EL ASOMBROSO E INAGOTABLE AMOR DE DIOS | |||||||
Juan percibía el amor de Jesús ¿Por qué? ¿Por qué Juan hablaba de esta manera acerca del amor que Jesús tenía por él? Personalmente creo que la explicación es muy sencilla y tiene que ver con la manera en que Juan había aprendido a relacionarse con Jesús. No sé si los otros discípulos percibían el amor especial que Jesús sentía por ellos, ¡pero Juan sí lo percibió! Por lo tanto, tuvo más confianza para acercarse con Él. Para explicarme mejor, permíteme dar un ejemplo personal. ¿Alguna vez has escuchado el comentario, o tú mismo has sentido, que tu pastor o alguno de los líderes ama más a algunos de su congregación que a los demás? ¡Estoy seguro que esto sucede en todo ministerio! Vástago, el ministerio que Dios nos ha dado, no es la excepción. Hay muchas personas con las que me relaciono, pero me doy cuenta que hay quienes piensan que yo tengo preferencia por algunos de los que trabajan conmigo. ¿Pero sabes qué? La realidad es que las personas con las que llevo una mejor relación, a quienes aparentemente “amo más”, son personas que son un poquito más libres, no son fácilmente heridos, son personas que se abren para amar y para ser amados. Pero, ¿en realidad tenía Jesús un amor especial por Juan? La verdad es que en ningún lugar en la Biblia vas a encontrar que Jesús amaba más a Juan que al resto de los discípulos. De hecho, lo que sí dicen los evangelios, es que Jesús amaba a todos sus discípulos. Toma nota: Juan 15:9 “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado…” Lo que está diciendo Jesús es que el amor del Padre, que es un amor perfecto, está en Él y con ese amor, Él ama a sus discípulos. A todos los amó por igual, porque les amó con el amor del Padre, que es un amor perfecto. Juan 15:12 “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Juan 13:1 “...Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Amó a Pedro aunque lo haya negado, amó a Tomás aunque haya dudado. ¡Amó a todos los discípulos! Pero Juan sentía o percibía el amor de una manera más cercana, más personal. 1 Juan 3:16 “ En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros...” Yo sé que la mayoría de las personas cristianas creen de una manera intelectual que Dios les ama. Lo creemos porque la Biblia lo dice, pero ¿en verdad conocemos ese amor? ¿Tú lo crees? ¿Lo has llevado de la mente a tu corazón? ¿Y ese conocimiento ha revolucionado radicalmente tu vida? Porque cuando realmente entendemos el amor de Dios y nos abrimos para experimentarlo, nos cambia. ¡Somos totalmente transformados por ese amor! Lo trágico es que demasiadas personas pasan sus vidas creyendo intelectualmente en el amor de Dios, pero sin experimentarlo de una manera personal. Somos su creación ¿Por qué nos ama Dios? ¿Cuál es la razón de su amor por nosotros? ¡Porque nos creó! Nosotros, los seres humanos, somos su obra maestra. Cuando Dios nos hizo, puso toda su inteligencia, toda su creatividad, para hacernos. David lo entendía cuando dijo: Salmos 139:13-14 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien”. ¡Somos lo máximo de su creación sobre la faz de la tierra! Ninguna computadora puede igualar la capacidad que tenemos en nuestros cerebros, nuestro sistema nervioso, nuestras cuerdas vocales. Cada vez que voy con el médico y me explica algo de mi cuerpo, me maravillo. Cuando me dieron ataques de vértigo hace algunos años, el médico me explicó algo de la función del oído interno, y cómo el laberinto es lo que establece tu equilibrio. Cuando hay una inflamación en el oído interno y no funciona el laberinto, tu cerebro automáticamente te provoca el vértigo para que te caigas y para que te veas forzado a acostarte, porque no sabe el cerebro qué hacer ya que el laberinto no le está mandando la señal adecuada. ¡Somos una máquina perfecta! He mencionado un solo aspecto de nuestra función, pero hay tanto en nuestro sistema, en la manera en que Dios nos creó, que habla del cuidado y la atención en cada detalle que Él tuvo al formarnos. ¡Somos la corona de la creación! A nadie más le dio Dios su imagen y semejanza, solo a los humanos, a ti y a mí. Los montes son majestuosos e impresionantes, pero no tienen la imagen y semejanza de Dios. Los árboles y flores y toda la naturaleza deleitan nuestra vis-ta, pero no tienen la imagen ni semejanza de Dios. Ni siquiera los animales, a pesar de la aparente inteligencia de algunos de ellos. ¡Solo nosotros! Piensa nada más: ¡Él ha puesto en nosotros algunas de las mismas cualidades que Él mismo tiene! La personalidad, el intelecto, la capacidad de relacionarnos con otros, el escuchar y poder reaccionar a lo que otras personas nos dicen… ¡todo esto es un reflejo de lo que Él hace! Y eso no es todo; imagínate: ¡Dios nos dio la capacidad de dominar sobre toda la creación! Todas éstas son características de Dios mismo que Él puso en nosotros. ¿Crees que no te ama? |
