Cuando los hijos se rebelan | |||||||
VII. Padres libres de la condenaciónCuando existe rebeldía en un hijo, es muy común que los padres se acusen el uno al otro o se autocondenen. Esto no resuelve nada y hace más difícil que venga una restauración familiar. Recuerda estos sencillos pasos: 1. Confiesa a Dios tus propios errores en la formación y crianza de tu hijo. Pide perdón y luego acepta este perdón (1 Juan 1:9). 2. Confiesa a tu hijo los errores que has cometido y pide perdón. No te preocupes si tu hijo te perdona o no. Déjalo en las manos de Dios, para que Él obre en tu hijo. 3. No acuses a tu cónyuge. Puede ser que él/ella haya cometido graves errores, permite que el Señor le hable y no tú. Si tu hijo regresa a casa pero ya no existe armonía matrimonial, todos saldrán perdiendo. 4. Perdónate a ti mismo. Si Dios te ha perdonado, ¿por qué autocondenarte? VIII. ConclusiónNo importa qué tan lejos de Dios y de ti está tu hijo en este momento. El Señor quiere que tengas esperanza y que seas como el padre en la historia del hijo pródigo. Él vivía con la esperanza de que su hijo volvería a casa. Abundan testimonios en la actualidad de hijos rebeldes que al fin volvieron a casa porque había una madre, un padre, unos abuelitos o algún ser amado que no dejaba de orar y no dejaba de creer. Aunque este libro está dirigido principalmente a familias donde hay padre y madre, los mismos consejos se pueden aplicar a la madre sea viuda, divorciada o soltera. La tarea de criar hijos sanos sin un buen padre en la casa será más difícil, pero con la ayuda del Señor, no es imposible. ¡Que Dios bendiga a tu familia! Palabras especialmente para líderes espiritualesEl Señor nos ha dado un corazón tierno para los hijos de pastores, dirigentes o directores de congregaciones. A través de los años hemos observado algunos errores de parte de los padres, que aunque sean sinceros y entregados a Dios, han sufrido consecuencias trágicas. Ninguna familia es perfecta, pero algo anda mal cuando el hijo del pastor está lleno de rebeldía, no quiere saber nada de Dios y con resentimiento declara: “La iglesia me robó a mis padres”. Hace poco tiempo una preciosa pareja habló con nosotros y con sus corazones tristes y destrozados, nos platicaron del terrible error que cometieron con sus hijos. Al entregar sus vidas a Jesús (con sus hijos ya adolescentes), se emocionaron tanto en servir dentro de su comunidad que estuvieron en reuniones cristianas lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y por supuesto, domingo. De repente, la convivencia familiar empezó a sufrir hasta que los hijos se sentían rechazados o abandonados por sus padres. No hay duda alguna de la sinceridad de esta pareja ni de su amor para Dios y para con sus hijos. Sin embargo, su falta de sabiduría trajo consecuencias trágicas porque ahora los hijos no quieren saber nada de Dios. Existen cientos de casos de jóvenes heridos por la falta de prudencia de los padres. Seguramente, hay un precio que pagar por el privilegio de estar en el liderazgo de la iglesia, inclusive la familia pagará un precio también; pero no debemos ministrar a todo el mundo y sacrificar a nuestros propios hijos. ¡Que el Señor nos dé sabiduría y equilibrio! Una mujer, que llamaré Rosita, nos contó su historia. Siendo hija de padres conocidos dentro de círculos cristianos, su padre y su madre viajaron extensivamente predicando el evangelio durante la juventud de Rosita. Ella y sus hermanos muchas veces se quedaron con parientes. Empezó a crecer en ella una raíz de rebeldía en contra de Dios y por esta situación durante 10 largos años ella se apartó de Él y vivía como “la hija pródiga”. Aunque los padres le estaban predicando a miles, sus corazones estaban destrozados por su propia hija. Gracias a Dios, esta historia terminó en victoria (no siempre sucede así) porque las fervientes oraciones de sus padres tuvieron efecto y un día Rosita regresó al Señor y a la reconciliación con su familia. Unos breves consejos para padres involucrados en ministerio1. Dentro de lo posible, incluyan a sus hijos en el ministerio desde chicos para que ellos se sientan parte de él y que no estén en competencia (esto depende mucho de la edad de los hijos). 2. Nunca digan a sus hijos: “ustedes tienen que vivir vidas ejemplares porque su papá es...” (el pastor, el dirigente, el líder). Esto crea resentimiento en ellos. Lo que debemos enseñarles es que necesitan dar un buen ejemplo porque ellos son hijos de Dios. 3. Tomen tiempo para jugar, como familia y disfrutar diversiones sanas. 4. Aunque “el pastor da su vida por las ovejas”, toma en cuenta que tus hijos... y tu esposa... necesitan una vida familiar privada. No permitas que las personas insensibles les interrumpan como familia, excepto cuando sea una verdadera necesidad. Tú, como líder, serás mucho más ungido para servir a la congregación si tienes una familia contenta que te respalda. |
