CUATRO ANCLAS EN TIEMPOS DE TEMPESTAD | |||||||
Iglesia amada, la semana pasada terminamos la serie: “La restauración de todas las cosas”. Ahora, vamos a iniciar una serie a la que he llamado: “CUATRO ANCLAS EN TIEMPO DE TEMPESTAD”. Vamos a orar: Padre santísimo: En esta mañana, pedimos la presencia de Tu Espíritu Santo con Tu unción para enseñarnos como podemos estar seguros en este tiempo de tormenta. Por Tu Hijo amado Jesucristo. Amén. Vamos al libro de los Hechos. Hechos 27:13 al 14 13. Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14. Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Vamos al verso 18: 18. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad… Ahora vamos al verso 29: 29. Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa… La Escritura que acabamos de leer en el libro de Hechos 27, habla de la tormenta que enfrento el apóstol Pablo y otros hombres santos aparte del centurión cuando ellos iban rumbo a la ciudad de Roma. Amados; en este tiempo, estamos viviendo en medio de varias tormentas, ¿verdad? Tal vez puedas preguntar: Hermano Víctor, ¿de qué tormentas está hablando? Pues, pienso en la tormenta moral que vivimos, en donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno. Pienso en la tormenta política y social en la que muchos hombres y mujeres que buscan que haya un gobierno que busque el derecho y el bien de la gente necesitada pobre y que sea tratada con justicia. También pienso en la tormenta espiritual en donde cada vez es más claro que el imperio del maligno se enfrenta a hombres y mujeres que han sido trasladados a la luz de nuestro Señor Jesucristo, ¿verdad que sí? Vemos que el mundo está esperando un colapso financiero, pero, nosotros estamos esperando caminar en calles de oro con Jesús. Es claro que hay una gran diferencia entre el pueblo de Dios y el pueblo que no le conoce, pero queremos que todos conozcan al Salvador del mundo, ¿verdad? Vamos al libro de Hebreos (versión Dios habla hoy). Hebreos 6 del 17 al 20: 17. Pues bien, Dios quiso mostrar claramente a quienes habían de recibir la herencia que él les prometía, que estaba dispuesto a cumplir la promesa sin cambiar nada de ella. Por eso garantizó su promesa mediante el juramento. 18. De estas dos cosas que no pueden cambiarse y en las que Dios no puede mentir, recibimos un firme consuelo los que hemos buscado la protección de Dios y hemos confiado en la esperanza que él nos ha dado. 19. Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco. Es una esperanza que ha penetrado hasta detrás del velo en el templo celestial, 20. donde antes entró Jesús para abrirnos camino, llegando así a ser Sumo sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec. Por esta palabra que leímos, sabemos que tenemos un firme consuelo los que hemos buscado la protección de Dios y también, tenemos una esperanza que mantiene firme y segura nuestra alma igual que el ancla que mantiene firme al barco. Nuestra esperanza está en Dios y en lo que Él nos ha prometido, ¿verdad? Vemos que se compara nuestra esperanza a un ancla que mantiene firme el barco en medio de la tormenta. Ahora, veamos lo que yo llamo: ancla número 1 Salmo 91 versos 1 y 2 1. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. 2. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. ¡Qué Palabra¡ ¿Verdad? Quiere decir, no solo venir y decir “buenos días” y luego irse. David entendió que el que habita al abrigo del Altísimo; él no dijo el que visita. Hay una Presencia que tenemos que hacer prioridad en nuestras vidas, la presencia del Señor y buscarla en cualquier manera; en la oración, en la meditación de Su Palabra, al pensar en Él y en Sus caminos. Hay que cultivar el estar en Su presencia, porque es un ancla en tiempo de la tormenta. Vamos a orar: Oh Señor; te damos gracias porque podemos confiar en Ti sabiendo que recibimos un firme consuelo los que hemos buscado Tu protección y que Tú mantienes firme y segura nuestra alma igual que el ancla que mantiene firme el barco. En Tu Nombre Santo Jesús. AMÉN. |
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CUATRO ANCLAS EN TIEMPOS DE TEMPESTAD |