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Juan percibía el amor de Jesús ¿Por qué? ¿Por qué Juan hablaba de esta manera acerca del amor que Jesús tenía por él? Personalmente creo que la explicación es muy sencilla y tiene que ver con la manera en que Juan había aprendido a relacionarse con Jesús. No sé si los otros discípulos percibían el amor especial que Jesús sentía por ellos, ¡pero Juan sí lo percibió! Por lo tanto, tuvo más confianza para acercarse con Él. Para explicarme mejor, permíteme dar un ejemplo personal. ¿Alguna vez has escuchado el comentario, o tú mismo has sentido, que tu pastor o alguno de los líderes ama más a algunos de su congregación que a los demás? ¡Estoy seguro que esto sucede en todo ministerio! Vástago, el ministerio que Dios nos ha dado, no es la excepción. Hay muchas personas con las que me relaciono, pero me doy cuenta que hay quienes piensan que yo tengo preferencia por algunos de los que trabajan conmigo. ¿Pero sabes qué? La realidad es que las personas con las que llevo una mejor relación, a quienes aparentemente “amo más”, son personas que son un poquito más libres, no son fácilmente heridos, son personas que se abren para amar y para ser amados. Pero, ¿en realidad tenía Jesús un amor especial por Juan? La verdad es que en ningún lugar en la Biblia vas a encontrar que Jesús amaba más a Juan que al resto de los discípulos. De hecho, lo que sí dicen los evangelios, es que Jesús amaba a todos sus discípulos. Toma nota: Juan 15:9 “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado…” Lo que está diciendo Jesús es que el amor del Padre, que es un amor perfecto, está en Él y con ese amor, Él ama a sus discípulos. A todos los amó por igual, porque les amó con el amor del Padre, que es un amor perfecto. Juan 15:12 “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Juan 13:1 “...Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Amó a Pedro aunque lo haya negado, amó a Tomás aunque haya dudado. ¡Amó a todos los discípulos! Pero Juan sentía o percibía el amor de una manera más cercana, más personal. 1 Juan 3:16 “ En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros...” Yo sé que la mayoría de las personas cristianas creen de una manera intelectual que Dios les ama. Lo creemos porque la Biblia lo dice, pero ¿en verdad conocemos ese amor? ¿Tú lo crees? ¿Lo has llevado de la mente a tu corazón? ¿Y ese conocimiento ha revolucionado radicalmente tu vida? Porque cuando realmente entendemos el amor de Dios y nos abrimos para experimentarlo, nos cambia. ¡Somos totalmente transformados por ese amor! Lo trágico es que demasiadas personas pasan sus vidas creyendo intelectualmente en el amor de Dios, pero sin experimentarlo de una manera personal. Somos su creación ¿Por qué nos ama Dios? ¿Cuál es la razón de su amor por nosotros? ¡Porque nos creó! Nosotros, los seres humanos, somos su obra maestra. Cuando Dios nos hizo, puso toda su inteligencia, toda su creatividad, para hacernos. David lo entendía cuando dijo: Salmos 139:13-14 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien”. ¡Somos lo máximo de su creación sobre la faz de la tierra! Ninguna computadora puede igualar la capacidad que tenemos en nuestros cerebros, nuestro sistema nervioso, nuestras cuerdas vocales. Cada vez que voy con el médico y me explica algo de mi cuerpo, me maravillo. Cuando me dieron ataques de vértigo hace algunos años, el médico me explicó algo de la función del oído interno, y cómo el laberinto es lo que establece tu equilibrio. Cuando hay una inflamación en el oído interno y no funciona el laberinto, tu cerebro automáticamente te provoca el vértigo para que te caigas y para que te veas forzado a acostarte, porque no sabe el cerebro qué hacer ya que el laberinto no le está mandando la señal adecuada. ¡Somos una máquina perfecta! He mencionado un solo aspecto de nuestra función, pero hay tanto en nuestro sistema, en la manera en que Dios nos creó, que habla del cuidado y la atención en cada detalle que Él tuvo al formarnos. ¡Somos la corona de la creación! A nadie más le dio Dios su imagen y semejanza, solo a los humanos, a ti y a mí. Los montes son majestuosos e impresionantes, pero no tienen la imagen y semejanza de Dios. Los árboles y flores y toda la naturaleza deleitan nuestra vis-ta, pero no tienen la imagen ni semejanza de Dios. Ni siquiera los animales, a pesar de la aparente inteligencia de algunos de ellos. ¡Solo nosotros! Piensa nada más: ¡Él ha puesto en nosotros algunas de las mismas cualidades que Él mismo tiene! La personalidad, el intelecto, la capacidad de relacionarnos con otros, el escuchar y poder reaccionar a lo que otras personas nos dicen… ¡todo esto es un reflejo de lo que Él hace! Y eso no es todo; imagínate: ¡Dios nos dio la capacidad de dominar sobre toda la creación! Todas éstas son características de Dios mismo que Él puso en nosotros. ¿Crees que no te ama? |
