EL ASOMBROSO E INAGOTABLE AMOR DE DIOS | |||||||
“Yo te amo aun cuando te equivocas” Recuerdo cierto incidente años atrás, del que ahora me río un poco al acordarme, pero cuando ocurrió, ¡me sentí terrible! En ese momento experimenté de manera muy especial ese amor de mi Padre. Ocurrió durante un Congreso Internacional en Vino Nuevo, cuando yo todavía era uno de los dirigentes de alabanza. Durante una de las plenarias, mi pastor, el hermano Víctor, pidió que cantáramos el himno “Santo, Santo, Santo”. Lo empecé a cantar con todo mi grupo, pero con un ritmo “taaaan” lento, que parecía funeral. En eso, el hermano Víctor indicó que le aceleráramos el ritmo. Me puse muy nervioso, después de todo, había mucha gente de todas partes de México y de otros lugares, y sí aceleré el ritmo, pero a tal grado, que este himno tan majestuoso ¡ahora lo estábamos cantando como cumbia! Entonces, el hermano Víctor, nada contento, me hizo señas de que cortara… bueno, no sé si él quería que cortara la canción, ¡o mi cabeza! Pero abruptamente la dejamos de cantar. ¡Yo sentía tanta vergüenza! ¿Cómo pude haber fallado así? En mis adentros, me reprochaba una y otra vez: ¿Por qué lo canté tan rápido? Recuerdo que estaba agachado, pero luego volteé para arriba y en mi espíritu yo vi al Padre. ¡Y estaba sonriendo! Y con su sonrisa amorosa, me decía: “Yo te amo aunque estés metiendo la pata, cuando cantas mal, cuando la riegas, cuando te equivocas”. (Debo agregar que yo sé que el hermano Víctor también me amaba, a pesar de que yo había metido la pata). Él nos compró En primer lugar, Dios nos ama porque nos creó. ¡Somos su creación! En segundo lugar Dios nos ama porque nos ha comprado. Me hace recordar una historia que muchos escuchamos cuando éramos niños: “El barquito dos veces adueñado” Cuenta el relato que un niño construyó un barquito de madera en el taller de su padre. Le tomó muchas semanas porque puso mucho empeño y cuidado al construirlo. Ya terminado, se sentía orgulloso de su barquito porque era la obra de sus manos. Luego salió a un lago a jugar con él, pero se levantó un viento fuerte, llevando el barquito lejos, fuera del alcance de su dueño. El muchachito quedó muy triste, y todos los días pensaba en su barquito perdido. Cierto día, estaba caminando por la calle principal, cuando de repente vio en la vitrina de una tienda que vendía cosas usadas… ¡Nada menos que su barquito perdido! Pero el dueño de la tienda no iba a devolvérselo así nada más… el niño tendría que comprarlo. Por varias semanas el niño hizo una diversidad de trabajos, para juntar el dinero para pagar el precio establecido. Pero finalmente, con el dinero en la mano, entró a la tienda y le dijo al tendero: “Vengo a comprar el barquito”. Entonces pagó el precio y se le entregó el barco. El niño salió a la calle feliz de la vida, abrazando su juguete y diciendo: “En verdad eres mío, porque primeramente te hice, y ahora te he comprado”. Dios nos ama, porque primeramente nos hizo. Pero luego, nuestros pecados nos separaron de Él. Así que envió a su Hijo y con el precio de su sangre, Él nos compró. Cristo es el Hijo natural de Dios y nosotros hemos sido adoptados a su familia. Jesús es nuestro hermano mayor. Somos aceptos y amados en Él de la misma manera que Jesús es acepto y amado. Dice Pablo: Romanos 8:14-15 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. |
|
||||||
Ver Mas |
EL ASOMBROSO E INAGOTABLE AMOR DE DIOS |
“Yo te amo aun cuando te equivocas” Recuerdo cierto incidente años atrás, del que ahora me río un poco al acordarme, pero cuando ocurrió, ¡me sentí terrible! En ese momento experimenté de manera muy especial ese amor de mi Padre. Ocurrió durante un Congreso Internacional en Vino Nuevo, cuando yo todavía era uno de los dirigentes de alabanza. Durante una de las plenarias, mi pastor, el hermano Víctor, pidió que cantáramos el himno “Santo, Santo, Santo”. Lo empecé a cantar con todo mi grupo, pero con un ritmo “taaaan” lento, que parecía funeral. En eso, el hermano Víctor indicó que le aceleráramos el ritmo. Me puse muy nervioso, después de todo, había mucha gente de todas partes de México y de otros lugares, y sí aceleré el ritmo, pero a tal grado, que este himno tan majestuoso ¡ahora lo estábamos cantando como cumbia! Entonces, el hermano Víctor, nada contento, me hizo señas de que cortara… bueno, no sé si él quería que cortara la canción, ¡o mi cabeza! Pero abruptamente la dejamos de cantar. ¡Yo sentía tanta vergüenza! ¿Cómo pude haber fallado así? En mis adentros, me reprochaba una y otra vez: ¿Por qué lo canté tan rápido? Recuerdo que estaba agachado, pero luego volteé para arriba y en mi espíritu yo vi al Padre. ¡Y estaba sonriendo! Y con su sonrisa amorosa, me decía: “Yo te amo aunque estés metiendo la pata, cuando cantas mal, cuando la riegas, cuando te equivocas”. (Debo agregar que yo sé que el hermano Víctor también me amaba, a pesar de que yo había metido la pata). Él nos compró En primer lugar, Dios nos ama porque nos creó. ¡Somos su creación! En segundo lugar Dios nos ama porque nos ha comprado. Me hace recordar una historia que muchos escuchamos cuando éramos niños: “El barquito dos