Iglesia amada, la semana pasada terminamos la serie: “La restauración de todas las cosas”. Ahora, vamos a iniciar una serie a la que he llamado: “CUATRO ANCLAS EN TIEMPO DE TEMPESTAD”. Vamos a orar: Padre santísimo: En esta mañana, pedimos la presencia de Tu Espíritu Santo con Tu unción para enseñarnos como podemos estar seguros en este tiempo de tormenta. Por Tu Hijo amado Jesucristo. Amén. Vamos al libro de los Hechos. Hechos 27:13 al 14 13. Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14. Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Vamos al verso 18: 18. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad… Ahora vamos al verso 29: 29. Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa… La Escritura que acabamos de leer en el libro de Hechos 27, habla de la tormenta que enfrento el apóstol Pablo y otros hombres santos aparte del centurión cuando ellos iban rumbo a la ciudad de Roma. Amados; en este tiempo, estamos viviendo en medio de varias tormentas, ¿verdad? Tal vez puedas preguntar: Hermano Víctor, ¿de qué tormentas está hablando? Pues, pienso en la tormenta moral que vivimos, en donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno. Pienso en la tormenta política y social en la que muchos hombres y mujeres que buscan que haya un gobierno que busque el derecho y el bien de la gente necesitada pobre y que sea tratada con justicia. También pienso en la tormenta espiritual en donde cada vez es más claro que el imperio del maligno se enfrenta a hombres y mujeres que han sido trasladados a la luz de nuestro Señor Jesucristo, ¿verdad que sí? Vemos que el mundo está esperando un colapso financiero, pero, nosotros estamos esperando caminar en calles de oro con Jesús. Es claro que hay una gran diferencia entre el pueblo de Dios y el pueblo que no le conoce, pero queremos que todos conozcan al Salvador del mundo, ¿verdad? Vamos al libro de Hebreos (versión Dios habla hoy). Hebreos 6 del 17 al 20: 17. Pues bien, Dios quiso mostrar claramente a quienes habían de recibir la herencia que él les prometía, que estaba dispuesto a cumplir la promesa sin cambiar nada de ella. Por eso garantizó su promesa mediante el juramento. 18. De estas dos cosas que no pueden cambiarse y en las que Dios no puede mentir, recibimos un firme consuelo los que hemos buscado la protección de Dios y hemos confiado en la esperanza que él nos ha dado. 19. Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco. Es una esperanza que ha penetrado hasta detrás del velo en el templo celestial, 20. donde antes entró Jesús para abrirnos camino, llegando así a ser Sumo sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec. Por esta palabra que leímos, sabemos que tenemos un firme consuelo los que hemos buscado la protección de Dios y también, tenemos una esperanza que mantiene firme y segura nuestra alma igual que el ancla que mantiene firme al barco. Nuestra esperanza está en Dios y en lo que Él nos ha prometido, ¿verdad? Vemos que se compara nuestra esperanza a un ancla que mantiene firme el barco en medio de la tormenta. Ahora, veamos lo que yo llamo: ancla número 1 Salmo 91 versos 1 y 2 1. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. 2. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. ¡Qué Palabra¡ ¿Verdad? Quiere decir, no solo venir y decir “buenos días” y luego irse. David entendió que el que habita al abrigo del Altísimo; él no dijo el que visita. Hay una Presencia que tenemos que hacer prioridad en nuestras vidas, la presencia del Señor y buscarla en cualquier manera; en la oración, en la meditación de Su Palabra, al pensar en Él y en Sus caminos. Hay que cultivar el estar en Su presencia, porque es un ancla en tiempo de la tormenta. Vamos a orar: Oh Señor; te damos gracias porque podemos confiar en Ti sabiendo que recibimos un firme consuelo los que hemos buscado Tu protección y que Tú mantienes firme y segura nuestra alma igual que el ancla que mantiene firme el barco. En Tu Nombre Santo Jesús. AMÉN. |
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CUATRO ANCLAS EN TIEMPOS DE TEMPESTAD |
