LA UNCION | |||||||
Sucedió hace varios años, exactamente cuántos, no recuerdo; habíamos viajado a la ciudad de Chihuahua para una reunión con los radioescuchas del programa «Vino Nuevo». Lo hacíamos una vez cada mes. Una vez, cuando ya veníamos de regreso, cerca de Ciudad Juárez, en una curva cerrada en la carretera encontramos un accidente que acababa de suceder. Una camioneta había chocado a tan alta velocidad que había partido a un Volkswagen (un bocho) en dos piezas. La mitad del frente del Volkswagen estaba todavía en la carretera y la otra mitad estaba fuera del acotamiento.En la parte de enfrente, medio salido del auto, sobre el pavimento, el chofer yacía muerto. Su esposa sangrando de la frente, estaba gritando frenéticamente, clamando que su esposo no muriera, pero ya era demasiado tarde. Él ya se había ido. No estaba respirando, su corazón no estaba palpitando y muchos minutos habían pasado ya.Nos pusimos a clamar a Dios estando pendientes del peligro en el que estábamos en la curva ciega, con el tráfico de alta velocidad pasándonos de cerca. Y el reloj seguía caminando.Oramos en español y oramos en lenguas por el muerto y por nuestra seguridad; cuando de repente, el hombre empezó a “tragar” aire en una manera desesperada y su corazón comenzó a latir otra vez. El muerto volvió a la vida. ¡Jesús lo hizo otra vez! ¡Jesús lo hizo otra vez!Hubo otro hombre al que llamaban “Mister Jones”; era un jubilado del ejército americano, un hombre grande y fuerte. Se casó con una mexicana pero no hablaba mucho español. Mister Jones era un hombre afroamericano amabilísimo que me dijo que asistía a la iglesia de habla hispana porque, a pesar de no entender el idioma, el Espíritu en las reuniones era precioso.Un domingo, mientras yo predicaba, “Mister Jones” falleció sentado al lado de su esposa. Cuando volteé a mi derecha y vi su cara, sabía que su espíritu se había ido. Pedí urgentemente la presencia de un doctor, y varios respondieron de inmediato. Mientras la congregación oraba, los doctores trabajaban desesperadamente para devolverle la vida. Después de aproximadamente 20 minutos, vi cuando se dieron por vencidos y llevaron su cuerpo a un cuarto al lado del auditorio. Muchos hombres y mujeres estaban llorando, pero otros continuaban orando.Habían pasado como 10 minutos más, desde que le habían llevado al cuarto, cuando me mandaron una nota: “Paro cardíaco y paro pulmonar, estaba muerto, pero, ¡ya está vivo!”.¡Jesús lo hizo otra vez! ¡Jesús lo hizo otra vez!La llegada del reino de los cielos con nosotros, desatando el poder sobrenatural, es la respuesta de Dios a la trágica y caótica condición de la humanidad.Si en verdad queremos más de Dios, tendremos que cambiar nuestro estilo de vida de tal manera que su presencia, su unción, sus manifestaciones, sus señales, sus milagros, sus maravillas, sus prodigios, encuentren cabida y una bienvenida en nosotros. |
|
||||||
Ver Mas |
LA UNCION |
Sucedió hace varios años, exactamente cuántos, no recuerdo; habíamos viajado a la ciudad de Chihuahua para una reunión con los radioescuchas del programa «Vino Nuevo». Lo hacíamos una vez cada mes. Una vez, cuando ya veníamos de regreso, cerca de Ciudad Juárez, en una curva cerrada en la carretera encontramos un accidente que acababa de suceder. Una camioneta había chocado a tan alta velocidad que había partido a un Volkswagen (un bocho) en dos piezas. La mitad del frente del Volkswagen estaba todavía en la carretera y la otra mitad estaba fuera del acotamiento.En la parte de enfrente, medio salido del auto, sobre el pavimento, el chofer yacía muerto. Su esposa sangrando de la frente, estaba gritando frenéticamente, clamando que su esposo no muriera, pero ya era demasiado tarde. Él ya se había ido. No estaba respirando, su corazón no estaba palpitando y muchos minutos habían pasado ya.Nos pusimos a clamar a Dios estando pendientes del peligro en el que estábamos en la curva ciega, con el tráfico de alta velocidad pasándonos de cerca. Y el reloj seguía caminando.Oramos en español y oramos en lenguas por el muerto y por nuestra seguridad; cuando de repente, el hombre empezó a “tragar” aire en una manera desesperada y su corazón comenzó a latir otra vez. El muerto volvió a la vida. ¡Jesús lo hizo otra vez! ¡Jesús lo hizo otra vez!Hubo otro hombre al que llamaban “Mister Jones”; era un jubilado del ejército