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CUANDO UNA MUJER ORA POR SUS HIJOS | |||||||
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CUANDO UNA MUJER ORA POR SUS HIJOS 1. ¿Por qué orar? Mis hijos tienen más confianza en mis oraciones que yo misma, dice Carol, mi amiga y hermana en Cristo. Cuando su hijo, David, se involucró con un grupo para tocar música “rock”, a Carol no le agradó nada. Aunque David amaba a Dios, Carol sabía que la influencia de este grupo sería negativa. —Tuvimos varias discusiones acaloradas al respecto —dice Carol. —Pero me di cuenta que el único resultado era el alejarme de mi hijo. Así que, decidí tomar un camino mucho mejor. —Empecé a dedicarme a orar sobre el asunto y tomar dominio sobre el enemigo en cuanto a la vida de mi hijo. Al ver su insistencia en pertenecer al grupo, sabía que no sería una lucha espiritual fácil. Sin embargo, unas semanas después, mi hijo me preguntó tímidamente: —Mamá, ¿estuviste orando para que me corrieran del grupo? Le contesté: —No precisamente, pero sí había estado orando para que lo abandonaras. —Pues ya me sacaron... —me dijo—. Aunque algunos días después, el grupo lo volvió a buscar, para entonces David ya no quiso volver con ellos. Su corazón había cambiado. ¿Siente tu familia el efecto de tus oraciones? ¿Tu familia sabe que eres una mujer de oración y que tus oraciones son poderosas? Probablemente yo no podré dejar una gran herencia de bienes materiales a mis hijos, pero lo que más anhelo es que ellos me recuerden como una madre que siempre oraba por ellos. Antes de hablar de lo que sucede cuando una mujer ora por su familia, primeramente tenemos que preguntar, ¿por qué orar? En primer lugar, al orar estamos reconociendo el hecho de que la ayuda humana nunca es suficiente. Cuando la oración llega a ser un estilo de vida... no un rito religioso en tiempos de crisis... estamos reconociendo nuestra propia incapacidad y nuestra dependencia de Dios. Proverbios 3:5-6 “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas”. En segundo lugar, la oración nos permite ejercer autoridad aquí en la tierra, autoridad que nos ha sido dada en Cristo. Cuando Dios creó a los primeros padres y los colocó en el huerto, les dijo: Génesis 1:28 “...Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread...”. Dios había dado autoridad a Adán y Eva, sin embargo, cuando pecaron, entregaron este dominio a satanás. La raza humana perdió su derecho a señorear sobre la tierra. Lo maravilloso es que en Cristo, ¡esta autoridad nos ha sido restaurada! Todavía recuerdo la primera vez que escuché una enseñanza bíblica sobre la autoridad del creyente, muchos años después de ser cristiana. ¡Cómo cambió mi vida de oración al aprender esta poderosa verdad! Aunque nunca debemos olvidar que Dios es soberano, a todo lo largo de la Biblia encontramos promesas de que cuando oramos, Él actuará. Al orar, accionamos la mano de quien mueve todo en el mundo...incluyendo nuestras familias. Mateo 7:7-8 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
2. ¿Quién sino una mujer? Pensemos por un momento... ¿Cómo reacciona una mujer cuando percibe que sus hijos o su esposo son amenazados? ¿Verdad que existe en su corazón una agresividad que indudablemente Dios puso? Lo notamos aun en el reino animal. La leona, por ejemplo, peleará hasta la muerte para defender a su cría. Hasta una perra que por lo general es dócil, llega a ser brava si percibe que sus cachorros están en peligro. Sí, la mujer, por su propia naturaleza maternal, tiene la capacidad de llegar a ser una competente guerrera en el reino espiritual. Hoy en día se habla mucho acerca del lugar de la mujer. Existe un campo que es definitivamente el lugar de la mujer: ¡La guerra espiritual! Al igual que los israelitas tuvieron que pelear físicamente para tomar la tierra prometida, nosotras hoy en día tenemos que pelear con armas espirituales para ganar terreno espiritual. ¿Te acuerdas de Débora, la profetisa y jueza de Israel en el Antiguo Testamento? ¡Qué ejemplo de una mujer en el campo de batalla cuando los enemigos de su pueblo estaban amenazando! En el capítulo 4 de Jueces leemos cómo Débora acostumbraba dar consejos y dirección sabia debajo de una palmera en la época en que Israel sufría la cruel opresión de Jabín, el