Por:
Victor Richards
Martes 22 de Febrero, 2022
SEÑALES EXTERIORES DE UNA OBRA INTERIOR
Las señales de caer y de reír pueden ser mucho más profundas de lo que algunos creen. Son señales exteriores de una obra interior.
Quiero compartir lo que pasó a una persona muy querida de nuestra congregación: Hemos conocido a Nena Blanco por más de veinte años. Es una mujer que desde que recibió a Cristo, lo ha amado y servido fielmente. Sin embargo, era una mujer sumamente seca, que rara vez sonreía. No fue hasta que el Espíritu Santo se derramó en nuestra congregación en 1995, que me di cuenta por qué Nena era así, tan seca y tan seria.
Una de las primeras noches después de que empezamos a experimentar la visitación de Dios, tuvimos una reunión especial para ministrar a nuestros servidores, a la cual asistió Nena, junto con su esposo.
Cuando oramos por ella aquella noche, el Espíritu Santo cayó sobre ella, y quedó tendida en el piso. Después de un rato, ella comenzó a reír… y a reír y a ¡reír! No pudo parar por varias horas… Al grado de que su esposo tuvo que sacarla, literalmente cargando de nuestras instalaciones cuando, después de tres horas, nos fue necesario cerrar. Habiendo llegado a su casa, siguió riéndose hasta las cuatro de la mañana. ¿Qué estaba sucediendo? ¿Cuál era el significado de todo esto? ¿Había algo sobrenatural?
Varios días después Nena nos compartió lo que estaba sucediendo en su interior durante su tiempo en el piso: "Después de que oraron por mí, y me quedé en el piso bajo el poder de Dios, el Señor me llevó en el espíritu al tiempo cuando mi mamá se murió, cuando yo tenía sólo cuatro años. Me enseñó su ataúd, y me dijo: ` ¡Aquí fue cuando dejaste de reír y perdiste el gozo!; Y efectivamente, así fue. Después de la muerte de mi mamá, mi vida comenzó a ser muy dura. Mi papá me maltrataba. Desde pequeña, me dio la responsabilidad de cuidar cabras, y cuando una se extraviaba u otra cosa le pasaba, él me golpeaba salvajemente. Todavía tengo cicatrices en mi cuerpo, pero las cicatrices en mi alma eran más dolorosas. En otra ocasión, hubo una situación que provocó que se burlara de mí enfrente de sus amigos. Tal fue la herida en mí que por años guardé mucho rencor en contra de los hombres en general".
"Pero Jesús, después de enseñarme a mi madre en ese ataúd, me dijo: ‘Te voy a devolver todo el gozo que no has experimentado a través de todos estos años’. Allí fue cuando comencé a reír esa noche. Y la verdad, es que me siento otra. Sé que Jesús verdaderamente me sanó".
Nosotros que le conocemos somos testigos de que Nena es otra mujer. Ahora es cariñosa, y puede expresar sus emociones. Desde ese incidente, han pasado años y las evidencias de esta transformación siguen en ella.
¡A través de sanar sus heridas, Dios hizo en unas cuantas horas, ¡lo que hubiera tomado años con terapia! O probablemente nunca hubiera sido sanada... La risa del Espíritu Santo fue el móvil de liberación. Fue sobrenatural.
UNA NUEVA LIBERTAD
Había una nueva libertad en nuestras reuniones. Por ejemplo, en una de las juntas de oración el Señor me impulsó a tocar una trompeta de plástico (un juguete de niño) sobre unos enfermos y ellos sanaron. Cuando se lo mencioné a Ralph Mahoney, un gran hombre de Dios, quien ha visto cuatro visitaciones durante su vida, él me dijo: "Si funciona, hazlo. Dios a veces hace cosas extrañas para mostrar su poder". Cosas como una moneda en la boca de un pez para pagar un impuesto, lodo sobre los ojos de un ciego para sanarlo, caminar sobre el agua, alimentar a 5,000 hombres más sus mujeres e hijos. Cosas sobrenaturales.
En un congreso una niña de cinco años, muy inquieta y en ninguna manera "especial" o "espiritual", al ver a la gente imponer sus manos sobre otros, empezó a hacerlo también. Era tan chica, que no alcanzó a los hombres norteños altos solo su manita llegaba a sus cinturas, pero cayeron como pinos altos cortados por el maderero, cuando ella oró. Y allí en el piso encontraron al Espíritu Santo de Dios. ¿Natural o sobrenatural?
En este mismo congreso una muchacha adolescente de doce años puso sus manos sobre el pastor de una de las iglesias más grandes de la República Mexicana y solo dijo: "El gozo del Señor" y él se desplomó al suelo y empezó a sentir que iba viajando al cielo. Después él me dijo que su gozo aumentó, y aumentó más, y luego más y creyó que no iba a volver. Hasta sentía que no quería volver por el intenso gozo del Señor que estaba experimentando. El sí volvió, pero con una nueva experiencia de Dios.
También había como un "buffet" de bendición sucediendo simultáneamente en el congreso. En una parte del auditorio grande había gozo y risa, en otra parte hombres cayendo para quedarse inmóviles en su presencia, en otra parte gente siendo sanada y en otra... oí gritos de hombres en un rincón del auditorio y fui a investigar. Había un círculo de hombres o más bien una masa de ellos y en el centro un hombre bajo fuerte convicción llorando y confesando sus pecados, todo esto espontáneamente por la dirección del Espíritu Santo.
Después de su confesión los demás oraron por él con fuertes gritos y con imposición de manos, cayendo desplomado al suelo para luego ser llevado a un lado donde quedó inmóvil. Entonces otro tomó el lugar en el centro de la masa de hombres para confesar sus pecados, recibiendo perdón y la llenura del Espíritu, siendo lanzado al suelo por su poder y así sucesivamente otro…y otro… y otro. ¿Natural o sobrenatural?
Un pastor de Guadalajara llegó a una de las reuniones de entre semana, dudando de "todo esto" como él y otros lo llamaban con desprecio. Él estaba observando con reserva cuando alguien, aun contra sus protestas, oró por él. Cayó al suelo donde se puso ebrio en el Espíritu del Señor. No pudo caminar sin ayuda, no pudo hablar con claridad. El "incrédulo" no se embriagó con vino en lo cual hay disolución, sino que fue embriagado con el Espíritu Santo. Al final tuvo que salir cargado del auditorio por su estado de ebriedad.
¡Su vida jamás fue la misma! El volvió a casa para guiar a su congregación al avivamiento del Señor. Señales y maravillas acompañan a muchos avivamientos. No siempre son las mismas en cada visitación de Dios, pero de alguna manera Él se mostrará poderoso y nos sorprenderá con sus hechos sobrenaturales.
Mi oración es: ¡Sorpréndenos, Señor! ¡Muéstrate poderoso entre tu pueblo! No nos permitas secarnos por falta de la lluvia temprana y tardía de tu Espíritu. ¡Mándanos un fresco avivamiento! Visítanos otra vez con maravillas, prodigios, señales y sanidades. ¡Que tu pueblo y el mundo te vean en toda tu gloria y poder! |