americano, un hombre grande y fuerte. Se casó con una mexicana pero no hablaba mucho español. Mister Jones era un hombre afroamericano amabilísimo que me dijo que asistía a la iglesia de habla hispana porque, a pesar de no entender el idioma, el Espíritu en las reuniones era precioso.Un domingo, mientras yo predicaba, “Mister Jones” falleció sentado al lado de su esposa. Cuando volteé a mi derecha y vi su cara, sabía que su espíritu se había ido. Pedí urgentemente la presencia de un doctor, y varios respondieron de inmediato. Mientras la congregación oraba, los doctores trabajaban desesperadamente para devolverle la vida. Después de aproximadamente 20 minutos, vi cuando se dieron por vencidos y llevaron su cuerpo a un cuarto al lado del auditorio. Muchos hombres y mujeres estaban llorando, pero otros continuaban orando.Habían pasado como 10 minutos más, desde que le habían llevado al cuarto, cuando me mandaron una nota: “Paro cardíaco y paro pulmonar, estaba muerto, pero, ¡ya está vivo!”.¡Jesús lo hizo otra vez! ¡Jesús lo hizo otra vez!La llegada del reino de los cielos con nosotros, desatando el poder sobrenatural, es la respuesta de Dios a la trágica y caótica condición de la humanidad.Si en verdad queremos más de Dios, tendremos que cambiar nuestro estilo de vida de tal manera que su presencia, su unción, sus manifestaciones, sus señales, sus milagros, sus maravillas, sus prodigios, encuentren cabida y una bienvenida en nosotros. |
Ver Mas |
LA UNCION |
Sucedió hace varios años, exactamente cuántos, no recuerdo; habíamos viajado a la ciudad de Chihuahua para una reunión con los radioescuchas del programa «Vino Nuevo». Lo hacíamos una vez cada mes. Una vez, cuando ya veníamos de regreso, cerca de Ciudad Juárez, en una curva cerrada en la carretera encontramos un accidente que acababa de suceder. Una camioneta había chocado a tan alta velocidad que había partido a un Volkswagen (un bocho) en dos piezas. La mitad del frente del Volkswagen estaba todavía en la carretera y la otra mitad estaba fuera del acotamiento.En la parte de enfrente, medio salido del auto, sobre el pavimento, el chofer yacía muerto. Su esposa sangrando de la frente, estaba gritando frenéticamente, clamando que su esposo no muriera, pero ya era demasiado tarde. Él ya se había ido. No estaba respirando, su corazón no estaba palpitando y muchos minutos habían pasado ya.Nos pusimos a clamar a Dios estando pendientes del peligro en el que estábamos en la curva ciega, con el tráfico de alta velocidad pasándonos de cerca. Y el reloj seguía caminando.Oramos en español y oramos en lenguas por el muerto y por nuestra seguridad; cuando de repente, el hombre empezó a “tragar” aire en una manera desesperada y su corazón comenzó a latir otra vez. El muerto volvió a la vida. ¡Jesús lo hizo otra vez! ¡Jesús lo hizo otra vez!Hubo otro hombre al que llamaban “Mister Jones”; era un jubilado del ejército americano, un hombre grande y fuerte. Se casó con una mexicana pero no hablaba mucho español. Mister Jones era un hombre afroamericano amabilísimo que me dijo que asistía a la iglesia de habla hispana porque, a pesar de no entender el idioma, el Espíritu en las reuniones era precioso.Un domingo, mientras yo predicaba, “Mister Jones” falleció sentado al lado de su esposa. Cuando volteé a mi derecha y vi su cara, sabía que su espíritu se había ido. Pedí urgentemente la presencia de un doctor, y varios respondieron de inmediato. Mientras la congregación oraba, los doctores trabajaban desesperadamente para devolverle la vida. Después de aproximadamente 20 minutos, vi cuando se dieron por vencidos y llevaron su cuerpo a un cuarto al lado del auditorio. Muchos hombres y mujeres estaban llorando, pero otros continuaban orando.Habían pasado como 10 minutos más, desde que le habían llevado al cuarto, cuando me mandaron una nota: “Paro cardíaco y paro pulmonar, estaba muerto, pero, ¡ya está vivo!”.¡Jesús lo hizo otra vez! ¡Jesús lo hizo otra vez!La llegada del reino de los cielos con nosotros, desatando el poder sobrenatural, es la respuesta de Dios a la trágica y caótica condición de la humanidad.Si en verdad queremos más de Dios, tendremos que cambiar nuestro estilo de vida de tal manera que su presencia, su unción, sus manifestaciones, sus señales, sus milagros, sus maravillas, sus prodigios, encuentren cabida y una bienvenida en nosotros. |
Ver Mas |