rey cananeo que había ocupado sus tierras. Podemos imaginar cómo diariamente Débora escuchaba los informes sobre el trato opresivo que recibía el pueblo por parte de aquel rey. El capitán del ejército aterrorizaba constantemente a los israelitas con sus novecientos carros herrados, mientras que Israel no tenía armas para defenderse. El mundo de hoy necesita de algunas Déboras modernas... mujeres que sientan la misma indignación hacia la estrategia de satanás y sus modernos “carros herrados” que vienen en diferentes formas para atacar a nuestras familias. Como Débora, tenemos que cansarnos de la humillación y el trato cruel de nuestro enemigo y llegar a ser espiritualmente agresivas. Tenemos que utilizar este dominio o autoridad que se perdió en Adán pero que se restauró en Cristo. No hay lugar para una mentalidad pasiva y conformista. El aceptar todo lo que el enemigo hace a nuestras familias con una actitud de: “Que se haga lo que Dios quiera” o “Que se haga la voluntad de Dios”, no es humildad sino una tontería. Nos toca conocer cuál es la voluntad de Dios, a través de su Palabra y después orar, creer y luchar para que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios para tu familia y la mía? ¡Veamos! |
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CUANDO UNA MUJER ORA POR SUS HIJOS |
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CUANDO UNA MUJER ORA POR SUS HIJOS 1. ¿Por qué orar? Mis hijos tienen más confianza en mis oraciones que yo misma, dice Carol, mi amiga y hermana en Cristo. Cuando su hijo, David, se involucró con un grupo para tocar música “rock”, a Carol no le agradó nada. Aunque David amaba a Dios, Carol sabía que la influencia de este grupo sería negativa. —Tuvimos varias discusiones acaloradas al respecto —dice Carol. —Pero me di cuenta que el único resultado era el alejarme de mi hijo. Así que, decidí tomar un camino mucho mejor. —Empecé a dedicarme a orar sobre el asunto y tomar dominio sobre el enemigo en cuanto a la vida de mi hijo. Al ver su insistencia en pertenecer al grupo, sabía que no sería una lucha espiritual fácil. Sin embargo, unas semanas después, mi hijo me preguntó tímidamente: —Mamá, ¿estuviste orando para que me corrieran del grupo? Le contesté: —No precisamente, pero sí había estado orando para que lo abandonaras. —Pues ya me sacaron... —me dijo—. Aunque algunos días después, el grupo lo volvió a buscar, para entonces David ya no quiso volver con ellos. Su corazón había cambiado. ¿Siente tu familia el efecto de tus oraciones? ¿Tu familia sabe que eres una mujer de oración y que tus oraciones son poderosas? Probablemente yo no podré dejar una gran herencia de bienes materiales a mis hijos, pero lo que más anhelo es que ellos me recuerden como una madre que siempre oraba por ellos. Antes de hablar de lo que sucede cuando una mujer ora por su familia, primeramente tenemos que preguntar, ¿por qué orar? En primer lugar, al orar estamos reconociendo el hecho de que la ayuda humana nunca es suficiente. Cuando la oración llega a ser un estilo de vida... no un rito religioso en tiempos de crisis... estamos reconociendo nuestra propia incapacidad y nuestra dependencia de Dios. Proverbios 3:5-6 “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas”. En segundo lugar, la oración nos permite ejercer autoridad aquí en la tierra, autoridad que nos ha sido dada en Cristo. Cuando Dios creó a los primeros padres y los colocó en el huerto, les dijo: Génesis 1:28 “...Fructificad y multiplicaos; llenad la tierra, y sojuzgadla, y señoread...”. Dios había dado autoridad a Adán y Eva, sin embargo, cuando pecaron, entregaron este dominio a satanás. La raza humana perdió su derecho a señorear sobre la tierra. Lo maravilloso es que en Cristo, ¡esta autoridad nos ha sido restaurada! Todavía recuerdo la primera vez que escuché una enseñanza bíblica sobre la autoridad del creyente, muchos años después de ser cristiana. ¡Cómo cambió mi vida de oración al aprender esta poderosa verdad! Aunque nunca debemos olvidar que Dios es soberano, a todo lo largo de la Biblia encontramos promesas de que cuando oramos, Él actuará. Al orar, accionamos la mano de quien mueve todo en el mundo...incluyendo nuestras familias. Mateo 7:7-8 “Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se le abrirá”.
