños reaccionan en una de dos maneras a esta clase de crítica: unos se sienten completamente sin valor, inútiles y aplastados. Se vuelven introvertidos. Otros, ponen una defensa exterior de dureza y hostilidad; gritan e insultan a otros niños y aun a sus padres. Cuando llegan a ser adultos, tratan a sus propios hijos con este mismo desprecio. ¿Has escuchado del niño que, hasta la edad de 5 años, pensaba que su nombre era “¡Quítate!” y que su hermanito se llamaba “¡Cállate!”, porque oyó estas dos palabras más que cualquier otra cosa? Hay ocasiones en que, como padres, nos frustramos y enojamos por el comportamiento de nuestros hijos, en vez de soltar la lengua llenos de ira, tengamos cuidado con nuestras palabras. Proverbios 18:21 “La muerte y la vida están en poder de la lengua...”. La próxima vez que tu hijo tire el vaso de leche sobre la mesa, en vez de gritar; “¡Niño torpe y tonto!”, dile con calma, “ve a traer la toalla y limpia la mesa; y por favor, ten más cuidado”. Usa las palabras “por favor” muy seguido. Son palabras mágicas. “Por favor, cierra la puerta”, “por favor, guarda tus libros”. No digas frases que sabes que son mentira: “Si no te comes los frijolitos el lobo te va a agarrar”, “si no me obedeces, voy a llamar a la policía” o lo peor de todo: “Si no te portas bien, Diosito te va a castigar”. Esto no es únicamente una mentira y por lo tanto, un pecado, sino que también estás enseñando al niño, que fácilmente se impresiona, un concepto erróneo de Dios. El concepto de un Dios con garrote ha provocado que multitud de personas desconozcan la verdadera naturaleza de Dios y en consecuencia, son robados de las bendiciones que pudieron tener. Si el niño merece castigo, es responsabilidad de los padres aplicar la disciplina y no amenazarle con que Dios lo hará. Nuestros hijos deben oír con frecuencia: “Te amo”, “eres especial para mí”, “serás una bendición a otros”, “eres un niño inteligente y capaz”, “tú puedes”. Los mejores padres Una vez, una señora llegó hasta la oficina de su pastor, el cual tenía varios años de estudio en psicología infantil. Ella le dijo: “Pastor, he estado leyendo un buen libro sobre la crianza de niños y el autor dice que a causa de nuestro egoísmo, los padres podemos dañar emocionalmente a los hijos. Temo haber dañado ya a mis tres hijos. ¿Me puede aconsejar para ser una mejor madre?”. La siguiente lista es una condensación de las respuestas de este pastor: 1. Los niños a cualquier edad, son personas con sentimientos. Por naturaleza, desean agradar a sus padres, por eso es tan importante que sientan su aprobación. Si los padres muestran respeto por los sentimientos de sus hijos, les están brindando la autoestimación que todo niño necesita. Cuando a un niño no le importa lo que piensan sus padres, es porque se ha dado cuenta que es imposible agradarles, entonces, se vuelve rebelde. 2. Un niño que es castigado más allá de lo que es justo porque sus padres están furiosos, no va a ser corregido ni ayudado, al contrario, se sentirá rechazado. El propósito del castigo es enseñar. 3. Una vez que castigaste al niño por algo, olvídalo y hazle saber que ya lo has perdonado. En el futuro, eso le ayudará a apreciar el perdón de Dios. 4. Un niño no debe sentirse culpable por una reacción emocional natural. Eso causa muchos complejos. Por ejemplo; si tiene temor, ayúdale a vencerlo, pero no lo hagas sentir culpable. No le llames cobarde, miedoso o bebé. 5. El enojo es una reacción natural contra la injusticia o cuando uno se siente frustrado. Ayuda a tu hijo a controlar sus reacciones negativas, para que él pueda entender mejor su problema. Si lo avergüenzas, sólo lo confundirás. Ten siempre presente que el cansancio, la soledad, la vergüenza y el dolor son reacciones naturales que los padres deben aceptar como genuinas. Un padre demuestra su amor al hijo cuando es comprensivo. 6. El niño necesita sentirse amado. El amor siempre respeta al individuo, es decir, no es posesivo ni dominante. Ayuda a tu hijo para que tenga confianza en sí mismo y en sus decisiones. Esto le ayudará en su vida de adulto. |
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