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Por:
Victor Richards
Martes 11 de Enero, 2022
¡YO PUEDO GANAR EN LA VIDA!
6. Nunca debemos rendir el control de nuestras vidas a la mediocridad
Génesis 1:31
“Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera...”.
Dios no es un Dios de “como sea” o de “más o menos”, ni de “no le hace” o “no importa”. Él es Dios de lo excelente. Nos ha hecho a su imagen y su semejanza, no fuimos hechos para la mediocridad; porque Dios no hace basura ni quiere que nosotros la hagamos. Él dice:
1 Corintios 10:31
“...Hacedlo todo para la gloria de Dios”.
Es decir, debemos hacer todo lo mejor posible, pugnando siempre por lo excelente, aun en las tareas menos importantes.
“Si es producto de mi hacer, excelente tendrá que ser”.
También:
“Lo que yo hago, a mí me va a revelar, hacerlo ‘más o menos’ no podré yo aceptar”.
“No lo hagas, te quiero pedir, si ‘como sea’ es tu sentir”.
La mediocridad es el fruto de la pereza, que es enemiga de los hijos de Dios que desean alcanzar el éxito.
Proverbios 13:4
“El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada”.
Proverbios 21:5
“Los pensamientos del diligente ciertamente tienden a la abundancia...”.
La cumbre más alta... el verdadero éxito
Un joven negociante había logrado mucho éxito en sus cortos años. Se había hecho rico y famoso por su astucia; sin embargo, él sentía que le faltaba algo. Acudiendo a Jesús, oyó las palabras; “sígueme y tendrás tesoro en el cielo”.
Seguir a Jesús le pareció un precio demasiado alto. Se fue triste, pero se fue de todos modos.
Jesús preguntó:
“...¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? ¿O qué recompensa dará el hombre por su alma?”.
Aunque puedas alcanzar gran éxito en tu profesión, una familia hermosa, una posición de renombre en la comunidad y una cuenta muy sólida en el banco, al no tener paz con Dios, a través del Señor Jesucristo, serás en verdad una persona pobre, muy pobre.
Para lograr el perdón de los pecados y obtener la vida eterna, debemos entender lo qué nos toca hacer para alcanzar esta cumbre. Jamás sucederá automáticamente; requiere acción de nuestra parte, sin embargo, no es por nuestras obras.
Dios ya hizo su parte para nuestra salvación, enviando a su Hijo Unigénito a morir en la cruz para pagar el precio del pecado. Ahora nos toca a nosotros actuar. Si ha de suceder, ¡nosotros lo tenemos que hacer! Tenemos que correr el riesgo de desagradar a los que se oponen a nuestra decisión. Debemos asumir el mando de nuestra propia vida. Nos toca tomar control de toda situación para no perder lo verdaderamente valioso.
Mateo 16:26
“...¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma?...”.
Es necesario que yo reciba a Jesucristo en un acto sincero de fe, confesándole como el Hijo de Dios, y mi Señor y Salvador. Yo tengo que hacerlo; y tú tienes que hacerlo también.
Nuestros padres no nos pueden salvar; ninguna iglesia nos puede salvar; ninguna persona nos puede salvar, aparte de Cristo mismo. Si aún no has alcanzado esta cumbre, hazlo ahora. Haz a Jesús el Señor (jefe) de tu vida. Confiesa con tu boca que crees que Él es el Hijo de Dios y que lo recibes ahora mismo.
La Sagrada Escritura dice:
Romanos 10:13
“Porque todo aquel que invocare el nombre del Señor, será salvo”.
Habiendo dado este paso, has alcanzado ahora la cumbre más alta... ¡Tú puedes ganar en la vida!
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