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Juan percibía el amor de Jesús ¿Por qué? ¿Por qué Juan hablaba de esta manera acerca del amor que Jesús tenía por él? Personalmente creo que la explicación es muy sencilla y tiene que ver con la manera en que Juan había aprendido a relacionarse con Jesús. No sé si los otros discípulos percibían el amor especial que Jesús sentía por ellos, ¡pero Juan sí lo percibió! Por lo tanto, tuvo más confianza para acercarse con Él. Para explicarme mejor, permíteme dar un ejemplo personal. ¿Alguna vez has escuchado el comentario, o tú mismo has sentido, que tu pastor o alguno de los líderes ama más a algunos de su congregación que a los demás? ¡Estoy seguro que esto sucede en todo ministerio! Vástago, el ministerio que Dios nos ha dado, no es la excepción. Hay muchas personas con las que me relaciono, pero me doy cuenta que hay quienes piensan que yo tengo preferencia por algunos de los que trabajan conmigo. ¿Pero sabes qué? La realidad es que las personas con las que llevo una mejor relación, a quienes aparentemente “amo más”, son personas que son un poquito más libres, no son fácilmente heridos, son personas que se abren para amar y para ser amados. Pero, ¿en realidad tenía Jesús un amor especial por Juan? La verdad es que en ningún lugar en la Biblia vas a encontrar que Jesús amaba más a Juan que al resto de los discípulos. De hecho, lo que sí dicen los evangelios, es que Jesús amaba a todos sus discípulos. Toma nota: Juan 15:9 “Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado…” Lo que está diciendo Jesús es que el amor del Padre, que es un amor perfecto, está en Él y con ese amor, Él ama a sus discípulos. A todos los amó por igual, porque les amó con el amor del Padre, que es un amor perfecto. Juan 15:12 “Este es mi mandamiento: Que os améis unos a otros, como yo os he amado”. Juan 13:1 “...Como había amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin”. Amó a Pedro aunque lo haya negado, amó a Tomás aunque haya dudado. ¡Amó a todos los discípulos! Pero Juan sentía o percibía el amor de una manera más cercana, más personal. 1 Juan 3:16 “ En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros...” Yo sé que la mayoría de las personas cristianas creen de una manera intelectual que Dios les ama. Lo creemos porque la Biblia lo dice, pero ¿en verdad conocemos ese amor? ¿Tú lo crees? ¿Lo has llevado de la mente a tu corazón? ¿Y ese conocimiento ha revolucionado radicalmente tu vida? Porque cuando realmente entendemos el amor de Dios y nos abrimos para experimentarlo, nos cambia. ¡Somos totalmente transformados por ese amor! Lo trágico es que demasiadas personas pasan sus vidas creyendo intelectualmente en el amor de Dios, pero sin experimentarlo de una manera personal. Somos su creación ¿Por qué nos ama Dios? ¿Cuál es la razón de su amor por nosotros? ¡Porque nos creó! Nosotros, los seres humanos, somos su obra maestra. Cuando Dios nos hizo, puso toda su inteligencia, toda su creatividad, para hacernos. David lo entendía cuando dijo: Salmos 139:13-14 “Porque tú formaste mis entrañas; Tú me hiciste en el vientre de mi madre. Te alabaré; porque formidables, maravillosas son tus obras; Estoy maravillado, Y mi alma lo sabe muy bien”. ¡Somos lo máximo de su creación sobre la faz de la tierra! Ninguna computadora puede igualar la capacidad que tenemos en nuestros cerebros, nuestro sistema nervioso, nuestras cuerdas vocales. Cada vez que voy con el médico y me explica algo de mi cuerpo, me maravillo. Cuando me dieron ataques de vértigo hace algunos años, el médico me explicó algo de la función del oído interno, y cómo el laberinto es lo que establece tu equilibrio. Cuando hay una inflamación en el oído interno y no funciona el laberinto, tu cerebro automáticamente te provoca el vértigo para que te caigas y para que te veas forzado a acostarte, porque no sabe el cerebro qué hacer ya que el laberinto no le está mandando la señal adecuada. ¡Somos una máquina perfecta! He mencionado un solo aspecto de nuestra función, pero hay tanto en nuestro sistema, en la manera en que Dios nos creó, que habla del cuidado y la atención en cada detalle que Él tuvo al formarnos. ¡Somos la corona de la creación! A nadie más le dio Dios su imagen y semejanza, solo a los humanos, a ti y a mí. Los montes son majestuosos e impresionantes, pero no tienen la imagen y semejanza de Dios. Los árboles y flores y toda la naturaleza deleitan nuestra vis-ta, pero no tienen la imagen ni semejanza de Dios. Ni siquiera los animales, a pesar de la aparente inteligencia de algunos de ellos. ¡Solo nosotros! Piensa nada más: ¡Él ha puesto en nosotros algunas de las mismas cualidades que Él mismo tiene! La personalidad, el intelecto, la capacidad de relacionarnos con otros, el escuchar y poder reaccionar a lo que otras personas nos dicen… ¡todo esto es un reflejo de lo que Él hace! Y eso no es todo; imagínate: ¡Dios nos dio la capacidad de dominar sobre toda la creación! Todas éstas son características de Dios mismo que Él puso en nosotros. ¿Crees que no te ama? |
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