veces adueñado” Cuenta el relato que un niño construyó un barquito de madera en el taller de su padre. Le tomó muchas semanas porque puso mucho empeño y cuidado al construirlo. Ya terminado, se sentía orgulloso de su barquito porque era la obra de sus manos. Luego salió a un lago a jugar con él, pero se levantó un viento fuerte, llevando el barquito lejos, fuera del alcance de su dueño. El muchachito quedó muy triste, y todos los días pensaba en su barquito perdido. Cierto día, estaba caminando por la calle principal, cuando de repente vio en la vitrina de una tienda que vendía cosas usadas… ¡Nada menos que su barquito perdido! Pero el dueño de la tienda no iba a devolvérselo así nada más… el niño tendría que comprarlo. Por varias semanas el niño hizo una diversidad de trabajos, para juntar el dinero para pagar el precio establecido. Pero finalmente, con el dinero en la mano, entró a la tienda y le dijo al tendero: “Vengo a comprar el barquito”. Entonces pagó el precio y se le entregó el barco. El niño salió a la calle feliz de la vida, abrazando su juguete y diciendo: “En verdad eres mío, porque primeramente te hice, y ahora te he comprado”. Dios nos ama, porque primeramente nos hizo. Pero luego, nuestros pecados nos separaron de Él. Así que envió a su Hijo y con el precio de su sangre, Él nos compró. Cristo es el Hijo natural de Dios y nosotros hemos sido adoptados a su familia. Jesús es nuestro hermano mayor. Somos aceptos y amados en Él de la misma manera que Jesús es acepto y amado. Dice Pablo: Romanos 8:14-15 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. |
Ver Mas |
EL ASOMBROSO E INAGOTABLE AMOR DE DIOS |
“Yo te amo aun cuando te equivocas” Recuerdo cierto incidente años atrás, del que ahora me río un poco al acordarme, pero cuando ocurrió, ¡me sentí terrible! En ese momento experimenté de manera muy especial ese amor de mi Padre. Ocurrió durante un Congreso Internacional en Vino Nuevo, cuando yo todavía era uno de los dirigentes de alabanza. Durante una de las plenarias, mi pastor, el hermano Víctor, pidió que cantáramos el himno “Santo, Santo, Santo”. Lo empecé a cantar con todo mi grupo, pero con un ritmo “taaaan” lento, que parecía funeral. En eso, el hermano Víctor indicó que le aceleráramos el ritmo. Me puse muy nervioso, después de todo, había mucha gente de todas partes de México y de otros lugares, y sí aceleré el ritmo, pero a tal grado, que este himno tan majestuoso ¡ahora lo estábamos cantando como cumbia! Entonces, el hermano Víctor, nada contento, me hizo señas de que cortara… bueno, no sé si él quería que cortara la canción, ¡o mi cabeza! Pero abruptamente la dejamos de cantar. ¡Yo sentía tanta vergüenza! ¿Cómo pude haber fallado así? En mis adentros, me reprochaba una y otra vez: ¿Por qué lo canté tan rápido? Recuerdo que estaba agachado, pero luego volteé para arriba y en mi espíritu yo vi al Padre. ¡Y estaba sonriendo! Y con su sonrisa amorosa, me decía: “Yo te amo aunque estés metiendo la pata, cuando cantas mal, cuando la riegas, cuando te equivocas”. (Debo agregar que yo sé que el hermano Víctor también me amaba, a pesar de que yo había metido la pata). Él nos compró En primer lugar, Dios nos ama porque nos creó. ¡Somos su creación! En segundo lugar Dios nos ama porque nos ha comprado. Me hace recordar una historia que muchos escuchamos cuando éramos niños: “El barquito dos veces adueñado” Cuenta el relato que un niño construyó un barquito de madera en el taller de su padre. Le tomó muchas semanas porque puso mucho empeño y cuidado al construirlo. Ya terminado, se sentía orgulloso de su barquito porque era la obra de sus manos. Luego salió a un lago a jugar con él, pero se levantó un viento fuerte, llevando el barquito lejos, fuera del alcance de su dueño. El muchachito quedó muy triste, y todos los días pensaba en su barquito perdido. Cierto día, estaba caminando por la calle principal, cuando de repente vio en la vitrina de una tienda que vendía cosas usadas… ¡Nada menos que su barquito perdido! Pero el dueño de la tienda no iba a devolvérselo así nada más… el niño tendría que comprarlo. Por varias semanas el niño hizo una diversidad de trabajos, para juntar el dinero para pagar el precio establecido. Pero finalmente, con el dinero en la mano, entró a la tienda y le dijo al tendero: “Vengo a comprar el barquito”. Entonces pagó el precio y se le entregó el barco. El niño salió a la calle feliz de la vida, abrazando su juguete y diciendo: “En verdad eres mío, porque primeramente te hice, y ahora te he comprado”. Dios nos ama, porque primeramente nos hizo. Pero luego, nuestros pecados nos separaron de Él. Así que envió a su Hijo y con el precio de su sangre, Él nos compró. Cristo es el Hijo natural de Dios y nosotros hemos sido adoptados a su familia. Jesús es nuestro hermano mayor. Somos aceptos y amados en Él de la misma manera que Jesús es acepto y amado. Dice Pablo: Romanos 8:14-15 “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios. Pues no habéis recibido el espíritu de esclavitud para estar otra vez en temor, sino que habéis recibido el espíritu de adopción, por el cual clamamos: ¡Abba, Padre!”. |
Ver Mas |