2. ¿Quién sino una mujer? Pensemos por un momento... ¿Cómo reacciona una mujer cuando percibe que sus hijos o su esposo son amenazados? ¿Verdad que existe en su corazón una agresividad que indudablemente Dios puso? Lo notamos aun en el reino animal. La leona, por ejemplo, peleará hasta la muerte para defender a su cría. Hasta una perra que por lo general es dócil, llega a ser brava si percibe que sus cachorros están en peligro. Sí, la mujer, por su propia naturaleza maternal, tiene la capacidad de llegar a ser una competente guerrera en el reino espiritual. Hoy en día se habla mucho acerca del lugar de la mujer. Existe un campo que es definitivamente el lugar de la mujer: ¡La guerra espiritual! Al igual que los israelitas tuvieron que pelear físicamente para tomar la tierra prometida, nosotras hoy en día tenemos que pelear con armas espirituales para ganar terreno espiritual. ¿Te acuerdas de Débora, la profetisa y jueza de Israel en el Antiguo Testamento? ¡Qué ejemplo de una mujer en el campo de batalla cuando los enemigos de su pueblo estaban amenazando! En el capítulo 4 de Jueces leemos cómo Débora acostumbraba dar consejos y dirección sabia debajo de una palmera en la época en que Israel sufría la cruel opresión de Jabín, el rey cananeo que había ocupado sus tierras. Podemos imaginar cómo diariamente Débora escuchaba los informes sobre el trato opresivo que recibía el pueblo por parte de aquel rey. El capitán del ejército aterrorizaba constantemente a los israelitas con sus novecientos carros herrados, mientras que Israel no tenía armas para defenderse. El mundo de hoy necesita de algunas Déboras modernas... mujeres que sientan la misma indignación hacia la estrategia de satanás y sus modernos “carros herrados” que vienen en diferentes formas para atacar a nuestras familias. Como Débora, tenemos que cansarnos de la humillación y el trato cruel de nuestro enemigo y llegar a ser espiritualmente agresivas. Tenemos que utilizar este dominio o autoridad que se perdió en Adán pero que se restauró en Cristo. No hay lugar para una mentalidad pasiva y conformista. El aceptar todo lo que el enemigo hace a nuestras familias con una actitud de: “Que se haga lo que Dios quiera” o “Que se haga la voluntad de Dios”, no es humildad sino una tontería. Nos toca conocer cuál es la voluntad de Dios, a través de su Palabra y después orar, creer y luchar para que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios para tu familia y la mía? ¡Veamos! |
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2. ¿Quién sino una mujer? Pensemos por un momento... ¿Cómo reacciona una mujer cuando percibe que sus hijos o su esposo son amenazados? ¿Verdad que existe en su corazón una agresividad que indudablemente Dios puso? Lo notamos aun en el reino animal. La leona, por ejemplo, peleará hasta la muerte para defender a su cría. Hasta una perra que por lo general es dócil, llega a ser brava si percibe que sus cachorros están en peligro. Sí, la mujer, por su propia naturaleza maternal, tiene la capacidad de llegar a ser una competente guerrera en el reino espiritual. Hoy en día se habla mucho acerca del lugar de la mujer. Existe un campo que es definitivamente el lugar de la mujer: ¡La guerra espiritual! Al igual que los israelitas tuvieron que pelear físicamente para tomar la tierra prometida, nosotras hoy en día tenemos que pelear con armas espirituales para ganar terreno espiritual. ¿Te acuerdas de Débora, la profetisa y jueza de Israel en el Antiguo Testamento? ¡Qué ejemplo de una mujer en el campo de batalla cuando los enemigos de su pueblo estaban amenazando! En el capítulo 4 de Jueces leemos cómo Débora acostumbraba dar consejos y dirección sabia debajo de una palmera en la época en que Israel sufría la cruel opresión de Jabín, el rey cananeo que había ocupado sus tierras. Podemos imaginar cómo diariamente Débora escuchaba los informes sobre el trato opresivo que recibía el pueblo por parte de aquel rey. El capitán del ejército aterrorizaba constantemente a los israelitas con sus novecientos carros herrados, mientras que Israel no tenía armas para defenderse. El mundo de hoy necesita de algunas Déboras modernas... mujeres que sientan la misma indignación hacia la estrategia de satanás y sus modernos “carros herrados” que vienen en diferentes formas para atacar a nuestras familias. Como Débora, tenemos que cansarnos de la humillación y el trato cruel de nuestro enemigo y llegar a ser espiritualmente agresivas. Tenemos que utilizar este dominio o autoridad que se perdió en Adán pero que se restauró en Cristo. No hay lugar para una mentalidad pasiva y conformista. El aceptar todo lo que el enemigo hace a nuestras familias con una actitud de: “Que se haga lo que Dios quiera” o “Que se haga la voluntad de Dios”, no es humildad sino una tontería. Nos toca conocer cuál es la voluntad de Dios, a través de su Palabra y después orar, creer y luchar para que se haga. ¿Cuál es la voluntad de Dios para tu familia y la mía? ¡Veamos! |
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