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VII. Padres libres de la condenaciónCuando existe rebeldía en un hijo, es muy común que los padres se acusen el uno al otro o se autocondenen. Esto no resuelve nada y hace más difícil que venga una restauración familiar. Recuerda estos sencillos pasos: 1. Confiesa a Dios tus propios errores en la formación y crianza de tu hijo. Pide perdón y luego acepta este perdón (1 Juan 1:9). 2. Confiesa a tu hijo los errores que has cometido y pide perdón. No te preocupes si tu hijo te perdona o no. Déjalo en las manos de Dios, para que Él obre en tu hijo. 3. No acuses a tu cónyuge. Puede ser que él/ella haya cometido graves errores, permite que el Señor le hable y no tú. Si tu hijo regresa a casa pero ya no existe armonía matrimonial, todos saldrán perdiendo. 4. Perdónate a ti mismo. Si Dios te ha perdonado, ¿por qué autocondenarte? VIII. ConclusiónNo importa qué tan lejos de Dios y de ti está tu hijo en este momento. El Señor quiere que tengas esperanza y que seas como el padre en la historia del hijo pródigo. Él vivía con la esperanza de que su hijo volvería a casa. Abundan testimonios en la actualidad de hijos rebeldes que al fin volvieron a casa porque había una madre, un padre, unos abuelitos o algún ser amado que no dejaba de orar y no dejaba de creer. Aunque este libro está dirigido principalmente a familias donde hay padre y madre, los mismos consejos se pueden aplicar a la madre sea viuda, divorciada o soltera. La tarea de criar hijos sanos sin un buen padre en la casa será más difícil, pero con la ayuda del Señor, no es imposible. ¡Que Dios bendiga a tu familia! Palabras especialmente para líderes espiritualesEl Señor nos ha dado un corazón tierno para los hijos de pastores, dirigentes o directores de congregaciones. A través de los años hemos observado algunos errores de parte de los padres, que aunque sean sinceros y entregados a Dios, han sufrido consecuencias trágicas. Ninguna familia es perfecta, pero algo anda mal cuando el hijo del pastor está lleno de rebeldía, no quiere saber nada de Dios y con resentimiento declara: “La iglesia me robó a mis padres”. Hace poco tiempo una preciosa pareja habló con nosotros y con sus corazones tristes y destrozados, nos platicaron del terrible error que cometieron con sus hijos. Al entregar sus vidas a Jesús (con sus hijos ya adolescentes), se emocionaron tanto en servir dentro de su comunidad que estuvieron en reuniones cristianas lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y por supuesto, domingo. De repente, la convivencia familiar empezó a sufrir hasta que los hijos se sentían rechazados o abandonados por sus padres. No hay duda alguna de la sinceridad de esta pareja ni de su amor para Dios y para con sus hijos. Sin embargo, su falta de sabiduría trajo consecuencias trágicas porque ahora los hijos no quieren saber nada de Dios. Existen cientos de casos de jóvenes heridos por la falta de prudencia de los padres. Seguramente, hay un precio que pagar por el privilegio de estar en el liderazgo de la iglesia, inclusive la familia pagará un precio también; pero no debemos ministrar a todo el mundo y sacrificar a nuestros propios hijos. ¡Que el Señor nos dé sabiduría y equilibrio! Una mujer, que llamaré Rosita, nos contó su historia. Siendo hija de padres conocidos dentro de círculos cristianos, su padre y su madre viajaron extensivamente predicando el evangelio durante la juventud de Rosita. Ella y sus hermanos muchas veces se quedaron con parientes. Empezó a crecer en ella una raíz de rebeldía en contra de Dios y por esta situación durante 10 largos años ella se apartó de Él y vivía como “la hija pródiga”. Aunque los padres le estaban predicando a miles, sus corazones estaban destrozados por su propia hija. Gracias a Dios, esta historia terminó en victoria (no siempre sucede así) porque las fervientes oraciones de sus padres tuvieron efecto y un día Rosita regresó al Señor y a la reconciliación con su familia. Unos breves consejos para padres involucrados en ministerio1. Dentro de lo posible, incluyan a sus hijos en el ministerio desde chicos para que ellos se sientan parte de él y que no estén en competencia (esto depende mucho de la edad de los hijos). 2. Nunca digan a sus hijos: “ustedes tienen que vivir vidas ejemplares porque su papá es...” (el pastor, el dirigente, el líder). Esto crea resentimiento en ellos. Lo que debemos enseñarles es que necesitan dar un buen ejemplo porque ellos son hijos de Dios. 3. Tomen tiempo para jugar, como familia y disfrutar diversiones sanas. 4. Aunque “el pastor da su vida por las ovejas”, toma en cuenta que tus hijos... y tu esposa... necesitan una vida familiar privada. No permitas que las personas insensibles les interrumpan como familia, excepto cuando sea una verdadera necesidad. Tú, como líder, serás mucho más ungido para servir a la congregación si tienes una familia contenta que te respalda. |