Iglesia amada, la semana pasada terminamos la serie: “La restauración de todas las cosas”. Ahora, vamos a iniciar una serie a la que he llamado: “CUATRO ANCLAS EN TIEMPO DE TEMPESTAD”. Vamos a orar: Padre santísimo: En esta mañana, pedimos la presencia de Tu Espíritu Santo con Tu unción para enseñarnos como podemos estar seguros en este tiempo de tormenta. Por Tu Hijo amado Jesucristo. Amén. Vamos al libro de los Hechos. Hechos 27:13 al 14 13. Y soplando una brisa del sur, pareciéndoles que ya tenían lo que deseaban, levaron anclas e iban costeando Creta. 14. Pero no mucho después dio contra la nave un viento huracanado llamado Euroclidón. Vamos al verso 18: 18. Pero siendo combatidos por una furiosa tempestad… Ahora vamos al verso 29: 29. Y temiendo dar en escollos, echaron cuatro anclas por la popa… La Escritura que acabamos de leer en el libro de Hechos 27, habla de la tormenta que enfrento el apóstol Pablo y otros hombres santos aparte del centurión cuando ellos iban rumbo a la ciudad de Roma. Amados; en este tiempo, estamos viviendo en medio de varias tormentas, ¿verdad? Tal vez puedas preguntar: Hermano Víctor, ¿de qué tormentas está hablando? Pues, pienso en la tormenta moral que vivimos, en donde a lo bueno se le llama malo y a lo malo se le llama bueno. Pienso en la tormenta política y social en la que muchos hombres y mujeres que buscan que haya un gobierno que busque el derecho y el bien de la gente necesitada pobre y que sea tratada con justicia. También pienso en la tormenta espiritual en donde cada vez es más claro que el imperio del maligno se enfrenta a hombres y mujeres que han sido trasladados a la luz de nuestro Señor Jesucristo, ¿verdad que sí? Vemos que el mundo está esperando un colapso financiero, pero, nosotros estamos esperando caminar en calles de oro con Jesús. Es claro que hay una gran diferencia entre el pueblo de Dios y el pueblo que no le conoce, pero queremos que todos conozcan al Salvador del mundo, ¿verdad? Vamos al libro de Hebreos (versión Dios habla hoy). Hebreos 6 del 17 al 20: 17. Pues bien, Dios quiso mostrar claramente a quienes habían de recibir la herencia que él les prometía, que estaba dispuesto a cumplir la promesa sin cambiar nada de ella. Por eso garantizó su promesa mediante el juramento. 18. De estas dos cosas que no pueden cambiarse y en las que Dios no puede mentir, recibimos un firme consuelo los que hemos buscado la protección de Dios y hemos confiado en la esperanza que él nos ha dado. 19. Esta esperanza mantiene firme y segura nuestra alma, igual que el ancla mantiene firme al barco. Es una esperanza que ha penetrado hasta detrás del velo en el templo celestial, 20. donde antes entró Jesús para abrirnos camino, llegando así a ser Sumo sacerdote para siempre, de la misma clase que Melquisedec. Por esta palabra que leímos, sabemos que tenemos un firme consuelo los que hemos buscado la protección de Dios y también, tenemos una esperanza que mantiene firme y segura nuestra alma igual que el ancla que mantiene firme al barco. Nuestra esperanza está en Dios y en lo que Él nos ha prometido, ¿verdad? Vemos que se compara nuestra esperanza a un ancla que mantiene firme el barco en medio de la tormenta. Ahora, veamos lo que yo llamo: ancla número 1 Salmo 91 versos 1 y 2 1. El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente. 2. Diré yo a Jehová: Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré. ¡Qué Palabra¡ ¿Verdad? Quiere decir, no solo venir y decir “buenos días” y luego irse. David entendió que el que habita al abrigo del Altísimo; él no dijo el que visita. Hay una Presencia que tenemos que hacer prioridad en nuestras vidas, la presencia del Señor y buscarla en cualquier manera; en la oración, en la meditación de Su Palabra, al pensar en Él y en Sus caminos. Hay que cultivar el estar en Su presencia, porque es un ancla en tiempo de la tormenta. Vamos a orar: Oh Señor; te damos gracias porque podemos confiar en Ti sabiendo que recibimos un firme consuelo los que hemos buscado Tu protección y que Tú mantienes firme y segura nuestra alma igual que el ancla que mantiene firme el barco. En Tu Nombre Santo Jesús. AMÉN. |
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