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VII. Padres libres de la condenaciónCuando existe rebeldía en un hijo, es muy común que los padres se acusen el uno al otro o se autocondenen. Esto no resuelve nada y hace más difícil que venga una restauración familiar. Recuerda estos sencillos pasos: 1. Confiesa a Dios tus propios errores en la formación y crianza de tu hijo. Pide perdón y luego acepta este perdón (1 Juan 1:9). 2. Confiesa a tu hijo los errores que has cometido y pide perdón. No te preocupes si tu hijo te perdona o no. Déjalo en las manos de Dios, para que Él obre en tu hijo. 3. No acuses a tu cónyuge. Puede ser que él/ella haya cometido graves errores, permite que el Señor le hable y no tú. Si tu hijo regresa a casa pero ya no existe armonía matrimonial, todos saldrán perdiendo. 4. Perdónate a ti mismo. Si Dios te ha perdonado, ¿por qué autocondenarte? VIII. ConclusiónNo importa qué tan lejos de Dios y de ti está tu hijo en este momento. El Señor quiere que tengas esperanza y que seas como el padre en la historia del hijo pródigo. Él vivía con la esperanza de que su hijo volvería a casa. Abundan testimonios en la actualidad de hijos rebeldes que al fin volvieron a casa porque había una madre, un padre, unos abuelitos o algún ser amado que no dejaba de orar y no dejaba de creer. Aunque este libro está dirigido principalmente a familias donde hay padre y madre, los mismos consejos se pueden aplicar a la madre sea viuda, divorciada o soltera. La tarea de criar hijos sanos sin un buen padre en la casa será más difícil, pero con la ayuda del Señor, no es imposible. ¡Que Dios bendiga a tu familia! Palabras especialmente para líderes espiritualesEl Señor nos ha dado un corazón tierno para los hijos de pastores, dirigentes o directores de congregaciones. A través de los años hemos observado algunos errores de parte de los padres, que aunque sean sinceros y entregados a Dios, han sufrido consecuencias trágicas. Ninguna familia es perfecta, pero algo anda mal cuando el hijo del pastor está lleno de rebeldía, no quiere saber nada de Dios y con resentimiento declara: “La iglesia me robó a mis padres”. Hace poco tiempo una preciosa pareja habló con nosotros y con sus corazones tristes y destrozados, nos platicaron del terrible error que cometieron con sus hijos. Al entregar sus vidas a Jesús (con sus hijos ya adolescentes), se emocionaron tanto en servir dentro de su comunidad que estuvieron en reuniones cristianas lunes, martes, miércoles, jueves, viernes, sábado y por supuesto, domingo. De repente, la convivencia familiar empezó a sufrir hasta que los hijos se sentían rechazados o abandonados por sus padres. No hay duda alguna de la sinceridad de esta pareja ni de su amor para Dios y para con sus hijos. Sin embargo, su falta de sabiduría trajo consecuencias trágicas porque ahora los hijos no quieren saber nada de Dios. Existen cientos de casos de jóvenes heridos por la falta de prudencia de los padres. Seguramente, hay un precio que pagar por el privilegio de estar en el liderazgo de la iglesia, inclusive la familia pagará un precio también; pero no debemos ministrar a todo el mundo y sacrificar a nuestros propios hijos. ¡Que el Señor nos dé sabiduría y equilibrio! Una mujer, que llamaré Rosita, nos contó su historia. Siendo hija de padres conocidos dentro de círculos cristianos, su padre y su madre viajaron extensivamente predicando el evangelio durante la juventud de Rosita. Ella y sus hermanos muchas veces se quedaron con parientes. Empezó a crecer en ella una raíz de rebeldía en contra de Dios y por esta situación durante 10 largos años ella se apartó de Él y vivía como “la hija pródiga”. Aunque los padres le estaban predicando a miles, sus corazones estaban destrozados por su propia hija. Gracias a Dios, esta historia terminó en victoria (no siempre sucede así) porque las fervientes oraciones de sus padres tuvieron efecto y un día Rosita regresó al Señor y a la reconciliación con su familia. Unos breves consejos para padres involucrados en ministerio1. Dentro de lo posible, incluyan a sus hijos en el ministerio desde chicos para que ellos se sientan parte de él y que no estén en competencia (esto depende mucho de la edad de los hijos). 2. Nunca digan a sus hijos: “ustedes tienen que vivir vidas ejemplares porque su papá es...” (el pastor, el dirigente, el líder). Esto crea resentimiento en ellos. Lo que debemos enseñarles es que necesitan dar un buen ejemplo porque ellos son hijos de Dios. 3. Tomen tiempo para jugar, como familia y disfrutar diversiones sanas. 4. Aunque “el pastor da su vida por las ovejas”, toma en cuenta que tus hijos... y tu esposa... necesitan una vida familiar privada. No permitas que las personas insensibles les interrumpan como familia, excepto cuando sea una verdadera necesidad. Tú, como líder, serás mucho más ungido para servir a la congregación si tienes una familia contenta que te respalda. |
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